Pero los esfuerzos a contrarreloj no eran suficientes para los parientes de cientos de desaparecidos después de que se atravesara el umbral de las primeras 72 horas de búsqueda, consideradas cruciales para encontrar personas con vida.
"Esperemos en Dios que estén vivos, que aguanten", dijo María Isela Sandoval, una afligida ama de casa de 38 años, que esperaba noticias de un sobrino que quedó bajo el tropel ladrillos y fierros del edificio donde trabajaba en la colonia Roma, uno de los barrios de moda de la capital y también de los más afectados por el terremoto.
Los rescatistas creen que las víctimas están en un hueco formado por los escombros, pero le preocupa que después de tantas horas ya no tengan suficiente oxígeno.
En medio de la zozobra, un grupo de familiares de desaparecidos se manifestaron el viernes con pancartas para el presidente, Enrique Peña Nieto, y el alcalde capitalino, Miguel Ángel Mancera, exigiendo que aceleren las labores de rescate.
"El mexicano ha sido reconocido como guerrero, y no vemos eso", dijo José García, un arquitecto de 35 años, quejándose de que las autoridades no dejaban a civiles sumarse a la búsqueda.
Aunque las probabilidades se apagaban, el gobierno ha insistido en que seguirán las operaciones de los brigadistas, antes de dar paso a la maquinaria pesada y demoler lo que queda.
Miles que se quedaron sin hogar volvieron a pasar la noche en tiendas de campaña y albergues e incluso en las calles. En los centrales estados Morelos y Puebla, donde fue el epicentro, víctimas que viven en zonas más alejadas se lamentaban de que la ayuda llegaba a cuentagotas.
El terremoto de magnitud 7.1, el más mortífero de México en tres décadas, también ha dejado unos 2,000 lesionados que podrían engrosar la lista de casi 300 fallecidos.
En un intento por subir el ánimo de los mexicanos, algunos futbolistas aceptaron retomar la actividad normal de los entrenamientos y de los partidos del torneo local.
Aunque la dimensión de los daños todavía no era clara, la firma de análisis de riesgo Air Worldwide calculó que las pérdidas aseguradas por el desastre podrían alcanzar los US$ 2.067 millones.
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