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Las PASO y el programa

Con el espaldarazo político de las internas, Macri puede acelerar agenda de reformas
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21 de agosto de 2017 a las 05:00

Una idea quedó sobrevolando en los ámbitos empresarial y político tras el festejo macrista en la noche de las PASO y los hechos de los días siguientes: el presidente considera que terminó la "fase uno" de su período –en la cual el principal cometido era la gestión de crisis por la herencia recibida del kirchnerismo– y ahora empieza la "fase dos".

En esta nueva etapa, según esta visión, se verá al "verdadero" Macri, el que tiene una agenda de reformas estructurales, que hasta ahora no podía aplicar, en parte por la emergencia económica y en parte por las limitaciones que le imponía su relativa debilidad política en el Congreso.

Hasta ahora, como el mismo Macri lo reconoció en la noche del triunfo electoral, debió soportar las críticas a su "gradualismo" como parte de esa situación heredada, en la cual lo urgente –adecuar tarifas, desactivar la bomba inflacionaria, recuperar el crédito– corrió espacio para lo importante.

Pero el envión político cambia el panorama: si las PASO hubiesen sido legislativas, el macrismo ya se asegura ampliar su bancada en el Congreso, desde los actuales 96 diputados y 16 senadores, a 104 y 26. Lo cual no le otorga mayoría propia, pero le confiere otro peso político para negociar.

Así, al menos, son las expectativas de los principales jugadores del mercado financiero. Los informes de los fondos de inversión y las declaraciones en foros empresariales como el de IDEA dan cuenta de ese estado de ánimo.

Lo que se está interpretando en el mercado es que, con un peronismo debilitado y sin liderazgo firme, y con gobernadores provinciales necesitados de auxilio financiero, al macrismo le debería resultar más fácil conseguir los votos que le faltan en el Congreso para impulsar las reformas.

Como primera prueba de ese cambio de clima, está el gran termómetro del humor social argentino: el dólar. Tras la corrida de las semanas previas a las PASO –que obligaron al Banco Central a sacrificar unos US$ 2.000 millones para evitar una disparada mayor–, fue notorio el alivio del mercado, que sin intervención oficial llevó de nuevo el tipo de cambio al entorno de $ 17,50, al mismo tiempo que se disparaban las cotizaciones de los bonos soberanos y las acciones.

La segunda gran prueba vino de parte del sindicalismo. El sector "dialoguista" de la CGT interpretó que el resultado electoral estaba marcando que no había un ambiente propicio para realizar la marcha de protesta pautada para la semana próxima. Este dato es considerado clave para acelerar un tema al que Macri le asignó prioridad: una reforma laboral que reduzca el costo de contratación de empleados y que ayude al "blanqueo" de la legión de trabajadores informales.

Con todas esas señales a favor, los funcionarios macristas empezaron a comportarse como si las PASO hubiesen sido las legislativas "en serio" y como si la renovación del Congreso ya estuviera vigente. Acaso una primera muestra de ello, algo opacada bajo el ruido poselectoral, la haya dado la propia María Eugenia Vidal cuando reflotó el añejo tema de la compensación a la provincia de Buenos Aires por el reparto de la torta impositiva.

En plena etapa de "seducción" del conurbano, con un agresivo plan de obras públicas y planes de asistencia, Vidal sabe mejor que nadie cuánto ese lubricante monetario la puede ayudar para invadir el territorio de Cristina Krichner. Es posible que el tema se termine dilucidando, como quieren los gobernadores peronistas, no a través de fallos judiciales sino con una negociación política en el Congreso. Y allí comenzará el "cambio de figuritas" en el cual el macrismo puede asegurarse apoyo para su agenda de reformas a cambio de mantener activo el auxilio financiero. Esa voluntad negociadora quedó también explícita cuando el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, aceleró las gestiones con los ministros provinciales para concretar un pacto fiscal que comprometa a los gobernadores a reducir los abultados déficits.

Y, en paralelo, se dieron señales de avance en otros temas fuertes de la agenda. Al tope del ranking de los reclamos empresariales, la reforma tributaria toma forma para su aplicación en 2018.

Trascendió que el borrador del proyecto de ley será presentado por Dujovne a Macri y su "mesa chica" en cuestión de semanas.

Además del fortalecimiento que implica el resultado electoral, hay otro factor que envalentona a los funcionarios: los tímidos "brotes verdes" que se veían en algunos sectores de la economía, ya están dejando espacio a un clima de franca recuperación.

Según la Unión Industrial Argentina, en junio hubo una suba de 6,4% en la producción fabril, con lo que se puso fin a dos años de retracción ininterrumpida. La construcción también está creciendo fuerte a un ritmo de 6%, impulsada por la obra pública y la vuelta del crédito hipotecario.

Y algunos rubros del consumo en bienes durables, como autos y motos, están con una tasa de crecimiento de dos dígitos.

La expectativa es que el segmento más retrasado, el del consumo masivo de productos de primera necesidad e indumentaria, empezará a mostrar una recuperación en las próximas semanas, con lo cual se lograría un perfecto "timing" entre las cifras de la economía y la votación de octubre.

En ese clima, se da por descontado que habrá una nueva tanda de ajuste tarifario poselectoral. A fin de cuentas, si en el momento en que todos los indicadores daban mal, el "ala dura" del macrismo impulsó una suba de los combustibles en contra de todos los consejos políticos, con más razón se avanzará ahora que el contexto parece favorable.

Las PASO, en definitiva, no solo disiparon el temor a un resurgimiento kirchnerista. También parecen haber sepultado el debate interno que el gobierno mantiene hace dos años: el gradualismo versus las políticas de shock.

Hasta ahora, predominó lo primero, montado sobre los argumentos de las limitaciones políticas y de la necesidad de evitar costos sociales de consecuencias imprevisibles. El propio Macri hizo de árbitro en esa contienda. Fue gradualista a su pesar: se lo nota ansioso porque se vean reformas estructurales y, además, recuerda el consejo de Barack Obama, en el sentido de que cuanto antes se tomaran las medidas desagradables, más rápido se recuperaría la economía. Pero claro, Argentina no es EEUU, y Macri tuvo varios recordatorios de eso, como cuando su ajuste en las tarifas energéticas le hizo perder apoyo y fue frenado por la Justicia.

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