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Las estrellas ya no alcanzan

El nombre de un artista no es suficiente para que una película sea un éxito entre el público
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27 de noviembre de 2015 a las 05:00
¿Qué tienen en común George Clooney, Johnny Depp, Reese Witherspoon, Adam Sandler, Mila Kunis, Hugh Jackman y Bradley Cooper? Son algunos de los actores mejores pagos de Hollywood, por supuesto. Pero también son integrantes de otro grupo: ejemplos de la nobleza de la meca del cine, quienes han encabezado algunos de los grandes fracasos de taquilla del año. Y no son las únicas superestrellas que han fallado en atraer al público al cine en 2015.

Este año de fracasos de alto perfil se inició con Mortdecai y El destino de Júpiter, y culminó con algunos más en las últimas semanas. By the sea apenas llamó la atención a pesar de la presencia de Angelina Jolie y Brad Pitt, y lo mismo pasó con Our Brand is crisis, que protagoniza Sandra Bullock. La semana pasada, el atractivo combinado de Julia Roberts, Nicole Kidman y Chiwetel Ejiofor no fue suficiente para que el público se interesara por la versión estadounidense de El secreto de sus ojos. La película recaudó US$ 6,6 millones en la taquilla norteamericana, lo que estuvo incluso por debajo de las expectativas más pesimistas del estudio.

No siempre es culpa de un actor que su película no tenga respuesta entre el público. Pero el hecho de que las debacles más importantes de 2015 hayan incluido a tantas estrellas de primera línea lleva a preguntarse: ¿por qué los estudios ponen tanta fe en los actores de renombre cuando claramente no son fuentes de dinero confiables?

Una cara conocida

La creencia de que una película solo es vendible si tiene a una estrella importante no solo es anticuada, sino también extendida en la industria. La explicación del director Ridley Scott sobre su elección de elenco para Éxodo: dioses y reyes es un ejemplo de esto. Cuando empezaron las quejas sobre el hecho de que todos los egipcios fueran interpretados por actores blancos, el director le explicó a Variety: "No puedo armar una película de este presupuesto y decir que mi actor principal es Mohammed tal-y-tal que hizo tal y cual cosa, porque no me la van a financiar. Así que ni siquiera me lo pregunto".

Más allá del comentario discriminatorio, Scott tiene razón en algo: los estudios se aferran a un viejo paradigma. Los inversores le tienen miedo a las películas que no están asociadas a un nombre conocido, razón por la cual Scott eligió a Christian Bale y Joel Edgerton para interpretar a Moises y Ramses.

¿El resultado? La película recaudó US$ 65 millones en Estados Unidos. Le fue mejor en el resto del mundo, pero las ventas de entradas no fueron suficientes para recuperar los US$ 140 millones de presupuesto de rodaje y marketing, según informó The Hollywood Reporter.

Esto debería ser una lección, pero la mayoría de los estudios no han aprendido nada de esta evidencia. Siguen mirando hacia atrás.

Actores sin mística

Hace no mucho tiempo, los actores eran suficientes para vender entradas. La gente solía decir que iba a ver "la última de Tom Hanks", como si la estrella de la película estuviera por encima de la trama. Pero ya no se habla en esos términos. Nadie habla de Mundo Jurásico como "la película de Chris Pratt". En todo caso, es "la de los dinosaurios", y si otro actor hubiera sido elegido para protagonizarla, la película habría igualmente aplastado a sus competidores en taquilla.

Parte de este cambio es que las estrellas no tienen la mística que tuvieron en épocas donde el acceso a ellas era más limitado. Para ver a Eddie Murphy era necesario asistir a su película más reciente, alquilar una vieja o probar suerte en el cable. Incluso no tanto antes de esto, el cable y el video no existían, por lo que para ver a John Wayne o Marilyn Monroe no había más opción que comprar una entrada para el cine.

Pero nuestra relación con las celebridades ha cambiado. Están más expuestas que nunca y no solo porque los paparazzis provean a los medios con fotos de Robert Downey Jr comprando en un autoservice. Los grandes actores aún aparecen en las películas, pero ahora la publicidad de esas películas invade en varios frentes. Y, por si eso no fuera suficiente, la filmografía de nuestras estrellas favoritas puede verse en cualquier momento en internet.

Y luego está toda la prensa. ¿Quién mantiene su mística cuando hay tantas entrevistas y encuentros con los medios, respondiendo una y otra vez las mismas preguntas (y ocasionalmente equivocándose y generando una oleada de rabia en Twitter)?

Además, los estudios han demostrado que los actores son intercambiables. Si una estrella no tiene éxito en un papel, el pensamiento habitual es ordenar un reinicio con una nueva cara. Cuando Matt Damon dejó de interpretar a Jason Bourne, Jeremy Renner tomó su lugar y el mundo de los agentes secretos siguió su curso (aunque ahora Damon va a regresar). Cuando Tobey Maguire fue demasiado mayor para interpretar a Spider-man, Andrew Garfield se convirtió en Peter Parker y ahora, poco después, Tom Holland tomará ese puesto.

Si hay un estudio que parece entender los intereses cambiantes del público es Universal Pictures, que está matando a su competencia, sin una sola película de superhéroes. Este es el estudio que generó éxitos de taquilla como Cincuenta sombras de Grey o Letras explícitas: Straight Outta Compton, ninguna de las cuales tiene un elenco conocido, además de Mundo Jurásico, Más notas perfectas o Rápidos y Furiosos 7. Estas películas no incluyen a los actores de más alto perfil ni apuntaron exclusivamente al público con el que los estudios insisten: hombres jóvenes blancos.

En los últimos meses, la brecha salarial de género ha dominado la conversación en Hollywood. Las actrices deben cobrar más, se exige, para que ganen lo mismo que sus contrapartes masculinas. Pero quizás la gente esté pensando en la solución equivocada.

Hombres y mujeres deberían cobrar lo mismo por el mismo trabajo, por supuesto, pero, ¿no estarán cobrando demasiado? ¿Por qué debería un estudio gastar decenas de millones de dólares en contratar a un actor que no puede asegurar un éxito de taquilla? Es fácil: no debería.

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