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La corrupción, una lacra que pasará factura en España
El fenómeno delictivo alcanzó a figuras de los grandes partidos
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14 de diciembre de 2015 a las 05:00
Algunos robaron mucho y nunca les pasó nada", lamenta Lola Alonso frente al juzgado que instruye uno de los últimos grandes escándalos de corrupción de España, una lacra que en las legislativas del próximo domingo amenaza con pasar factura a los grandes partidos.
Abogada de 44 años, Alonso sale del Palacio de Justicia de Huelva, pequeña ciudad andaluza donde un magistrado interroga desde hace semanas a más de 1.000 testigos e imputados en un caso de presunta malversación de fondos europeos para formación de desempleados.
Este es el último de una serie de vastos escándalos en un país que desde el estallido de la crisis en 2008 se muestra cada vez más intransigente con la corrupción, que implica a partidos de izquierda y de derecha, a la patronal, sindicatos, empresas, bancos, famosos e incluso al cuñado y a una hermana del rey Felipe VI.
Hasta hace poco "la gente decía que la corrupción era terrible pero luego votaban a partidos que tenían a corruptos en sus filas", explica a AFP el sociólogo José Pablo Ferrándiz, del instituto de sondeos Metroscopia. Sin embargo, cuando el desempleo y las políticas de austeridad comenzaron a golpear a las clases medias "lo tolerable se volvió intolerable", agrega.
"No hay derecho a que los jóvenes tengamos que estar desviviéndonos por un trabajo mientras ellos se llenan los bolsillos", se indigna Alberto Sánchez, mozo de 28 años, junto a las palmeras y naranjos de la plaza Don Juan de Austria de Sevilla, a 90 kilómetros del Huelva.
Aquí, ante el inmenso edificio gris de los juzgados, se reúnen habitualmente pequeños grupos de manifestantes que increpan a los imputados en macrocausas como la que acabó con las carreras de dos expresidente regionales del partido socialista (PSOE).
Y, en la cuna del flamenco, algunos lo hacen cantando y bailando. Como el colectivo Flo6x8, que en los últimos años irrumpió con sus canciones de denuncia en decenas de oficinas bancarias y en el Parlamento regional andaluz.
"La acción de la sociedad civil organizada estimuló que la corrupción sea una preocupación entre la gente, y una vez que los políticos constatan que las encuestas sitúan esta preocupación entre la población, se preocupan por ella", dice uno de sus fundadores, que responde al pseudónimo de Moody's.
A esto contribuyó un alud de escándalos en los cuatro rincones del país entre los partidos tradicionales, incluido el gubernamental Partido Popular (PP). "Ese tema nos ha hecho más daño incluso que las propias decisiones que tomamos en política económica", reconoció el jefe del gobierno saliente, el conservador Mariano Rajoy.
Desde que llegó al poder a finales de 2011, su formación vio a dos extesoreros acusados de llevar una contabilidad paralela durante décadas. A una de sus figuras históricas, el exministro de Economía y exdirector del FMI Rodrigo Rato, imputado por estafa, apropiación indebida, falsedad documental, delitos contables, fraude fiscal y blanqueo en tres casos distintos. Y una ministra fue obligada a dimitir.
Intentando limitar los daños, su gobierno impulsó medidas que van desde la creación de un delito de financiación ilegal de partidos hasta el control de "conflictos de intereses" de los altos funcionarios.
Pero el descontento social llevó sobre todo a "la emergencia de los nuevos partidos", el centrista Ciudadanos y el izquierdista Podemos, que amenazan con poner fin al bipartidismo de PP y PSOE en las legislativas del 20 de diciembre, señala Ferrándiz.
"Podemos fue el primer partido que mejor supo canalizar esa indignación popular", según el sociólogo, pero no logró desbancar a los socialistas en las elecciones regionales de Andalucía en marzo. Esta situación podría ahora repetirse a nivel nacional.
"El PP va a ganar probablemente y diremos 'en este país no ha ocurrido nada'. Sí, sí que ha ocurrido", afirma, y subraya que el cambio es progresivo y que Ciudadanos y Podemos arrebatarán muchos escaños a los grandes partidos.
"Electoralmente ahora mismo hay dos Españas, una de mayores de 55 años en medios sobre todo rurales y otra España más joven, más urbana", explica y asegura que los hábitos evolucionan más lentamente en la primera.
