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Las nuevas tentaciones del gasto

Cambios en el escenario económico y político debilitan la intención de un ajuste
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11 de septiembre de 2017 a las 05:00
Pocas acciones de política económica tienen un costo electoral tan grande y seguro como un ajuste fiscal. Por más que los gobiernos intenten relativizar su alcance, persuadir sobre sus beneficios de largo plazo o enmarcarlos en una épica redistributiva, los ajustes cuestan votos y por el contrario, los excesos suman voluntades a la hora de competir por el ejercicio del poder.

Las tentaciones de evitar una corrección fiscal siempre son grandes, pero algunos cambios en el escenario político y el económico han reducido los incentivos de la actual administración por cumplir sus metas fiscales.

Desde el punto de vista económico, un escenario más favorable para el acceso al crédito y mejores perspectivas de crecimiento en el mediano plazo reducen la carga de urgencia del ajuste.

Por un lado, el costo de financiamiento para Uruguay bajó sensiblemente en los últimos tiempos. El indicador promedio de rendimiento de los bonos uruguayos en dólares que realiza la Bolsa Electrónica de Valores (Bevsa) pasó de 5,3% a fines de 2015 a 4,9% al cierre del año pasado y 3,9% en la última operativa.

Es una caída significativa que impacta sobre el costo de asumir un déficit fiscal alto y contribuye a su sostenibilidad. Más aun en un panorama en el cual las condiciones de acceso al crédito barato se extienden en el tiempo, de acuerdo al nuevo cronograma con el cual el mercado espera que la Reserva Federal de Estados Unidos ajuste su política monetaria.

Esto permitió al gobierno uruguayo emitir la semana pasada un bono en pesos a 10 años por US$ 1.100 millones –la segunda operación en el año de características similares– con una demanda que casi cuadruplicó el monto ofrecido y tasas de interés impensables poco tiempo atrás. Financiamiento barato y en moneda local representa una tentación a seguir gastando o incluso, a devolver parte del esfuerzo realizado por la sociedad en las últimas instancias de ajuste.

Pero también la economía real apunta en esa dirección. Las nuevas perspectivas de crecimiento que evalúan los analistas privados, mucho más optimistas que hace pocos meses, conducen a conclusiones muy distintas sobre la sostenibilidad en la trayectoria de la deuda. Si hasta hace unos meses la preocupación era que un elevado nivel de déficit fiscal empujara la deuda pública a niveles difíciles de sostener en el largo plazo, ese escenario parece desvanecerse con las nuevas estimaciones de crecimiento económico.

Un reciente informe del instituto Cinve ilustra mejor este punto. Los autores proyectan la evolución de la deuda neta como porcentaje del PIB hasta 2019 de acuerdo a las estimaciones de crecimiento y otras variables macro que trazó el Ministerio de Economía en la última Rendición de Cuentas y concluyen que efectivamente, habría un aumento del indicador de 43% a 45% hacia el fin del período, lo que genera tensión desde el punto de vista de la sostenibilidad. Sin embargo, cuando se toma el nuevo escenario más optimista de crecimiento económico, la perspectiva de deuda neta baja a 42%, lo que implica "una mejora de la sostenibilidad de la deuda y la generación de un pequeño espacio fiscal".

Al factor económico se suman circunstancias políticas menos favorables para una reducción del déficit fiscal. El tiempo siempre juega en contra de las posibilidades reales de un ajuste exitoso. Algunos economistas desconfían de los planes de ajuste gradual y le asignan muy baja probabilidad de éxito a medidas de reducción del gasto o incremento de impuestos en la segunda mitad de un período de gobierno.

La evidencia empírica refuerza el pesimismo. Todos los gobiernos uruguayos posteriores al restablecimiento de la democracia –salvo el presidido por Jorge Batlle, en circunstancias excepcionales debido a la crisis económica– aumentaron el déficit fiscal en los últimos dos años de gestión.

El Frente Amplio pierde intención de voto y eso aumenta la resistencia a adoptar medidas impopulares. Al mismo tiempo, las divisiones internas y el mayor protagonismo del expresidente José Mujica dentro del partido, producto de las circunstancias en torno a la renuncia del vicepresidente Raúl Sendic, es una amenaza para volcar la agenda hacia la izquierda y complicar a los sectores más moderados insistir sobre la importancia de la cautela fiscal.

El nivel actual de déficit fiscal sigue siendo un elemento de vulnerabilidad para la economía uruguaya, principalmente ante un eventual debilitamiento de las perspectivas económicas. Si bien es cierto que el escenario es mejor que el previsto hace pocos meses, sigue estando sujeto a riesgos de corrección a la baja, principalmente debido a circunstancias regionales.

Con un nuevo escenario que reduce el incentivo al ajuste, también aumenta el mérito que implicará por parte del gobierno asumir de todas formas el desafío. El tiempo dirá si está o no a esa altura.

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