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¿Las porciones de comida son cada vez más grandes?

Las personas llenan cada vez más platos y tienen problemas para controlar la cantidad de alimento que ingieren
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30 de abril de 2016 a las 05:00
El diámetro aproximado actual de un plato para comer es de 28 centímetros. En la década de 1950 era de 25 centímetros. El crecimiento de superficie de la vasija también ha sido acompañado con una tendencia: las personas cada vez comen porciones más grandes. La afirmación es estipulada por la periodista Bee Wilson en un artículo publicado por el diario británico The Guardian.

Wilson, quien se propone entender el porqué detrás de la mayor ingesta de comida, cita varios experimentos –entre ellos uno llevado a cabo por el psicólogo y autor Brian Wansink– para probar que la vajilla de mayor tamaño hace que las personas consuman porciones más grandes.

Según lo indica la publicación, las únicas personas que son inmunes al atractivo de las grandes porciones son niños pequeños. Hasta la edad de tres o cuatro, los niños tienen una capacidad envidiable para dejar de comer cuando están llenos, indica la periodista. Después de esa edad, esa auto-regulación del hambre se pierde y a veces nunca se vuelve a aprender. Un estudio disponible en el Centro Nacional de Biotecnología de Estados Unidos indica que cuando los niños de tres años fueron servidos con porciones pequeñas, medianas y grandes de macarrones con queso, siempre comían más o menos la misma cantidad. Por el contrario, niños de cinco años de edad comieron mucho más cuando la porción de macarrones con queso era de mayor tamaño.

De acuerdo a lo recabado por la periodista británica, la Fundación Británica del Corazón publicó en 2016 un informe sobre cómo el tamaño de las porciones en Gran Bretaña ha cambiado desde 1993. El reporte señala que en la década de 1990 un pan promedio de estilo americano pesaba 85 gramos, mientras que 20 años más tarde no es raro encontrar magdalenas con un peso de 130 gramos. De la misma forma, comidas preparadas también han crecido en tamaño, con pasteles de pollo que han aumentado en un 49% y una porción de pastel de carne que pesa el doble de su tamaño que en 1993 (de 210 gramos a 400gramos ).

La autora sostiene que, en parte, el problema con las porciones es que a nadie le gusta el concepto de "menos". "Estamos condicionados desde la infancia a anhelar el vaso desbordante y la mesa cargada", señala.

Como solución, se plantea simplemente usar vajilla más pequeña. Como ejemplo, el año pasado investigadores de la Universidad de Cambridge llevaron a cabo un experimento en un bar local llamado The Pint Shop. Los investigadores encontraron que cuando se utilizó material de vidrio más grande (370 mililitros en comparación con 300 mililitros), las ventas de una medida estándar de 175 mililitros de vino aumentaron un 9%.

La directora a cargo de la investigación, Theresa Marteau, señaló que los vasos más grandes hacen que las personas sientan que bebían menos, por lo que consumieron el vino más rápido. Parte de la esperanza de la investigadora, indica el artículo, es que el gobierno inglés observe este tipo de experimentos y adopte políticas para reducir la disponibilidad de porciones grandes.


¿Qué opinan los nutricionistas uruguayos?

Valentina Baccino (Lic. en Nutrición). "Influye mucho la publicidad y el mercado gastronómico. Todo es agrandado. Si uno recomienda achicar las porciones la respuesta es "me quedo con hambre". Una recomendación para perder peso puede ser cambiar el plato. Utilizar el plato de postre para las preparaciones principales (con más calorías) y los más grandes para los vegetales".

Emiliana Clemente (Espacio Light)
. “Los platos cambiaron y las personas tiene platos más grandes, por ejemplo los cuadrados. Además, en los restaurantes se están sirviendo porciones grandes por lo que las personas dejan comida en el plato. Se come muy rápido y también eso hace aumentar las porciones que se necesitan realmente para saciarse y sentir que la digestión comenzó”.

María Inés Fuentes (Lic. en Nutrición)
. “Comemos más de lo que precisamos. Se puede vincular la diferencia entre el hambre real y el hambre emocional, donde se es más selectivo en el alimento. Además, hoy se come cada vez más apurado. El cerebro tarda en dar una señal de saciedad al cuerpo. También lo que nos lleva a comer de más es una dieta de aditivos y saborizantes, los grandes enemigos de la nutrición”.


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