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La mafia de los chalecos

Los salvavidas que usan los refugiados suelen ser de mala calidad y no los salvan de ahogarse
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17 de abril de 2016 a las 05:00
Mucho se ha dicho sobre las redes de traficantes de refugiados, que se aprovechan de la vulnerabilidad de la gente y cobran fortunas por llevarlos a Europa en situaciones más que precarias. Al mal trato en el camino, la mala calidad de los botes y el hacinamiento que se genera en ellos, se suma otro elemento igualmente fatal: los chalecos salvavidas falsos que no impiden que los náufragos se hundan.

La situación fue denunciada por ONG que trabajan en rescate de refugiados en las islas de Grecia y en los últimos meses se tuvieron pruebas de que no mentían. Las autoridades turcas realizan inspecciones desde octubre del año pasado y han confiscado miles de estos chalecos falsos. Detuvieron a por lo menos 11 personas.

Por ejemplo, en octubre se confiscaron 1.300 unidades, 1.369 en enero y 2.500 en febrero. "No podemos confirmar ni negar que la producción de chalecos salvavidas se realice de modo organizado", declaró hace unas semanas al diario griego Ekathimerini un oficial del gobierno turco. "En una de nuestras redadas encontramos chalecos que ya habían sido usados, que todavía estaban mojados", agregó.

La ecuación resulta para los que solo quieren negocio: los chalecos falsos cuestan menos de € 10, mientras que los auténticos suelen valen cerca de € 30.

En la ciudad turca de Izmir, donde florece el contrabando, estos productos se venden en los comercios más variados. El periódico británico Guardian reprodujo lo que le relató el encargado de una zapatería en noviembre pasado: "Solo vendemos dos o tres pares de zapatos por día. Pero nos compran entre 100 y 300 chalecos cada día, y en verano llegan a ser 1.000 por día".

La diferencia entre los productos verdaderos y los falsificados no salta a la vista para los que no son expertos y los refugiados se convierten en víctimas de una prenda que los condenará si tocan el agua. En lugar de estar rellenos de algo que flote, adentro tienen material para mochilas o esponja, que absorbe el agua y empuja a la persona hacia abajo.

Si esta patalea para mantenerse en la superficie, la parte de atrás del chaleco hará fuerza para hundir su cabeza. Llevar estos trajes puede ser más peligroso que ir sin protección alguna.

Esa no es la única deficiencia del equipamiento falso: suele ser de un color menos llamativo que el indicado (y por lo tanto menos visto por los rescatistas), sin el silbato de reglamento y con cuerdas y enganches poco seguros.

"También se ven flotadores de brazos para niños, pese a que estos manguitos no son adecuados para su uso en mar abierto", advirtió al mismo periódico Will Stephens, un voluntario de la ONG británica Royal National Lifeboat Institution en la isla griega de Lesbos.

En esa isla hay una zona, como un gran basural, donde se acumulan los chalecos de colores. Son los que llevaban aquellos que se ahogaron pero aún pudieron ser trasladados hasta la costa para ser enterrados
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Negocio millonario
Lo de los chalecos es el eslabón de una cadena más larga, y es la de las redes criminales de traficantes de migrantes. Según Europol, la agencia del bloque contra el crimen, en 2015 estos delincuentes se hicieron de entre € 3.000 y € 6.000 millones.

Aproximadamente el 90% de los más de un millón de migrantes entrados ilegalmente a Europa en 2015 utilizaron "un servicio de facilitación", declaró el director de Europol, Rob Wainwright, y la cifra podría duplicarse o triplicarse si la crisis migratoria continúa a su ritmo actual.

Europol afirma disponer de información sobre casi 40 mil personas sospechosas de estar implicadas en el tráfico de migrantes. Los mismos son originarios de más de 100 países, aunque la mayoría proviene de Bulgaria, Egipto, Hungría, Irak, Kosovo, Pakistán, Polonia, Rumania, Serbia, Siria, Túnez y Turquía.
"La lucha contra el tráfico de migrantes es una de las principales prioridades de la UE con la finalidad de contrarrestar la crisis de los refugiados", declaró el comisario europeo encargado de la Migración, Dimitris Avramopoulos.

Según Frontex, la agencia europea de las fronteras del bloque, el ingreso de refugiados al continente en 2015 significó un aumento de 546% respecto a 2014.

En 2016 los números no descienden. Las últimas cifras disponibles de Frontex abarcan enero y en algunos casos también febrero y dan cuenta de al menos 132 mil ingresos al continente.

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