Espectáculos y Cultura > DESPUÉS DEL SHOW

Las manos que masajearon rock

El kinesiólogo uruguayo Richard López fue el encargado de relajar los músculos de McCartney luego del espectáculo
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20 de abril de 2012 a las 17:36

El mediodía del lunes pasado, todos los que habían concurrido al concierto de Paul McCartney en el Centenario todavía estaban shockeados por lo que habían vivido, por el derroche de música talentosa que les había llenado los oídos unas pocas horas antes. Los medios reproducían en portadas de diarios, radios, televisión e internet los ecos del show, y la gente en la calle solo hablaba del ex beatle.

Mientras tanto, en el Complejo Uruguay Celeste ubicado en una zona rural sobre la ruta 101 alejada del centro, eran otros los ruidos. Allí la selección sub 20 almorzaba como todos los lunes luego de un entrenamiento intensivo que había tenido trabajos de ejercicio puramente físico y también con pelota. De pronto, suena el celular del kinesiólogo Richard López, quien desde 2003 trabaja con los juveniles. Al atender, López escucha una voz de mujer que se presenta como la manager de Paul McCartney en Uruguay. La voz le dice que debe presentarse a las 16 horas en el Hotel Sheraton para realizarle una sesión de masajes a un cliente muy especial: Paul McCartney.

Al principio piensa que es una broma. Cuando entiende que el pedido es verdadero, López suspende sus sesiones programadas en el consultorio que tiene en Pocitos con su socio Gustavo Huertas, deportólogo de Defensor Sporting, como si nadie pudiera escapar ese día del imán de la estrella.

“Me pidieron un masaje relajante descontracturante”, explica López a El Observador. López masajeó la espalda de Paul, los trapecios, los cuádriceps, las piernas, la zona de los abductortes, los gemelos, manos. Además, le hizo digitopuntura en los pies. “Son todas las partes del cuerpo que tienen que se conectan en con un concierto de casi tres horas”, dice López, quien no asistió el domingo al show.

Al principio, López estaba un poco nervioso y consultaba a su paciente si todo iba bien. A medida que masajeaba, tanto McCartney como el mismo se relajaron. Mientras tanto, un fisioterapeuta le hacía masajes a la actual esposa de McCartney, Nancy Shevell, a quien “Macca” le dedicó la canción My Valentine durante el show.

McCartney quedó muy conforme con el trabajo de López y le preguntó en tono de broma y en español: “¿Quieres venir conmigo a Paraguay?”, a lo que López respondió sonriendo: “Salgo ya mismo”.

Es común entre las estrellas que después de cada show se sometan a masajes para sacar las tensiones del cuerpo. “Para un cuerpo de 69 años, la descarga de energía y de fuerza en un concierto de esas características es grande”, explica el profesional.

Como no lo dejaron sacar fotos de la sesión, el kinesiólogo le pidió un autógrafo a McCartney para la posteriodad. López describió a McCartney como “una persona sencilla, de trato muy amable”.

Su carrera como kinesiólogo comenzó cuando tenía 23 años en la B, en el club Sudamérica. Luego trabajó en rugby e incluso llegó a ser masajista de la selección mayor con Jorge Fosatti. A pesar de esto, para López esa hora con McCartney significa la cima de su trayectoria profesional.

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