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La oscuridad y la luz

Un repaso por la obra de Eduardo Darnauchans, que será homenajeado hoy por destacados músicos uruguayos en un espectáculo en el Teatro Solís a diez años de su muerte
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02 de marzo de 2017 a las 05:00
Diez años del fallecimiento de Eduardo Darnauchans se cumplen el próximo martes. El Darno, como era conocido entre sus seguidores, fue en vida un artista de culto que alternó momentos de mayor popularidad con tiempos donde su música estuvo más en los márgenes, algo que se relacionó también con sus altibajos personales.

Darnauchans fue encasillado como un artista "oscuro" y "maldito". Hay justificaciones para eso. Sus canciones hablaban de angustia y muerte, pero también tenían un lado esperanzado y vital. Su estirpe de poeta maldito se contradecía con su afabilidad y espíritu solidario; ya sea apoyando a músicos más jóvenes, a causas políticas y sociales, o recibiendo en las mesas de los bares que frecuentó a quien quisiera hablar con él.

El culto a su obra no aumentó con su desaparición física, ni se expandió internacionalmente como sucedió por ejemplo con la de su tocayo Eduardo Mateo.

Tal vez tenga que ver con la casi inactividad de sus últimos años y con una discografía corta que se concentró principalmente en las décadas de 1970 y 1980.

Razones para que su música siga descubriéndose y difundiéndose, sin embargo, hay muchas.
Comienzo y confirmación

Darnauchans comenzó su carrera musical de muy joven. Proveniente de Tacuarembó, fue parte de una barra de artistas que agrupados en torno al poeta y profesor literario Washington Benavides, comenzaron a componer poesía y canciones bajo la motivación del maestro.

Darnauchans tenía 16 años cuando ganó un certamen de música que le abrió las puertas para grabar un álbum. El artista viajó a Montevideo a los 17 y la grabación del disco se dilató durante un año. El resultado fue Canción de muchacho, su sorprendente debut.

En el disco el artista juntó su influencia literaria musicalizando poesía, con un fuerte influjo de la música anglosajona, sin dejar de lado las raíces uruguayas. Aunque es fácil ver el influjo de Bob Dylan y Leonard Cohen, es sorprendente como esas influencias se mezclan con la tradición trovadoresca, con la canción francesa y con la milonga uruguaya, dando como resultado algo único, donde también juega un rol fundamental su voz y su forma de cantar.

Algo parecido pasa en Las Quemas, su siguiente disco editado en 1974, que continuaba la línea acústica, de canciones folk con complejos textos poéticos. Pero el cenit de esa primera etapa está en Sansueña, su álbum de 1978, creado en medio de internaciones psiquiátricas, en la etapa más dura de la dictadura uruguaya y en tiempos en los que Darnauchans comenzaba a sufrir una serie de persecuciones muy crueles por parte del régimen. Es un disco oscuro y con una pesada carga emotiva, pero a la vez lleno de belleza. En él hay canciones que fueron parte fundamental del repertorio de Darnauchans y modelaron su imagen de artista torturado, como Cápsulas, Ni siquiera las flores, Final, Memorias de Cecilia o El instrumento. Fue invalorable el aporte de Jorge Galemire en el disco, que ofició de productor, arreglador e instrumentista casi único.

La dictadura se ensañó con Darnauchans por su filiación comunista, prohibiéndole actuar en vivo desde 1979 hasta 1983. En ese marco el autor hizo Zurcidor (1981) quizás su mejor disco, el primero en el que los textos de su autoría son mayoría, donde hay un trabajo musical grupal y con más tintes roqueros. Allí están Balada para una mujer flaca, Pago y Como los desconsolados, por ejemplo.

Popularidad y oscuridad

Darnauchans fue uno de los pocos músicos del "canto popular" valorados por la movida roquera posdictadura. Pertenecía en verdad a la generación del primer rock uruguayo, también bastante ignorada por esa movida, pero su propuesta calzaba a la perfección con la tónica dark del rock de los ochentas.
La segunda parte de esa década y el inicio de la de 1990, fue la de mayor popularidad del artista.

