Para el fin de semana pasado pronosticaron lluvias y, por primera vez en varios días, Carina se sintió aliviada. Al menos algunas noches iba a poder dormir. Desde hace varios meses, el insomnio y el malhumor se apoderaron de la joven que tiene problemas en los oídos y taquicardia por no poder descansar. Al igual que sus vecinos, sufre uno de los principales problemas de Barra de Carrasco: las picadas.
Cuando se mudó al barrio conocía la situación porque solía ver los autos correr por el puente Carrasco. Preocupada, le preguntó a sus vecinos si podían descansar y le dijeron que sí. Hasta hace un año, las picadas se convocaban en la rambla, pero la Intendencia de Canelones realizó un operativo que provocó que se fueran de allí a otra zona.
"El problema estaba instalado en la rambla por lo que, junto con la jefatura de policía, hicimos operativos y permanentes controles. Lamentablemente se corrieron para Avenida del Parque", informó el director general de tránsito y transporte, Marcelo Metediera.
Desde entonces "molestan mucho más porque no hay forma de reducir el efecto ni el ruido'', explicó Carina. "Yo no puedo dormir ni con pastillas", dijo, al tiempo que aseguró que para otros vecinos la situación es incluso peor.
Marta, una madre que vive frente a la estación de servicio del barrio, contó a El Observador que a su hijo lo operaron de la cabeza y, en lugar de descansar, pasó noches de insomnio que podrían haber perjudicado su recuperación.
"Desde las 12 hasta las dos, tres de la madrugada de los viernes solían juntarse ahí, aunque ahora en verano están casi todos los días", afirmó Carina. En invierno, ambas se comunicaron con la Intendencia de Canelones a través del servicio Canelones te escucha para reclamar por la situación.
"Hubo un encuentro al que nos citó la Intendencia donde nos explicaron las medidas que estaban tomando el año pasado, pero las picadas siguieron'', detalló Marta."Hay inspectores, porque yo los veo, pero es muy difícil que los agarren", agregó.
Según Metediera, se está trabajando en la única zona donde persisten las picadas. ''Cuando asumí en 2013, había zonas rojas de picadas pero logramos combatirlo''. A raíz de las picadas, las motos se convirtieron en las protagonistas en Las Piedras, Pando y en El Pinar durante un tiempo. Aunque el director de Tránsito de Canelones aseguró que en esos barrios el problema fue controlado.
En el resto de Canelones, la actividad aparece de manera ocasional, aunque no con la frecuencia que sucede en Barra de Carrasco.
Para solucionar el problema de la zona, el Metediera afirmó que se hizo una reestructura y que se va a incorporar transporte para los inspectores, lo que permitirá tener una mayor presencia en el territorio y mejorar los controles. Además, detalló que se reunirá con la Unidad Nacional de Seguridad Vial y que están trabajando con la jefatura de policía y el Ministerio de Transporte porque ''la situación sobrepasa a la Intendencia''.
Mientras tanto, los controles son dificultosos. Al ver a la policía, la mayoría de los participantes, que suelen ser al menos 50 personas, huyen y se pierden por las calles del barrio. A pesar de que molestar en lugares públicos y contaminar la ciudad con ruidos está prohibido, solo se puede sancionar a quienes concurren a las picadas durante la actividad.
''Algunos vecinos están resignados y otros ya no saben qué más hacer'', afirmó Carina preocupada por su bienestar. Además del ruido, la actividad puede ser peligrosa. Al competir, los autos van a máxima velocidad y ''no respetan las normas de tránsito'', recalcó Marta.
De hecho, suelen ir a contramano sin luces y sin mirar quién viene de frente.
Un delito penado por ley
Las picadas de autos o motos están penadas por la ley de Faltas y Conservación y Cuidado de los Espacios Públicos. La pena puede llegar a ser de siete a 30 días de trabajo comunitario, además de una multa económica.
''Puedo garantizar que aplicamos multas. La ley de Faltas castiga a quien estén participando en las picadas y nosotros entendemos que se puede participar de dos formas: activamente o pasivamente, hasta ese límite llegamos'', afirmó Metediera.
Entonces, no solo se sanciona a quien corre en el auto o moto sino a quien mira las picadas. Sin embargo, quienes están observando suelen irse a toda velocidad cuando llega la Policía y se desaparecen entre las calles internas del barrio.
La comuna no controla las 24 horas del día aunque, según el director de Tránsito, se hacen operativos puntuales. ''A mediados del año pasado cerramos el lugar y se detuvieron 43 vehículos'', afirmó.
En 2016 se aplicaron alrededor de 100 multas en la zona.
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