En Huelva, Alonso confirma: "Aquí hay pocas manifestaciones por temas de corrupción; estamos acostumbrados y a la gente no le parece tan grave".
Abogada de 44 años, Alonso sale del Palacio de Justicia de Huelva, pequeña ciudad andaluza donde un magistrado interroga desde hace semanas a más de 1.000 testigos e imputados en un caso de presunta malversación de fondos europeos para formación de desempleados.
Este es el último de una serie de vastos escándalos en un país que desde el estallido de la crisis en 2008 se muestra cada vez más intransigente con la corrupción, que implica a partidos de izquierda y de derecha, a la patronal, sindicatos, empresas, bancos, famosos e incluso al cuñado y a una hermana del rey Felipe VI.
Hasta hace poco "la gente decía que la corrupción era terrible pero luego votaban a partidos que tenían a corruptos en sus filas", explica a AFP el sociólogo José Pablo Ferrándiz, del instituto de sondeos Metroscopia. Sin embargo, cuando el desempleo y las políticas de austeridad comenzaron a golpear a las clases medias "lo tolerable se volvió intolerable", agrega.
"No hay derecho a que los jóvenes tengamos que estar desviviéndonos por un trabajo mientras ellos se llenan los bolsillos", se indigna Alberto Sánchez, mozo de 28 años, junto a las palmeras y naranjos de la plaza Don Juan de Austria de Sevilla, a 90 kilómetros del Huelva.
Aquí, ante el inmenso edificio gris de los juzgados, se reúnen habitualmente pequeños grupos de manifestantes que increpan a los imputados en macrocausas como la que acabó con las carreras de dos expresidente regionales del partido socialista (PSOE).
Y, en la cuna del flamenco, algunos lo hacen cantando y bailando. Como el colectivo Flo6x8, que en los últimos años irrumpió con sus canciones de denuncia en decenas de oficinas bancarias y en el Parlamento regional andaluz.
"La acción de la sociedad civil organizada estimuló que la corrupción sea una preocupación entre la gente, y una vez que los políticos constatan que las encuestas sitúan esta preocupación entre la población, se preocupan por ella", dice uno de sus fundadores, que responde al pseudónimo de Moody's.
Dos Españas
"La corrupción y el fraude" son el segundo mayor problema para los españoles después del desempleo, señala el último sondeo del estatal Centro de Investigaciones Sociológicas.A esto contribuyó un alud de escándalos en los cuatro rincones del país entre los partidos tradicionales, incluido el gubernamental Partido Popular (PP). "Ese tema nos ha hecho más daño incluso que las propias decisiones que tomamos en política económica", reconoció el jefe del gobierno saliente, el conservador Mariano Rajoy.
Desde que llegó al poder a finales de 2011, su formación vio a dos extesoreros acusados de llevar una contabilidad paralela durante décadas. A una de sus figuras históricas, el exministro de Economía y exdirector del FMI Rodrigo Rato, imputado por estafa, apropiación indebida, falsedad documental, delitos contables, fraude fiscal y blanqueo en tres casos distintos. Y una ministra fue obligada a dimitir.
Intentando limitar los daños, su gobierno impulsó medidas que van desde la creación de un delito de financiación ilegal de partidos hasta el control de "conflictos de intereses" de los altos funcionarios.
Pero el descontento social llevó sobre todo a "la emergencia de los nuevos partidos", el centrista Ciudadanos y el izquierdista Podemos, que amenazan con poner fin al bipartidismo de PP y PSOE en las legislativas del 20 de diciembre, señala Ferrándiz.
"Podemos fue el primer partido que mejor supo canalizar esa indignación popular", según el sociólogo, pero no logró desbancar a los socialistas en las elecciones regionales de Andalucía en marzo. Esta situación podría ahora repetirse a nivel nacional.
"El PP va a ganar probablemente y diremos 'en este país no ha ocurrido nada'. Sí, sí que ha ocurrido", afirma, y subraya que el cambio es progresivo y que Ciudadanos y Podemos arrebatarán muchos escaños a los grandes partidos.
"Electoralmente ahora mismo hay dos Españas, una de mayores de 55 años en medios sobre todo rurales y otra España más joven, más urbana", explica y asegura que los hábitos evolucionan más lentamente en la primera.
En Huelva, Alonso confirma: "Aquí hay pocas manifestaciones por temas de corrupción; estamos acostumbrados y a la gente no le parece tan grave".
