Opinión > OPINIÓN / NELSON FERNÁNDEZ

La tempestad que desató Vázquez: arieles versus calibanes

El presidente demostró poder político al Frente y lo deja atado a debate presupuestal por varios meses
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04 de febrero de 2017 a las 05:00
Los dirigentes frenteamplistas que creían que Tabaré Vázquez estaba desgastado en salud y en poder político, enfrentan ahora a un líder que mueve sus piezas con la habilidad de desconcertar a sus correligionarios. Y el desconcierto inmoviliza a sus interlocutores.

El jefe de Estado no precisa tanto el apoyo expreso del Frente Amplio, sino que necesita eliminar obstáculos, o neutralizar movidas internas que desacomoden su plan. O sea que no los precisa para que lo ayuden, sino que necesita que no le estorben.

¿Cómo logra eso? Con el uso del poder. Si fija agenda, obliga al resto a girar sobre sus temas, y de esa forma evita que la bancada le imponga planes al Ejecutivo.

Además, él tiene el poder para cambiar ministros cuando quiera, pero también tiene el poder de guardar el secreto sobre cuándo y cómo hacerlo. La expectativa generada sobre eventuales cambios, se generó con un silencio que el presidente rompió cuando quiso. Y cuando efectivamente lo hizo, se limitó a decir que no tenía nada previsto, pero sin compromiso alguno hacia el futuro. Todos siguen, pero nunca saben hasta cuándo.

El desconcierto le da poder. Los dirigentes de los grupos que forman la coalición quieren hacer estrategia, pero les falta información y les sobra desconcierto.

El planteo que Vázquez hizo al presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, para que el partido de gobierno haga propuestas presupuestales, fue visto por algunos hombres del Ejecutivo como el riesgo a tener que negociar sobre planes imposibles de cumplir. Pero en realidad fue una acción que pone al Frente a discutir sobre un texto que se debe presentar el 30 de junio. Les impone agenda.

¿Ese fue el motivo para que Vázquez abriera la puerta a un diseño presupuestal colectivo?No. El motivo fue otro. No le gustó nada que a través de la prensa le quisieran armar una reunión con su antecesor José Mujica.

Cuando Tabaré quiere hablar con ex presidentes, los llama a todos, sin importar el partido.
Cuando quiere comunicarse con la bancada oficialista, lo hace con los coordinadores, a través del vicepresidente o con todos los legisladores. Siente que no tiene que destacar a uno por encima del resto, ni aunque sea "Pepe".

Por eso, cuando leyó un par de notas que hablaban sobre la necesidad de reunión con Mujica y Danilo Astori, levantó el teléfono y habló con Miranda, y le dijo que quería la opinión de todo el Frente (no de un dirigente en especial). Nada de mano a mano con el "Pepe": sino con todos.

La discusión de la Rendición de Cuentas se adelantó varios meses, lo que para algunos dirigentes implica un desgaste político innecesario. Pero el caso es que ello supone que se bloquean otras discusiones, porque se obliga al Frente a estar girando sobre un tema único.

¿Hay riesgos políticos para el presidente y el gobierno? Los riesgos serían que la usina de ideas de izquierda generara propuesta que no están a tono con la línea del eje Vázquez-Astori-Nin Novoa de apuesta a incentivar inversión privada extranjera y lograr apertura comercial.

Pero el Frente ya no tiene mayoría propia en Diputados, por la disidencia de Gonzalo Mujica, por lo que si la mayoría (conformada por MPP, PCU, 711, Casa Grande, PVP y otros) quiere presionar para incluir aumento de gastos polémico, aun cuando el Ejecutivo lo incluya en el texto, no habrá votos para aprobarlo. Ahora, todos miran al diputado de la Unidad Popular. Pero eso no es sencillo.

Vázquez pasó a la ofensiva. Y ese Frente dominado por una mayoría que reclama más izquierda, queda a la retaguardia. Tabaré les muestra el juego del poder.

Los ministros viajaron a Colonia sin saber qué cartas tenía Tabaré, y volvieron a Montevideo con menos información nueva de la que se piensa, porque la reserva no oculta sorpresa alguna.
Pero ahora, y más allá de la posibilidad de aprobar o no cuestiones polémicas, el debate se dispone a animar la interna del oficialismo y provocar disgustos, si una parte del Frente busca posicionarse como que es sensible a los reclamos sociales y es bien de izquierda, y demostrar que la otra, privilegia preservar equilibrios, por lo que al final es como la derecha.

José Enrique Rodó se basó en "La Tempestad" de William Shakespeare para crear "Ariel", su mensaje a la juventud latinoamericana del 1900, mediante las tres figuras de aquella obra: el sabio y mago "Próspero", el espíritu "Ariel" y el esclavo "Caliban", hijo de una bruja y un diablo.

En el ensayo de Rodó, "Próspero" era el nombre dado por los "jóvenes alumnos" a su "viejo y venerado maestro". La obra trata del mensaje que ese docente transmite en la última clase del año.
En el uso de esa referencia shakesperiana, Rodó presenta a "Próspero" como símbolo de sabiduría.

"Ariel" es la representación de "la parte noble y alada del espíritu", el "entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia", mientras que "Calibán" es "símbolo de sensualidad y de torpeza, con el cincel perseverante de la vida".Uno es símbolo del idealismo y la espiritualidad; y otro representa el materialismo.

De alguna forma, Ariel es el bueno y Calibán es el malo; a uno lo mueven los ideales y el otro persigue las cosas, por las cosas en sí mismo. Distorsionada políticamente, esa imagen persiste en la historia a modo de grieta entre "los buenos" y "los malos"; o los empeñados en dictar normas de aproximación a la felicidad, y los encaprichados en fijar límites.

Al "Ariel" le encantaría dar un presupuesto de enseñanza igual a 6% del PIB. Pero "Caliban" diría que eso no es posible, que hay que cuidar la caja, que importa preservar equilibrio en el erario público antes que embarcarse en sueños locos.

¿Cuál es el bueno y cuál es el malo? ¿Qué es lo mejor para el pueblo? Vázquez acaba de demostrar al Frente que aunque cumplió 77 años, pero no está viejo; y que aunque no tiene reelección, igual sabe mantener poder político.

Ata a la interna a una discusión larga. Desató una "tempestad" que dispersa otras tormentas. La interna frentista puede caer en una lucha entre "arieles" y "calibanes", que sea dañina para la coalición, pero que de aire al presidente para seguir su plan de gobierno.

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