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Las 51 sombras de Marlon Brando

El estreno de la película Cincuenta sombras de Grey obliga a recordar el último filme que causó más polémica por su contenido sexual explícito en Occidente: Último tango en París, de Bernardo Bertolucci
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11 de febrero de 2015 a las 17:07

La película Cincuenta sombras de Grey se exhibió anoche a modo de preestreno exclusivo y se estrena oficialmente hoy con miles entradas agotadas de antemano. El furor de las tres novelas de la escritora inglesa Erika Mitchell, más conocida por su seudónimo literario de E.L. James, tenía una traducción obvia en la pantalla. Solo había que esperar la circunstancia y el cine se iba aprovechar de los caudales de fanáticos que recabó la trilogía.

El revuelo armado en torno al filme por su supuesto contenido sexual y por la perversión del argumento no debe hacer olvidar que, cada tanto, el cine tiene estas salidas hacia la pulsión erótica, hechas con mayor o menor calidad, honestidad y crudeza.

Si retrocedemos en el tiempo, cada década tuvo su cereza roja. En la década de 1990 Sharon Stone atrajo todas las miradas en Bajos instintos y en la de 1980 Kim Bassinger y Mickey Rourke exploraron sus lados morbosos en Nueve semanas y media. Fueron películas donde la dominación y la sumisión sexual eran el centro de las retorcidas historias. Las dos provocaron espanto entre los más puritanos y sufrieron de alguna que otra censura.

Pero quizás haya que ir hacia el origen de los escándalos en cuanto a cine con contenido sexual explícito: Último tango en París, dirigida por el italiano Bernardo Bertolucci en 1972 y protagonizada por Marlon Brando y la entonces muy joven (19 años) Maria Schneider.

Vi la película para recordarla mejor y debo decir que, a pesar de tener 42 años de estrenada, mantiene en gran parte su fuerza primigenia y su carácter extremo, para una cinta que no pretende ser pornográfica.

En resumidas cuentas, el argumento se mueve en base a los pasos dudosos de dos personajes que se encuentran por casualidad caminando por un puente de París. Brando es un estadounidense viudo que vive en un hotel. Schneider es una joven con toda la ingenuidad y las ganas de experimentar sensaciones nuevas propias de su edad. La tracción de ambos se centraliza en un apartamento vacío donde consuman sus encuentros, que van creciendo en intensidad y en complejidad morbosa.

Una famosa escena donde Brando utiliza manteca como lubricante fue uno de los grandes disparadores para la censura internacional y llevó la frontera de lo permitido frente a cámaras con estrellas reconocidas mucho más lejos que nadie hasta entonces. Se trataba de un ser torturado, encarnado por el actor más importante del mundo en el momento, se aprovechaba de la debilidad de una hermosa joven que se enamoró de él cuando él solo quería seguir reproduciendo el juego lascivo con un apetitoso conejillo de indias.

Bertolucci declaró que imaginó la historia a partir de algunos sueños y pesadillas que se le cruzaron por su mente un tiempo antes de filmar la película.

Según el sitio web uruguaytotal.com, que posee un registro exhaustivo de todo el cine que se estrenó en Uruguay desde 1929 a la fecha, Último tango en París llegó a Montevideo en 1974 con intención de proyectarse en el cine Luxor, que se caracterizaba por exhibir cine erótico. Pero las autoridades del Ministerio del Interior de la época, en plena dictadura militar, se opusieron a ello.

La película recién se estrenó una década después, en abril de 1984, ya en el camino hacia la reapertura democrática, en el cine California. Pero incluso entonces, la copia que se exhibió tenía escenas cortadas.

Vista en perspectiva, Último tango en París es una historia que se sostiene en el clima opresivo que expande la personalidad de Brando en escena, un dominador que con un gesto de su cara, con un movimiento de cejas, tiene en sus garras toda la frescura y la pasión de Schneider y en sus actos carnales deja la moral para los pacatos, muchos de los cuales llenaron las salas para ver la película resguardados en la oscuridad del cine.

Quizás los mismos o sus hijos o sus nietos estén en otras salas por estos días mirando con ojos bien abiertos Cincuenta sombras de Grey.

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