La guerra de los puertos

Argentina amenaza aislar el sistema portuario uruguayo, o duplicar sus costos operativos, con su decisión de construir un nuevo canal oceánico de acceso a Buenos Aires. Lleva las de ganar –y Uruguay todas las de perder– en este nuevo episodio de una guerra portuaria que viene desde la época colonial, exacerbada por la animosidad del gobierno kirchnerista desde que la ex Botnia prefirió instalarse en nuestro territorio en la década pasada. Ahora ha llamado a licitación para el dragado de un canal a Buenos Aires, muy al sur del actual canal Punta Indio que sirve al tránsito naviero entre esa terminal y la de Montevideo. El alto costo de mantener Punta Indio es compartido por ambos países.

Pero si, como es seguro, Argentina deja de pagar su parte una vez que opere la nueva ruta, Uruguay enfrenta dos opciones tremendamente perjudiciales. Una es asumir el oneroso costo íntegro del mantenimiento de Punta Indio, duplicando el gasto actual. La alternativa es una caída aun mayor del movimiento de barcos que tocan ambos puertos. Al navegar hacia o desde Buenos Aires por el nuevo canal proyectado, la mayoría de los navíos pasarán de largo por Montevideo por la lejanía en que quedará nuestra terminal.

El kirchnerismo asegura contar con autorización uruguaya, concedida en la bilateral Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP) en 2006, durante la administración Vázquez. Nuestro actual gobierno niega que exista tal autorización. Pero los detalles de la presunta decisión uruguaya en la CARP, contenidos en el anuncio argentino, cuestionan la aseveración oficial uruguaya. Una fuente de nuestra cancillería anunció, al negar la existencia de la autorización, que Uruguay tomará “acciones concretas” para frenar el proyecto argentino. Pero la indefensión uruguaya y la ineficacia de la tolerancia ante los reiterados desmanes kirchneristas no autorizan esperanzas en un campo en el que ya hemos fracasado una y otra vez.

La nueva medida argentina se agrega a otras acciones restrictivas recientes, que han causado en los últimos cinco meses una sostenida caída en el movimiento de contenedores en Montevideo. Incluyeron la prohibición del transbordo de sus exportaciones en puertos uruguayos y del amarre de barcazas en Nueva Palmira. Agentes portuarios han señalado que si el canal Punta Indio deja de funcionar como hasta ahora por falta de mantenimiento bilateral, no solo Montevideo y las terminales del litoral sino hasta el proyectado puerto de aguas profundas en Rocha se verán adversamente afectados. Alejandro González, presidente del Centro de Navegación, dijo a El Observador que el nuevo canal argentino aislaría el puerto de Montevideo, eliminándolo como centro regional de navegación.

Ante esta alternativa, Uruguay probablemente no tenga otro curso que hacerse cargo íntegramente del mantenimiento de Punta Indio. Pero es una opción altamente costosa, que se agregará a los problemas que deberá enfrentar el próximo gobierno. En todo caso, sería importante comenzar a negociar con Buenos Aires, donde también vendrá un próximo gobierno presumiblemente menos agresivo con Uruguay que el de los Kirchner. Y siempre es importante mantener la operatividad plena del sistema portuario, que se ha transformado en un potenciador del rol regional de Uruguay. l