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Las reglas diarias del Estado paralelo creado por yihadistas

Multas, latigazos, sin cigarros ni tampoco reuniones
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09 de noviembre de 2016 a las 05:00
Las familias iraquíes que salen de la asediada ciudad de Mosul apenas tienen tiempo para llevar consigo documentación, como contratos, actas de nacimiento, de boda o de defunción. Pero como muchos llevan el sello del grupo yihadista Estado Islámico (EI) ni siquiera saben si será válida.

Um Ahmed, cubierta por un niqab negro que solo deja entrever sus ojos, muestra el certificado de defunción de su marido que le entregaron hace poco los yihadistas. Se enteró así de que probablemente murió ejecutado, tras haber pasado casi dos años sin noticias de él.

Bajo una bandera del EI, en el sello estampado por un juez se lee "Estado Islámico - califato". Lo emitió el "diwan de la Justicia".

Y es que en Mosul, desde que el líder del EI, Abu Bakr al Bagdadi, se autoproclamó "califa" en 2014, los habitantes debieron cambiar incluso de vocabulario, cuenta por su parte Um Ibrahim.

El hombre tuvo que ir al "diwan" de la Justicia para casar a su hijo. "Tuvimos que ir al tribunal islámico y un jeque del EI pronunció el ritual", recordó. "Nadie hablaba el árabe de Mosul. Hablaban en árabe pero con todo tipo de acentos", agregó.

Doble vida

Los yihadistas crearon "un estado dentro del Estado, con leyes, contratos y reglas de las que nadie podía escapar", afirma esta mujer que logró huir con sus hijos y nietos de su barrio de Al Intissar, donde las fuerzas iraquíes ganan terreno desde hace días en busca de derrocar al Estado Islámico.

A Mohamed, de 30 años y padre de dos hijos, la nueva legislación le costó cara. Antes de la llegada de los yihadistas a Mosul, su cafetería estaba todas las noches llena de jugadores de billar o de dominó, y de hombres que fumaban y escuchaban música.

"Para el EI, yo tenía todos los defectos: el billar es pecado, el cigarrillo es pecado, las cafeterías son pecado", enumera riendo.

A fuerza de acumular multas, cerró el comercio. "Se pueden pagar en dólares o en dinares", dijo. Y "si no se paga es la cárcel y los latigazos", agregó su vecino Amar, un hombre de 43 años cuyos hijos dejaron de ir al colegio desde la entrada del EI en Mosul.

"Su escuela no es más que lavado de cerebro. Repetían a los niños: 'ir a la mezquita para jurar lealtad a Bagdadi'", contó Amar.

El hombre también señaló deficiencias en el sistema de salud. "A ellos los operaban gratis, pero nosotros teníamos que pagar todo el rato", protestó Amar, mostrando la cicatriz en la parte baja de la espalda de uno de sus hijos, minusválido.

Nofa Salem y su marido también tuvieron que pasar por el "Tribunal islámico de wilaya de Nínive". Fueron para firmar el contrato de matrimonio para no ser detenidos o ejecutados por adulterio.

El matrimonio no quiso registrar a su hija de seis meses ante las autoridades del "califato". Una vez fuera del territorio del EI, esperan que la niña obtenga pronto un acta de nacimiento, una que no lleve la bandera negra de los yihadistas.

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