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La Justicia investiga a restaurante por denuncia de paraguayas

Dos trabajadoras denunciaron maltratos, lo que generó dos inspecciones del Ministerio de Trabajo
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09 de enero de 2016 a las 05:00
El restaurante El Viejo Marino es uno de los más reconocidos de la zona del puerto de Punta del Este. Sin embargo, acusaciones de maltrato laboral a trabajadores paraguayos manchan por estas horas su nombre. Sobre lo que sucedió el lunes 28 de diciembre, cuando dos paraguayas renunciaron, y sobre la inspección del Ministerio de Trabajo, que desembarcó dos días después, hay varias versiones. A su vez, este jueves hubo una segunda inspección que fue filmada por el dueño del restaurante.

Dionisia Acosta, de 45 años, y Evalyn Giménez, de 23, comenzaron a trabajar en el restaurante El Viejo Marino de Asunción a comienzos de diciembre. El restaurante cierra en temporada y la mayoría del personal viaja junto a su propietario, el uruguayo Carlos Marrero, a Punta del Este para trabajar durante el verano. Acosta y Giménez llegaron a Uruguay el 14 de diciembre junto a otros seis trabajadores paraguayos. Al ingresar al país, el empresario omitió informar que no llegaban como turistas, sino para trabajar. Marrero reconoce ese error pero niega lo que luego relatan las empleadas.

"Yo estaba como ayudante de cocina y mi cuñada como ayudante de moza. Resulta que nos hacía trabajar mas de lo debido", contó Acosta a El Observador. "No teníamos día libre y en Navidad trabajamos hasta las 4 de la mañana", agregó. El acuerdo establecía que debían trabajar de 11 a 15 y de 19 horas al cierre. Las mujeres se quejan además del lugar donde dormían, ya que, aseguran, se trata de una habitación sin puerta ni ventilador.

"Carlos, yo no voy a trabajar más porque se me descompuso la mano", le dijo Acosta a Marrero el lunes 28 de diciembre. La mujer sostiene que el empresario las echó a la calle, que fueron insultadas, que la madre de Marrero las empujó y que fueron maltratadas por su esposa, también paraguaya. "Le dije: 'Basta señora. Yo no soy delincuente'. Una de las señoras me sacó mi bolso en el salón. Sacó mi ropa en el piso", contó Acosta. "Nos echó a la calle su mamá y su señora, paraguaya, y el señor Carlos. Empujaron a dos mujeres solas. Amanecimos en la calle. Pasamos super mal, en un país ajeno, donde no teníamos a nadie que nos ayudara. Sin un resto de plata", agregó.


Marrero lo niega. "Estas dos personas me renuncian un lunes y pretendían quedarse hasta el miércoles. Les dije: 'No, chicas. Hoy van a cobrar todo. Me cobran acá y se tienen que ir. Esto no es un hotel'", asegura el empresario, que mostró a El Observador las cartas de renuncia de puño y letra de las trabajadoras y la liquidación de ambas. Por seis días de trabajo, Acosta cobró $ 4.181 y Giménez $ 4.530. En ambos recibos, figura la firma de las dos. Sin embargo, Acosta dice haber cobrado US$ 45 ($ 1.350). En cuanto a la firma de las renuncias, Acosta dijo que la firmó a cambio de que le devolviera sus pertenencias.

Por su parte, Julio Fernández, el cocinero paraguayo del restaurante, dijo a El Observador que ese lunes "hubo una discusión con el propietario" pero no brindó detalles. "Yo no me siento maltratado y explotado mucho menos. Las condiciones donde descansamos no es la comodidad de la casa, tampoco es un hotel, es un cuarto. Pudo ser un poco mejor pero es un cuarto, es lo que se tiene. Entonces tampoco podemos ya reclamar mucho", expresó.

"Los horarios de descanso son cumplidos, pero por la noche no nos dejan salir a pasear por una cuestión de seguridad", agregó. El año pasado hubo dos denuncias en el mismo restaurante por "maltratos".

La primera inspección

Acosta y Giménez pasaron la noche del lunes 28 de diciembre en la calle. Al otro día, presentaron una denuncia por maltrato y la Policía les recomendó contactarse con el Sindicato Único Gastronómico y Hotelero del Uruguay, que puso en conocimiento del hecho al Ministerio de Trabajo.
La inspección ministerial llegó el miércoles 30.

Óscar Andino, dirigente del sindicato, dijo a La diaria que los trabajadores paraguayos fueron "alojados en el fondo del restaurante, hacinados en un depósito que no tenía ni puerta". Marrero mostró a El Observador que los trabajadores duermen en tres habitaciones y en un apartamento.
El Ministerio de Trabajo presentó denuncia penal y la Justicia investiga el caso. El empresario y los trabajadores contestaron 12 preguntas en la comisaría sobre el ingreso y las condiciones laborales.

"No entendí la agresividad de la inspección (del ministerio). Claro, había una denuncia por trata de personas. Ahora sí entiendo la agresividad de la inspección. Se manifestaron agresivos porque cuando ingresaron seis o siete inspectores, se identificaron, y en ese instante cuando la jefa del equipo está ingresando al recito, una de las paraguayas avisa en la cocina que habpía una inspección. La jefa del equipo grita: '¿Qué avisás? Se van, se van'. Y acá nadie se fue", contó el empresario a El Observador. "Cuando escucho ese grito, reacciono y le digo: 'Tranquilícese'. Ahí se generó cierto grado de pánico dentro del establecimiento".

La abogada de las dos trabajadoras paraguayas que regresaron a su país, Lucía Lorente, analiza iniciar acciones penales contra el empresario por posibles delitos migratorios.

(Producción: Juan Marra)

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