El reconocido escultor uruguayo habla de su vínculo con el mármol y los objetivos de la fundación que lleva su nombre

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La obra más demandante de Pablo Atchugarry

La fundación que lleva el nombre del escultor cumple este año su décimo aniversario
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07 de enero de 2017 a las 05:00
La amoladora se escuchaba desde la ruta que cerca a la Fundación Atchugarry. Siguiendo el sonido constante de la máquina, la vista encontraba fácilmente una estructura de andamios, un blanco mármol en el centro y una nube de polvo que salía de él, como el humo de un gran cigarro vertical.
La herramienta ya había encontrado en la enorme roca las clásicas formas de las obras de Pablo Atchugarry. Ángulos, suaves curvas y huecos ya daban una precaria forma a la escultura, que demandará semanas de trabajo hasta quedar finalizada.

A metros de los andamios, como en un Stonehenge blanco y mucho más arbitrario que el monumento inglés, grandes mármoles esperaban su turno afuera del taller. Según Atchugarry, pueden esperar allí meses, incluso años, antes de que la inspiración indique el camino para encontrar el arte que esconden sus toscas aristas. "Son como gigantes que me están acompañando, de alguna manera marcando el tiempo", observó el artista.

Desde 1979 el nombre de Atchugarry es casi un sinónimo de su material predilecto: el mármol de Carrara. "Ya van hacer casi 40 años de ese momento, y sin embargo sigo trabajando en el mármol. Esa atracción, esa comunión existe, y se mantiene en el tiempo", afirmó.

En esos años, el escultor se ha transformado en uno de los artistas contemporáneos más importantes del país. Uno cuya obra es rotundamente celebrada en el exterior. Recientemente el escultor protagonizó los titulares noticiosos cuando una de sus obras, Untitled, fue subastada por US$ 439.500 en Christie's de Nueva York. Se trató de una cifra récord para el artista.

Es una obra que formó parte de la exhibición Ciudad Eterna, eterni marmi, una retrospectiva de 40 esculturas realizada en el Museo de los Foros Imperiales de Roma. "Todas las piezas de esa muestra tuvieron mucha visibilidad durante diez meses. El panorama era extraordinario y la muestra fue muy visitada", contó el artista.

"No sabemos nunca los detalles de quién la compra. Lo cierto fue que hizo este récord, que fue muy importante. Pero lo importante de todo es continuar en el taller. Cuando recibí la noticia me fui a las 3 de la mañana al taller en Italia a dialogar con los mármoles, y a seguir el camino", recordó Atchugarry.

Cuando una obra sale de sus talleres, sea en El Chorro o en Lecco (Italia), y aunque lleve su firma, para él ya no le pertenece. Cada una de ellas, afirmó su creador, pertenecerá desde ese momento a la humanidad.

"Todos tenemos una vida limitada y las obras no. Es un mensaje que va a quedar para la posteridad, para las nuevas generaciones. Entonces, no me apego a las obras", sostuvo. Por eso, el trabajo diario más que una costumbre es una necesidad.

En este afán de compartir su obra con el público, Atchugarry tuvo el año pasado la oportunidad de protagonizar muestras individuales en Nueva York y Londres. Asimismo, planea desembarcar este año en San Marino.

En su país de origen, más allá de la muestra permanente en la Fundación, no exhibe desde 2008. "Aquí en la Fundación trato de traer obras que se queden, como La Piedad o un modelo de la obra que fue a la Bienal de Venecia en 2004. Son obras que van quedando y que quedarán para siempre como patrimonio cultural del país. Tuve un ofrecimiento para hacer una exposición en el Museo Blanes, que me gustó mucho el lugar. En fin, vamos a ir buscando posibilidades y me gustaría sí compartir con el público uruguayo", dijo.

El escultor está preparando un entorno especial para exhibir La Piedad. Se trata de una de sus primeras obras en mármol de Carrara, que realizó en Italia entre 1982 y 1983, y se inspira en la obra de Miguel Ángel. Es, por lo tanto, una de las creaciones más importantes para Atchugarry. "Tuvo una especie de peregrinaje en distintos lugares, y ahora hace 4 años que está aquí en Uruguay, para que sea su destino final. La idea fue construir una especie de capilla, un lugar de encuentro, de reflexión, donde va a estar solamente esta obra", contó el escultor.

