El presidente argentino, Mauricio Macri, recibe a Marcelo Tinelli en Olivos

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La "cumbre" que confirmó el temor de la clase política argentina hacia Tinelli

La convocatoria de Macri al conductor televisivo dejó claro que el gobierno consideró un error mostrarse enojado por la sátira; las pasiones generadas son un síntoma de la "tinellización" de la política
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29 de julio de 2016 a las 05:10
La "cumbre" entre el presidente Mauricio Macri y Marcelo Tinelli terminó por confirmar lo que muchos ya sospechaban desde hacía tiempo: que, muy lejos de quedar acotado al rol de conductor televisivo, Tinelli es un hombre poderoso en la Argentina. Y que los políticos le temen.

De hecho, la reunión fue el tema político de la semana. Así, figuras mediáticas como Jorge Lanata concluyeron que el conductor había "ganado" en la pelea. Mientras que Gabriel Levinas, influyente comentarista político con 111.000 seguidores en Twitter, calificó a Tinelli como "jefe del partido independiente del apriete mediático".

Lo cierto es que algo en lo que están de acuerdo los dirigentes de todas las orientaciones ideológicas y partidarias: estar peleado con Tinelli es un pésimo negocio.

De ello puede dar cuenta el expresidente Fernando de la Rúa, quien siempre adjudicó su caída en el año 2001 a la cruel caricatura que se hacía de él en el programa televisivo, donde se lo presentaba como alguien despistado e inepto para el cargo.

Lo curioso es que el propio Tinelli quien relativiza su influencia. En las últimas horas, aprovechando que De la Rúa salió de su ostracismo para criticar la sátira televisiva sobre Maciri, el conductor ironizó al respecto. En su cuenta de Twitter, subió una foto en la que aparecen dialogando De la Rúa con el exministro Domingo Cavallo, y un texto agregado dice: "Mingo, vamos a darle bola a Tinelli. Hagamos el corralito que va a ser un golazo".

De chistoso a influyente

Pero da la impresión de que Tinelli es el único que minimiza su propia influencia.

Desde hace años aparece en los rankings sobre "los más influyentes de la Argentina". Y la especulación del momento es si está usando su influencia para presionar al gobierno en la puja por el poder en la AFA o si se está defendiendo de un hipotético acoso por problemas impositivos.

Lo cierto es que todos los gobiernos han comprendido la importancia de llevarse bien con él. Carlos Menem visitó su programa y se prestó a jugar pasos de comedia. Es recordada su participación junto al "Dinosaurio Bernardo" en el cierre de la campaña electoral de 1995.

Y el propio kirchnerismo dejó en claro su respeto y temor. De hecho, Tinelli terminó por cambiar la famosa frase de Néstor Kirchner, quien al asumir en el cargo en 2003 confesaba a sus íntimos que sólo le tenía miedo al líder sindical Hugo Moyano y a Héctor Magneto, líder del grupo Clarín.
Lo cierto es que el kirchnerismo terminó peleándose con ambos, y ello no fue obstáculo para que Cristina se quedara ocho años en la presidencia. En cambio, nunca se animaron a una ruptura con Tinelli.

Se cultivó la buena relación, al punto que Tinelli, invitado al programa de Mirtha Legrand en plena época de cacerolazos, se negó a sumarse a las críticas, y defendió la "sensibilidad" de Cristina Kirchner. Lo cual fue festejado por los medios K.

El único enfrentamiento abierto se saldó con una victoria para el showman. En 2014, después de haberle prometido que tomaría la producción de Fútbol Para Todos, Tinelli fue vetado por La Cámpora.
Tras la reacción enojada de Tinelli, Máximo Kirchner convocó a una reunión al conductor, con el cual selló un pacto que allanaría el ascenso de Tinelli en la AFA.

Y ya con Daniel Scioli consolidado como candidato oficialista, se empezó a especular con la posibilidad de que Tinelli se postulara como gobernador a la provincia de Buenos Aires por ese espacio político. Ciertos "guiños" televisivos a la campaña sciolista parecían abonar esa teoría.

La nueva "tinellización"

Lo cierto es que, por más que genere polémica en las redes sociales, el hecho de que Tinelli haya sido recibido por Macri y se le otorgue un tratamiento digno de líder político ya no asombra a nadie.
En línea con el cambio de paradigmas que propone el "gurú" Jaime Durán Barba, el reconocimiento al poder de Tinelli supone una comprensión de un fenómeno global: la política tradicional ha dado paso al "politainment", la mezcla de política con entretenimiento.

"Los gobiernos se vuelven menos tolerantes con el humor cuando hay problemas. Pero si reaccionan mal, eso los perjudica. Al lunes siguiente de las críticas de Macri, Tinelli no bajó en rating, al contrario", apunta el politólogo Rosendo Fraga.

Desde su punto de vista, lo que hizo el Presidente al citar a Tinelli a Olivos fue reparar el error de haberse enemistado con un figura popular.

No es casualidad, entonces, que en los programas de debate se analice si, en su fuero íntimo, "Tinelli sueña con ser presidente". O que el politólogo Sergio Berensztein afirme que "Tinelli es un actor político, de tipo no tradicional".
Por lo pronto, habrá que revisar el contenido del término "tinellización". En el diccionario sociológico de los argentinos, esa palabra tenía un dejo despectivo, y era utilizada como sinónimo de banalización de un tema importante.

Pero también empieza a tallar la otra acepción de la "tinellización", esa que hace referencia a cómo un programa récord en rating puede transformarse en el principal escenario del debate político.
A fin de cuentas, el principal hecho político de la campaña presidencial 2015 fue la presencia de los tres principales candidatos, junto a sus respectivos imitadores, en Showmatch. Y el posterior análisis sobre cuál de los candidatos había salido mejor parado.

En la nueva política tinellizada, ocurren cosas tales como que el diario Página 12, "house organ" del kirchnerismo y vocero de la izquierda intelectual, haya puesto en tapa al popular conductor y lo trate con benevolencia, a pesar de que el colectivo "Ni una menos" suele defenestrarlo como "cosificador" del rol femenino.

Y, en la vereda opuesta, La Nación abandona su prédica liberal para enrostrarle al conductor que durante una década calló ante la evidencia de la corrupción K y ahora se muestra duro ante la gestión macrista.

Lo cual lleva a otra polémica: ¿era obligación de un animador televisivo erigirse en acusador del kirchnerismo?

La situación es sintomática: hay una parte de la sociedad que le reclama a Tinelli que se pronuncie sobre temas de actualidad nacional. Por más que no lo diga, le asigna un rol de líder político.

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