Darnauchans abrió los recitales de su admirado Bob Dylan y de Paul Simon, hizo un concierto en el Solís que se convirtió en un álbum en vivo, compartió escenario con colegas más jóvenes como La Trampa (con quien grabaría más adelante una excelente versión del tema Ídolos de Los Estómagos). También editó dos de sus mejores álbumes: Nieblas & Neblinas (1985) y El Trigo de la luna (1989). Su música fue escuchada por Joaquín Sabina, quien –años antes de lo que pasaría con Jorge Drexler– intentó convencerlo de irse a España.
En la segunda mitad de los 90 Darnauchans volvió a vivir otra de sus etapas oscuras, de la que salió intermitentemente, muchas veces gracias a la ayuda de sus colegas; Fernando Cabrera entre ellos, pero también artistas más jóvenes como Alejandro Ferradás y Guzmán Peralta, quienes fueron sus músicos acompañantes en ese período. No volvería a grabar material original hasta inicios del nuevo siglo.

Dieciséis años después de su último disco de estudio editó El ángel azul en 2005, un álbum de grabación muy accidentada, en el que su voz luce muy desmejorada pero con grandes composiciones.

Alguno de los músicos que compartieron la trayectoria de el Darno lo homenajearán hoy a las 21 horas en el Teatro Solís, con un espectáculo llamado Lqqd, titulo de una de sus canciones. Estarán entre otros Washington Benavides, Fernando Cabrera, Gastón Ciarlo "Dino", Walter Bordoni, Samantha Navarro, Eduardo Larbanois, Mario Carrero, Estela Magnone, Rubén Olivera, Tabaré Rivero, Alejandro Spuntone y Rossana Taddei. Las entradas están agotadas.

Cabrera sobre Darnauchans: "Inventó su espacio"

Fernando Cabrera fue un gran compañero de ruta en la carrera de Eduardo Darnauchans. Participó en varias grabaciones de su colega, además de compartir escenarios y vivencias. Recientemente editó un disco en vivo con versiones de temas de Eduardo Mateo y Eduardo Darnauchans.

"Comenzó precozmente su carrera discográfica con Canción de muchacho. Mostraba dos virtudes: la personal manera de usar la belleza de su voz, y un altísimo nivel como compositor de melodías", dijo Cabrera sobre el Darno.

"En ese tiempo no escribía las letras sino que recurría a diversos poetas, varios modernistas latinoamericanos más Washington Benavides. Esto se continúa en sus dos siguientes discos Las quemas y Sansueña. A partir del cuarto, Zurcidor, agrega dos nuevas virtudes: comienza a escribir él sus notables textos, y se desarrolla sorpresivamente en el campo armónico de sus composiciones, inventando nuevos acordes gracias a su arrojo y ánimo innovador (ejemplo: Como los desconsolados) sin tener ninguna preparación al respecto", recordó Cabrera.

"Nunca perteneció a corriente o estilo previo de la canción popular uruguaya. Inventó su espacio", resumió.

Lo que puede escucharse hoy

Gran parte de la discografía de Eduardo Darnauchans está disponible en CD y en las plataformas de streaming y descarga digital. De sus discos de estudio están Canción de muchacho, Las quemas, Sansueña, Zurcidor (todos de Sondor) y El ángel azul (Ayuí). Faltan Nieblas & neblinas y El trigo de la luna (editados por Orfeo, hoy parte de Bizarro). También hay varios registros en vivo que publicó el sello Ayuí, incluyendo el álbum Ámbitos a dúo con Fernando Cabrera. Pese a su estirpe de artista de culto –o quizás gracias a ella– Darnauchans ha sido además tema para varios libros. El más abarcador es el biográfico Entre el cuervo y el ángel (Perro Andaluz), escrito por Marcelo Rodríguez.

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