Las devastadoras consecuencias de un ataque químico

La oposición Siria denunció este martes un ataque con armas químicas del régimen del presidente Bashar al Asad contra la ciudad de Jan Sheijun, en el noroeste del país, controlada por los rebeldes.

Se trata de una gravísima violación del derecho internacional. Los ataques de gas nervioso están considerados como armas de destrucción masiva por la ONU, y su producción y almacenamiento está prohibido mundialmente desde 1997. Todos los países miembros de la ONU tiene la obligación de eliminar sus stocks.

El hecho de que se usen contra su propia población, y contra niños, le agrega una brutalidad inusitada. Por ejemplo, según el ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, si se confirma la responsabilidad del gobierno sirio se trataría de un caso "de crueldad casi incomparable".

Pese a que Siria negó enfáticamente las acusaciones, no hay otra fuerza en la zona con la infraestructura suficiente para lanzar un ataque de ese tipo, que fue corroborado por periodistas y ONGs en la zona. No hay pruebas aún de quién lo lanzó.

Para peor, sería una reiteración del grave ataque lanzado contra la población rebelde de Ghouta, que causó más de 1.400 muertos en 2013. En ese entonces, la ONU concluyó había "información clara" de que el gobierno de Al Asad había sido el culpable de los ataques. Sin embargo, la postura de Rusia –con poder de veto en el Consejo de Seguridad- impidió que el gobierno de Al Asad recibiera sanciones por este brutal crimen de guerra. Moscú dijo que fue una puesta en escena de los opositores para que EEUU entrara en el conflicto.

Tras ese ataque se firmó una nueva Convención sobre la prohibición de armas químicas, de la que Siria fue firmante. Sin embargo, las acusaciones a Damasco por emplear este tipo de armas se suceden, y una investigación dirigida por la ONU ha apuntado al régimen por haber realizado al menos tres ataques con cloro, en 2014 y 2015.

En ese momento, el presidente de EEUU Barack Obama también fue fuertemente criticado por su falta de fortaleza para presionar para la salida de Al Asad tras este ataque. Hoy el vocero del presidente Donald Trump, Sean Spicer aseguró que este ataque se debe a la "debilidad" de Obama en 2013.

Lo ataques con Gas Sarín son considerados inusualmente crueles, incluso dentro de la lógica de guerra.

El gas es inodoro, por lo que las víctimas no tienen ninguna posibilidad de prevenirse. Ingresa en el organismo, y a través de una reacción química, bloquea hasta la incapacidad los músculos implicados en la respiración. De esa manera, la persona muere por asfixia, mientras está absolutamente consciente.

Otra de las posibilidades es un ataque con gas cloro. En ese caso los ataques también pueden generar asfixia, irritación de vías respiratorias, quemaduras internas o en la piel, y a menudo son mortales. Todos esos síntomas, además, provocan desesperación en el afectado, que agrava el cuadro.

Los testimonios en siria este martes son claros de la existencia de un ataque químico. Videos de militantes antirrégimen mostraban cuerpos sin vida sobre las calzadas y otras personas aquejadas por espasmos y episodios de asfixia. Las víctimas "tienen las pupilas dilatadas, convulsiones, espuma saliéndole de la boca", explicó Hazem Shahwane, un socorrista entrevistado en uno de los hospitales de la ciudad. Al menos 11 niños fallecieron, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

Periodistas de AFP también vieron a pacientes con espuma saliéndole de la boca. Muchos eran rociados con agua mientras los médicos trataban de reanimarlos.

Para peor, el hospital fue posteriormente bombardeado, provocando importantes daños en el centro de salud y la huida de los médicos entre los escombros.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá este miércoles para evaluar el tema. Las repercusiones han sido previsibles: los países occidentales condenaron fuertemente el ataque, mientras que Rusia nos e ha expedido.