"Para que te lleves y brindes allá", dijo Roberto Caballero, amigo y antiguo secretario de Eleuterio Fernández Huidobro al despedirse del féretro en el panteón del Casmu en el Cementerio del Buceo. Caballero sacó de una bolsa de papel una botella de Espinillar que dejó sobre el ataúd, encima del que ya había una bandera del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) y otra de Peñarol que el propio presidente de la institución, Juan Pedro Damiani, llevó al velatorio en el Salón de Honor de la secretaría de Estado.
Al sepelio asistieron como representantes del Poder Ejecutivo el ministro del Interior, Eduardo Bonomi y el canciller, Rodolfo Nin Novoa. El expresidente José Mujica hizo un breve discurso para despedirse de su antiguo compañero de la guerrilla. "Hasta siempre, hasta siempre compañero", dijo, emocionado. Y Bonomi, que también integró el MLN, habló en nombre del Poder Ejecutivo y agradeció a Fernández Huidobro su gestión como ministro. "Hasta siempre, Ñato", se despidió.
Y agregó: "Su capacidad de análisis le hizo entender que detrás de quienes atacaban a las Fuerzas Armadas estaban los centros de poder mundial a los que él combatió durante toda su vida. Eso le despertó críticas y enemigos y le hizo profunda mella en su alma".
Manini Ríos también señaló que en base a su trabajo como ministro, Fernández Huidobro "se fue ganando poco a poco el respeto y la consideración de las Fuerzas Armadas".
"Yo sé que estás ahí riéndote de todo. Nos dejaste un desafío solo, decir lo que se piensa aunque te relajen. Cumpliremos", escribió el exdiputado Luis Rosadilla en el libro de condolencias que en la mañana de ayer estuvo en la puerta del Ministerio de Defensa durante el velatorio de Fernández Huidobro. Por allí pasaron las principales figuras del actual gobierno, así como dirigentes de la oposición, compañeros de militancia política y familiares que se hicieron presentes en el edificio ministerial para dar el último adiós al "Ñato".
Fue una jornada emotiva, cargada de recuerdos y anécdotas sobre la vida de Fernández Huidobro, en la que su característica rebeldía y placer por decir su pensamiento a pesar de todo fue destacada por todos como la cualidad que hizo más respetable al exjerarca.
Las camionetas cargadas de arreglos florales no dejaron de llegar durante toda la mañana. Tan así que en determinado momento los arreglos comenzaron a exhibirse fuera del ministerio, rodeando la fachada, porque dentro ya no cabían.
Lo mismo ocurrió con los asistentes que, pese al poco espacio, esperaban amontonados pero pacientes en el hall del ministerio el momento en el que podrían ingresar a la sala donde aguardaba el cajón fúnebre. Adentro, la escena estaba cargada de un fuerte simbolismo: el cajón rodeado por la bandera de Uruguay y a sus pies la bandera del MLN-T.
Pero la presencia de algunos tupamaros generó los momentos más emotivos. En especial la figura de Mauricio Rosencof, quien recitó a la prensa un fragmento de su libro Memorias del Calabozo: "Y si este fuera mi último poema insumiso y triste, raído pero entero, tan solo una palabra escribiría: compañero".
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