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Las piezas y el sistema

Grandes traspasos en la industria forestal y los frigoríficos
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10 de junio de 2017 a las 05:00
Las compraventas de grandes empresas, como las que tocaron a Uruguay en los últimos días, significan en esencia que el sistema económico está vivo, y que algunos bienes radicados en el país son atractivos en el largo plazo.

La multinacional estadounidense Weyerhaeuser vendió sus operaciones por más de US$ 400 millones a un consorcio liderado por Timberland Investment Group (TIG), de BTG Pactual, un banco de inversión brasileño. Weyerhaeuser inauguró en 2006 en Tacuarembó una fábrica de paneles contrachapados (plywood) y placas de madera para la exportación. También tiene más de 120 mil hectáreas forestadas en el norte.

TIG, el comprador, que posee campos forestados en cuatro continentes, ya tenía unas 30 mil hectáreas en Uruguay. Ahora será una de las principales propietarias de tierras en el país, junto a Union Agriculture Group (UAG) y detrás de UPM (Forestal Oriental) y Montes del Plata.
Entre los accionistas de UPM y Montes del Plata se cuentan fondos de pensión de origen sueco y finlandés, públicos y privados, además de productores rurales cooperativistas. Más de la cuarta parte de las áreas forestadas de Uruguay con fines industriales están en manos de fondos de inversión de distinto origen. En el sector también actúan fondos uruguayos más pequeños, como la Caja Notarial, la Caja Bancaria y la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios.

Las compraventas en la industria forestal, un gigante que se montó en el país en menos de 30 años, son de gran magnitud. La fábrica de celulosa de la finlandesa Botnia, la primera en Uruguay, inaugurada en 2007, fue comprada junto a sus bosques en 2009 por UPM por US$ 2.400 millones. Ese monto solo puede ser comparable a la compra de los ferrocarriles y tranvías británicos, más el servicio de agua potable en Montevideo, un negocio ruinoso que hizo el Estado uruguayo entre 1947 y 1949.
UPM negocia un trato con el gobierno para instalar una segunda fábrica de celulosa, esta vez en Paso de los Toros, para explotar la cuenca forestal del este del país. Si se concreta, la inversión propia rondaría los US$ 4.000 millones, aunque una parte de ella se destinará a adquirir maquinaria e ingeniería en el exterior. Las acciones de UPM en la bolsa de Fráncfort han subido mucho en los últimos cuatro años.

Venta de Weyerhaeuser es la mayor operación desde la llegada de UPM

Las empresas también se venden porque sus propietarios se cansan o se retiran. Parece ser el caso de Breeders & Packers Uruguay (BPU), que la firma japonesa Nipponham compró en US$ 135 millones. El frigorífico refulge como una joya en medio del campo, entre Durazno y Trinidad, a donde lograron atraerlo Carmelo Vidalín y Armando Castaingdebat. Se construyó desde cero entre 2006 y 2010 a expensas del empresario inglés Terry Johnson, quien había vendido sus negocios en Gran Bretaña. "Luego de viajar y tratar con el mundo de la industria de la carne en muchos de los países productores, honestamente creo que he encontrado el lugar perfecto: Uruguay", dijo en 2010. Johnson valoró la estabilidad jurídica y política del país, por encima de Argentina y Brasil, pero después sufrió problemas de todo tipo, en parte debido a su desconocimiento del medio.
BPU es el mayor frigorífico de Uruguay y el más moderno. Tiene 700 empleados, puede faenar más de 2.000 cabezas de vacunos por día, es uno de los principales exportadores y su venta preanuncia la apertura del mercado japonés, uno de los más sofisticados del mundo.
Esta semana también se informó del traspaso del Frigorífico Canelones, del grupo JBS/Friboi al grupo Minerva Foods, ambos brasileños. JBS, liderado por los hermanos Wesley y Joesley Batista, dos hombres que representaban el Brasil emergente de inicios del siglo XXI, naufraga en medio de un gran escándalo de corrupción que incluye al presidente Michel Temer. La empresa, principal productora mundial de carnes, creció a base de deuda, en especial con el poderoso Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (algo habitual también en la historia uruguaya, gracias en especial al Banco de la República: empresas pobres de empresarios ricos).

Con deudas netas de casi US$ 15.000 millones y presionada por sus acreedores, JBS vendió por US$ 300 millones sus frigoríficos en Argentina, Uruguay y Paraguay. Sin embargo conserva en Uruguay la curtiembre Zenda, ex Branáa, que adquirió en 2013. Por su parte Minerva, que es el segundo mayor grupo frigorífico en Brasil, por encima de Marfrig, ahora controla los frigoríficos Canelones, Pul y Carrasco en Uruguay.

Y a veces hay negocios en ruinas. El miércoles se remataron tierras del fracasado proyecto Aratirí de la multinacional Zamin Ferrous. En parte fue víctima de la caída del precio internacional del mineral de hierro por la abundante oferta, el mismo factor que ha hecho que las acciones de Vale, la gran minera brasileña, valgan la mitad de lo que cotizaban en 2011.

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