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La emoción ochentosa

La canadiense Carly Rae Jepsen se hizo famosa gracias a un hit, ahora quiere el éxito con un disco completo.
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05 de septiembre de 2015 a las 05:00
El nombre Carly Rae Jepsen probablemente no diga nada. Pero cantar el estribillo Call Me Maybe sin dudas genera una extrema familiaridad. En 2012 esta canción se convirtió en uno de esos éxitos que mezclan lo viral con comercial en partes iguales, que genera cientos sino miles de videos caseros y que es nominado para (en este caso dos) premios Grammy. Pero también fue un tipo de fama que posicionó a Carly Rae Jepsen a la categoría de one hit wonder: una artista de un solo éxito.

Tras Kiss, el primer disco de Jepsen editado internacionalmente y segundo de su carrera, no pasó nada. A pesar de recibir unas cuantas buenas críticas, no logró sacarse el epíteto de "el disco que tiene Call Me Maybe".

Para su siguiente trabajo, Jepsen se tomó su tiempo. Primero para calmar las aguas de la tormenta pop que armó y luego para replantear su camino. Su objetivo, compartido con su manager Scooter Braun (el mismo que descubrió a Justin Bieber), era hacer un "disco aclamado por la crítica", según dijo Braun al diario The New York Times.

Para eso recurrieron a los mejores productores que pudieron convocar de ambos lados del espectro creativo: el indie y el mainstream.

Del primero reclutaron a dos de los más buscados por su sello de calidad retro: Ariel Rechtshaid, productor ganador de premios Grammy y responsable de los últimos discos de artistas como Haim y Vampire Weekend; y Dev Hynes, que desde su proyecto solista Blood Orange y su trabajo junto a Solange fue en parte responsable de este furor por los 1980.

Del otro lado participaron la cantautora Sia, los suecos Shellback (productores de artistas desde Britney Spears a Taylor Swift) y Peter Svensson, miembro de The Cardigans y productor en ascenso.
El resultado combina la facilidad de Jepsen por las melodías pegadizas y la mano experta de personas que lograron impregnarle una intención y cohesión al disco: la atmósfera de la década de 1980.

Desde el irresistible saxo que abre Run Away With Me, se sabe que Emotion tendrá nostalgia pop para rato. Al menos durante la hora que dura el disco más sus bonus tracks.

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Run Away With Me resulta una apertura ideal para este disco: al saxo le sigue unos beats pulsantes que acompañan la voz de Jepsen, que pide a su interlocutor que la acompañe en una escapada romántica. Para cuando explota el estribillo, el oído ya compró esta fantasía ochentosa en nubes de sintetizadores y una melodía eufórica.

Le sigue Emotion, el tema que da nombre al disco. Es un pop alegre, contagioso e inocente, hasta que se escucha la letra y se nota cierto veneno pasivo agresivo hacia una ex pareja que se le desea lo peor: que quiera volver con uno solo para poder rechazarlo. Y de alguna manera eso hace a la canción incluso mejor.

El tercer track, I Really Like You, es la continuación de Call Me Maybe, un "me gustás" con un poco de vergüenza adorable. El estribillo extremadamente pegadizo ("I really, really, really, really, really, really like you") pronto queda sonando en la cabeza.

Sin embargo el cenit de los 1980 llega con la balada All That. Producida por Rechtshaid y Hynes, desde el slap de bajo al sintetizador brillante es un revival perfecto en espíritu y ejecución. Con estos elementos en las dosis erróneas podría haber caído del lado terraja de los 1980, sin embargo esta nostalgia funciona a la perfección. Ideal para bailar lentos en la graduación de la generación 1985.

Entrada la mitad del disco aparece LA Hallucinations, la referencia más directa al 1989 de Taylor Swift, que por su estética y sonido es imposible no establecer la comparación. Sin embargo, en el revival supera al de la actual emperatriz del pop. Lo que en una es un aderezo en sus canciones, para la canadiense es el plato principal.

En comparación con su conterráneo The Weeknd e incluso comparando con Taylor Swift, el amor de Jepsen es sumamente casto. Sus letras son una versión Disney del amor, el corazón roto y la ruptura. Hay mucha sutileza en temas como Warm Blood o en la discotequera I Didn't Just Come Here To Dance (que podría estar acompañada del emoji de guiñada). Ni siquiera One Direction tiene tanto cuidado en esconder sus alusiones al sexo. Y un detalle no menor: Jepsen ya tiene 29 años y su audiencia objetiva no es adolescente.

La intención de Jepsen no fue hacer un hit al estilo Call Me Maybe, pero terminó con un puñado de cinco o seis canciones incluso mejores que este. Emotion ofrece con creces eso que se demanda y se celebra de un disco pop: originalidad, cohesión y canciones que se quedan en el cerebro. Lo que le falta –aunque este pedido ya es pecar de abuso– es mostrar más de Jepsen persona y menos de Jepsen cantautora. Pero eso queda para la próxima.

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