La estructura angular en madera ya se puede ver en el predio de la Fundación, al borde del lago (ver imagen abajo). Realizada por el arquitecto Leonardo Noguez, la capilla quedará finalizada el año que viene. "Todo va a estar en función de esta obra", concluyó Atchugarry.

Diez años de acercarse al público

Fundación Pablo Atchugarry
Fundación Pablo Atchugarry
Fundación Pablo Atchugarry

Días antes de fin de año, la Fundación Atchugarry, estaba en pleno armado de su primera exposición de la temporada. Este 2017 el espacio cultural cumplirá diez años con una ampliación no solo el parque de esculturas, sino también realizando exposiciones permanentes y temporales, además de actividades culturales y educativas orientadas especialmente a niños y jóvenes. "Nació un poco así: pensando en un lugar de encuentro entre artistas y entre artistas y público", contó su mentor. "Lo considero una especie de santuario, donde la energía de tantos artistas está presente".

La agenda de esta temporada está protagonizada por la muestra Vértigo - au rendez-vous de amis, que tiene su primera parada por Latinoamérica en la Fundación. Curada por Luca Massimo Barbero, reúne bajo un concepto común a tres artistas: Francesco Candeloro, Riccardo De Marchi y Arcangelo Sassolino –amigos y colegas desde hace más de 15 años– que crean sobre diferentes medios.

"Hay dos cosas que los reúnen", explicó por su parte el director ejecutivo de la Fundación e hijo del escultor, Piero Atchugarry. "Primero es la materia: dos de ellos utilizan materiales industriales. En la obra de los tres parece que no hubiera presencia del ser humano", agregó. Por otro lado, es la percepción lo que define a cada creación. "Las obras pueden envolver los sentidos y casi desestabilizar un poco lo que uno piensa de lo que puede ser una obra de arte. O la emoción que uno puede sentir, cuando se pierde en los millones de agujeritos que hace De Marchi, los skylines de Candeloro, o las compresiones de Sassolino", detalló.

Esta muestra estará acompañada por un ciclo de piano que se realizará el jueves 12, el viernes 20 y el viernes 27 de este mes, así como también un concierto de música de cámara y otro de guitarra, el sábado 14 y el sábado 21, respectivamente.

Consultado sobre sus desafíos para los próximos años, Atchugarry no se puso una meta en mármol, sino que colocó a la misma Fundación en primer lugar. "Es una obra en sí misma", dijo. "Es el equilibrio entre la naturaleza y el arte. Llevar la Fundación siempre adelante es un esfuerzo muy grande. Cada vez que viene un niño a la Fundación es un premio al camino que se está haciendo".

Dentro de Vértigo


Francesco Candeloro

Candeloro realiza estructuras de acrílico en colores neón, plexiglás cortado con láser, conformando paisajes o siluetas, e instalaciones de papel superpuesto, "un caleidoscopio incesante en el que la mirada siempre está en juego", define Luca Massimo Barbero en el catálogo de la muestra. "Las obras están hechas por una suma de color, de los patrones de luz y del color, donde la luz es fundamental", detalló el artista. "La luz que atraviesa el ojo transforma y modifica el trabajo".

Riccardo De Marchi

Con diferentes materiales (acrílico, aluminio, acero inoxidable) y con la ayuda de un taladro, De Marchi plasma un lenguaje personal, una suerte de braile formado por agujeros de diferentes tamaños. "Es un alfabeto", explicó el artista. "La escultura es una suerte de escritura, realizada con el punto. Cada material responde de modos diversos y dan la idea de una escritura diversa". Además, con el aluminio sobrante de cada perforación, De Marchi elaboró un cubo de 1,50 metros de lado.

Arcangelo Sassolino

Sassolino trabaja con la tensión y la fricción. "Cada obra tiene una reacción física permanente", afirmó Piero Atchugarry. En la muestra se pueden ver, por ejemplo, dos neumáticos de camión sujetos por vigas que presionan sobre la goma, deformándola. "Aunque parezca estática, todo el tiempo está luchando por mantener su forma", agregó el director. Acompañan a esta pieza obras en hormigón y una "máquina performática", que ejerce 100 toneladas de fuerza sobre un bloque de madera para romperlo.


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