La lucha contra la garrapata en la ganadería es importante porque produce pérdidas por US$ 45 millones al año en el país. Pero tan importante como eso es que "atenta contra la propia sustentabilidad del sistema productivo y el mantenimiento de mercados rentables", alertó a El Observador el asesor y ex técnico de la Dirección de Laboratorios Veterinarios (Dilave), Armando Nari.
Como se recordará, EEUU interceptó y rechazó entre noviembre y marzo pasado varios contenedores con trazas de etión, un plaguicida que se utiliza de forma habitual en el combate a la garrapata en Uruguay.
Nari, quien participó de la discusión sobre el tema en las Jornadas de Buiatría que culminaron ayer en Paysandú, remarcó que "quedó demostrado" que el estado actual de resistencia a los garrapaticidas en Uruguay –al igual que en Brasil– "es crítico" y está en la etapa de la resistencia múltiple. Si no se adoptan medidas para minimizar el problema, "vamos en camino a quedarnos sin una herramienta casi única para el combate a la garrapata", enfatizó el asesor veterinario.
"Esto es más fácil de entender, si se piensa que casi la única herramienta eficaz que se dispone para el control de la garrapata son los compuestos químicos. Los acaricidas son un recurso no renovable (resistencia) que cuando se utilizan indiscriminadamente no están exentos de riesgos, por residuos, contaminación ambiental y la salud pública", sostuvo Nari.
Para el año 2050, la producción de carne en el mundo será duplicada y será fundamental el aporte de aves y cerdos, mientras que las carnes bovina y ovina serán consideradas una delicatessen, ocupando un nicho exclusivo del mercado, sostuvo el ex técnico de los laboratorios oficiales.
En su opinión, en la actualidad se accede a mercados de carne y leche más rentables, pero también más variables, especializados y exigentes en términos de salud pública y salud animal, incluida la vigilancia de que no aparezcan residuos de pesticidas en los alimentos.
Los mercados de la carne y la leche ahora son más variables y exigentes en salud pública y animal
El experto habló de la menor disponibilidad de pasturas que tiene la ganadería por el avance de la agricultura y la forestación, que determina el desplazamiento del ganado a áreas más reducidas, aumentando el riesgo de contraer enfermedades como la anaplasmosis y la miasis, en animales dentro o cercanos a las áreas forestadas.
Nari dijo además que el control rutinario de ectoparásitos genera de por sí, riesgos de producir residuos en carne y leche. Este riesgo es aún mayor, cuando aparece resistencia a los remedios antiparasitarios. Remarcó que el aumento de los residuos está ligado íntimamente a la presencia de resistencia parasitaria, la que produce un incremento en la frecuencia y concentración de antiparasitarios. Y puede transformarse en una barrera no arancelaria en el comercio entre los países.
Por otra parte, Nari dijo que "para la próxima década es racional pensar que la erradicación a nivel nacional es posible, pero no probable". Es posible porque Uruguay se encuentra ubicado en un área geo-climática marginal para su desarrollo, con extensas áreas naturalmente libres del parásito, y porque cuenta con una ley moderna y con la flexibilidad necesaria para establecer zonas categorizadas como de alto riesgo epidemiológico".
Sin embargo, advirtió que el logro "es poco probable, si se mantienen las condiciones actuales, ya que la resistencia será una limitante".
El ex técnico de Dilave agregó que también se dispone de la estrategia idónea que es el tratamiento generacional y esto supone que no se puede esperar hasta que "nos quedemos con menos de tres principios activos eficaces a nivel de los establecimiento". Esa es la gravedad que supone la presencia de la resistencia múltiple ya que terminará complicando el control.
El logro en garrapata "es poco probable si se mantienen las condiciones actuales"
Erradicar esas cepas es muy importante, como también lo es evitar que estas se produzcan, utilizando un diagnóstico oportuno que complemente la aplicación del tratamiento generacional.
La ley 18.268 prevé la creación de zonas de riesgo que permitan la erradicación, incentivando incluso la utilización de las vacunas contra los hemoparásitos, concluyó Nari.
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