Roberto Cava De Feo

Roberto Cava De Feo

El comportamiento en la vida cotidiana > comportamiento / Roberto cava de feo

La cortesía

Saca a relucir la riqueza interior de las personas
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11 de agosto de 2017 a las 05:00
Meses atrás viajé en barco a Buenos Aires. En un momento de la travesía, me acerqué a una oficina para cambiar un dinero. Llevaba el pilot en un brazo y conseguí hacer caer al piso el bastón que uso. De inmediato salió quien atendía la cabina y me lo entregó. No pude menos que decirle: "Se nota que tú sos uruguayo." "Es la marca, señor", fue su respuesta.

Somos corteses y es nuestra marca. En un tiempo se consideró que la cortesía era el modo de ser del
hombre de índole noble y de buena educación. Hoy podemos decir que la cortesía auténtica es la expresión de atención a la persona humana. Cuando compro algo en un comercio y pago su precio, tengo derecho a que se me haga entrega del mismo. En cambio, cuando actuamos por cortesía no procedemos así porque tengamos obligación de hacerlo sino porque queremos. Por eso, si en un día frío recibimos a alguien en nuestro lugar de trabajo o en nuestra casa y tomamos su abrigo,nunca somos más señoras y más señores que en ese momento. Es una disposición de servicio puesta hacia otra persona. Es una delicadeza que, por cortesía, sin necesidad de darla,la ofrecemos.

Todos somos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor. Somos protagonistas de un tiempo único, irrepetible que nos toca vivir. No es posible opinar que una persona no es educada porque no procede como nos gustaría. ¿Cuál es el patrón que utilizamos para hacer semejante juicio? ¿No juzgamos quizá erróneamente? Hay una forma de vivir, de trabajar, de sonreír.Es aquella que se ha hecho carne de nuestra carne en el hogar de nuestros padres y es la misma que debemos trasmitir a quienes están cerca nuestro.

Hoy,las normas objetivas se rechazan por lo general. Lo subjetivo crece en importancia. Los ejemplos son muchos: "¿Por qué no nos podemos ubicar a nuestro gusto en una fiesta de casamiento?" o ¿"Por qué cuando me case no puedo entrar a la iglesia del brazo de mi tía porque es a quien más quiero?"
Somos animales racionales pero nada menos y nada más que con un chispazo divino que es la inteligencia. Por eso buscamos siempre formas que expresen el cuidado, la atención, la delicadeza. La cortesía ayuda nuestra existencia en este paso nuestro por la Tierra.Esta vida, breve, tiene necesidad de la cortesía. Es virtud y también un arte. Es el arte de embellecer la vida dejando muchas veces atrás lo propio.

A fines del ochocientos y principios del novecientos se publicaron muchos libros sobre el comportamiento. Actualmente es España la que ha ido por delante con el llamado "saber estar". Consiste en incorporar actitudes de vida, a vivir las llamadas virtudes humanas, para que asentadas definitivamente permitan crecer armónicamente y den a las personas seguridad. Cuando las virtudes están enraizadas,el orden no será algo impuesto. Todo se moverá con gracia, con elegancia. Se vivirá con fundamento y, con la misma facilidad de los pasos de un deporte, se repetirán acciones. Serán hábitos incorporados que harán huir de esa tremenda dicotomía, por ejemplo, entre el llamado "comer fino" y el "comer sin cuidado", entre la postura rígida en una reunión y el desarreglado estar diario.
Sé bien que los modos y las costumbres varían con el tiempo. La educación y la cortesía se adaptan a ella. La visita de pésame ha sido reemplazada por otras formas y los medios tecnológicos actuales colaboran para que una invitación a la entrega de un premio pueda ser respondida con prontitud.
La cortesía está presente en nuestras vidas. Ella brilla con luz propia en el "saber estar". No es un código pero lleva a saber estar con elegancia,a estar presentables, a saber vestir, saber saludar, saber invitar, saber recibir, despedir, acompañar, saber escribir, saber conversar, saber regalar, saber agradecer, saber comportarse en diversas actividades, saber sentarse a la mesa, saber comer. Nada impide que integren el llamado "comportamiento social". En cambio, prefiero el "saber estar en".

En 1869 el"Reglamento para los empleados del Ferrocarril Central del Uruguay", hace hincapié en la cortesía cuando expresa: "Dirigirá con cortesía a los viajeros, indicándoles los coches a que corresponden sus boletas y atenderá con esmero a las personas ancianas y enfermas con toda clase de cortesía y deferencia". Se desprende de esa norma que estaban de por medio las personas que no eran cosas. Es una disposición que apela al sentido común. Hoy, tenemos ocasión de vivir la cortesía en cada momento de nuestra vida. Dejar pasar, ceder el paso, sonreír, dar una respuesta a quien nos pregunta en la calle, ofrecer el asiento en un ómnibus, saludar cuando llegamos a la sala de espera de un consultorio médico, extremar la delicadeza en el ascensor. Me parece que muchos recordamos la anécdota de nuestros estudios de inglés. Se hundía un buque y fue preciso dar unas indicaciones: "Ladies and womenfirst!, Ladies and womenfirst!" se expandió por la cubierta. Un caballero dijo entonces a otro: "Wemen, first! Había comprendido a su manera la cortesía.

Volvamos a las lejanas infancias. Con toda seguridad en campaña y en otros sitios, recibíamos como cortesía unos caramelos cuando hacíamos alguna compra. Si quien nos atendía se olvidaba de darla, decíamos simplemente: "¿Y la yapa?" ¿Sirve la cortesía? Sí y mucho porque saca a relucir la riqueza interior de las personas.

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