Ya es hora de hacer frente a los efectos negativos del cambio climático sobre la Tierra que, aunque parecen un guion de una película de catástrofe, está teniendo consecuencias reales en el medioambiente. Casi 20 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido a inundaciones, tormentas y terremotos el año pasado, una tendencia que probablemente empeorará, advierte un reciente estudio del Consejo Noruego para Refugiados. Expertos científicos de la ONU afirman que las emisiones de gases de efecto invernadero están generando extremos, como olas de calor y fuertes lluvias. Otros trabajos pronostican una infraestructura quebrada hasta en los países ricos por las inundaciones y alertan sobre la desaparición de muchas especies de mariposas. El mundo enfrenta un problema dramático que tiene enormes repercusiones políticas, económicas y morales. En este contexto, es muy acertada la declaración de guerra del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a las emisiones de dióxido de carbono.
El Plan Energía Limpia del gobierno estadounidense, anunciado el lunes 3, prevé una reducción de las emisiones de dióxido de carbono de las centrales eléctricas en una tercera parte para el 2030. Además, se traza el objetivo de disminuir la contaminación por azufre (90%) y dióxido de nitrógeno (75%). “Solamente tenemos un hogar, un planeta. No hay un plan B”, afirmó Obama, al fundamentar su política medioambiental para asegurar a las generaciones de sus hijos y nietos un “futuro más limpio y más saludable”.
Para la administración Obama, la acción climática “es una oportunidad económica increíble para desarrollar una fundación más fuerte de crecimiento”, según declaró la directora de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, Gina McCarthy.
Los aspirantes republicanos a la Casa Blanca han criticado las medidas medioambientales de Obama y ello puede dar una idea equivocada y es que el tema del cambio climático divide las aguas con nitidez, según ideologías. Pero no es así. Henry M. Paulson Jr, que proviene de la misma trinchera política, exsecretario del Tesoro del gobierno de George W. Bush, está convencido de que arreglar el clima es arreglar la economía.
“Si no actuamos, los riesgos se combinarán y perderemos la oportunidad de evitar los peores resultados. Los negocios necesitan factorizar las amenazas del cambio climático en sus decisiones de inversión y promover acciones legislativas, locales y nacionales. Cuando el cambio climático golpea, pagamos todos”, advirtió este banquero e inversionista a la revista National Geographic, el mes pasado.
La decisión de Obama coloca a Estados Unidos en una posición de más fortaleza en las negociaciones en París de este año para alcanzar un acuerdo que frene el calentamiento global.
Y obviamente es muy importante la dirección medioambiental de Obama, pero no es suficiente. Otros gobiernos, fundamentalmente el de China –aunque no el único–, deberían tomar nota de la actitud de Obama y empezar a tomar medidas de protección ambiental ante el riesgo cierto de que los males de la Tierra empiecen a ser irreversibles.
A esta altura no parece razonable que se ignoren las advertencias de científicos, organismos internacionales y ahora también banqueros sobre los efectos de los males climáticos.
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