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La nueva integrante de Plaza Sésamo es una niña con autismo

Julia, la nueva marioneta del programa busca educar a los televidentes sobre como relacionarse con personas que padecen este trastorno
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20 de marzo de 2017 a las 09:01
Desde que comenzó a emitirse en la televisión estadounidense en 1969, Plaza Sésamo ha tenido como función entretener pero también educar a los niños que lo miran cada semana, tanto en aspectos básicos como matemáticas o lenguaje, como en asuntos más complejos, como el racismo o las enfermedades graves.

El ejemplo más reciente de esto último fue la inclusión, a partir del episodio del célebre programa de marionetas emitido el domingo, de Julia, un nuevo personaje. Julia es una niña con autismo, un trastorno que los responsables del programa querían retratar desde hace tiempo, dado el incremento de los diagnósticos que los guionistas notaban desde hacía décadas. "Las chances de que un niño de dos, tres o cuatro años tenga algún tipo de relación con un niño con autismo son bastante elevadas", explicó la conductora Lesley Stahl del programa 60 minutos.

A través de la colaboración con psicólogos, organizaciones especializadas y educadores, los responsables del programa buscaron retratar con exactitud el trastorno, aunque contemplando que no todas las personas lo presentan de la misma forma. Julia, por ejemplo, se altera cuando escucha sirenas, y no responde a los saludos de los otros personajes.

El origen de Julia se relaciona con una serie de videos e iniciativas sociales que el equipo detrás de Plaza Sésamo realiza en internet, y que apuntan a grupos de niños específicos, como aquellos que provienen de familias militares, con padres divorciados, o hijos de reclusos. Uno de esos videos trataba el autismo y generó tanta atención entre el público que decidieron trasladar a este nuevo personaje a la televisión.

El vínculo de Julia con el autismo también está determinado por la persona encargada de sus movimientos. Stacey Gordon, que controla a la marioneta, es madre de un niño con autismo. "Si los amigos de mi hijo se hubieran expuesto a este tipo de comportamientos a través de la televisión antes de haberlo experimentado de forma real en la clase, no se habrían asustado. No les daría miedo cuando llora. Habrían sabido que el juega de forma diferente y que eso está bien".

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