Canciller de la República, Luis Almagro

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Llamado a Almagro: una “terapia de grupo” sobre Chávez, Cuba y Stalin

Oposición acusó a Mujica de participar de un acto político partidario en Venezuela; el canciller lo desmintió
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04 de febrero de 2013 a las 21:47

Luis Almagro es, junto con el del Interior, Eduardo Bonomi, el ministro más interpelado en lo que va de la actual administración frenteamplista. Y ni siquiera en un hecho tan puntual como el que lo llevó ayer a la Comisión Permanente del Senado se logró el más mínimo acercamiento entre las posturas del gobierno y la oposición. La interpelación al canciller se transformó ayer, una vez más, en una seguidilla de cuestionamientos a la política exterior, que es, finalmente, el punto de mayor fricción del oficialismo con blancos y colorados.

Si bien la comparecencia del ministro había sido solicitada por los senadores Sergio Abreu (Dignidad Nacional) y José Amorín (Proba) para que diera explicaciones sobre la visita del presidente José Mujica a Venezuela el día del cambio de mando y su participación en un acto al que consideraron “político partidario”, la sesión se transformó en un pasaje de facturas por distintos aspectos que hacen al relacionamiento de Uruguay con otros países. Cuba y su régimen fue la “vedette”, como tantas otras veces. Pero allí apareció también la relación con la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, los puentes cortados, el dragado del canal Martín García, la relación con Estados Unidos y las palabras del presidente sobre “el patrón del Norte”, y los países con gobiernos de izquierda petenecientes al “club de amigos” entre otras cosas.

Abreu, al comienzo de su comenzó su oratoria, dijo que el gobierno vive “con el espejo retrovisor” y que “está conduciendo al país marcha atrás”. Tanto, que señaló que “a uno le parece que en cualquier momento aparece (Joseph) Stalin festejando que asume Raúl Castro un nuevo organismo internacional”, en referencia a la asunción por parte del presidente cubano de la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Pero el líder nazi Adolph Hitler tampoco faltó a la cita. Hablando de Castro, Abreu recordó su oposición al bloqueo a Cuba, pero señaló que tanto en la Unasur como en la Celac “la posibilidad del bloqueo está establecida”. Dijo que todo lo que se combatió durante años “ahora se puede hacer”. “¿Qué pasa si mañana cambia el sistema? Si los que gobiernan las repúblicas son otros, ¿les vamos a dar el pasaporte al bloqueo? (...) Si sentamos este precedente mañana puede suceder lo mismo que sucedió con Hitler, que asumió popularmente y al poco tiempo terminó con seis millones de judíos en el mundo”.

Al punto
Sobre el tema del llamado, Abreu dijo que Mujica “no fue a un acto de gobierno” sino “a un acto de masas en apoyo al presidente (Hugo) Chávez”, y que no fue autorizado para eso. A su turno, Amorín agregó que Mujica “fue a un acto político partidario de la peor calaña”, en la que “todas las expresiones, menos la suya, fueron de un carácter agresivo contra los que pensaran distinto”. Agregó que se sintió “engañado” al haber autorizado el viaje.

Pero el canciller y el viceministro Roberto Conde rebatieron esas visiones. Almagro dijo que “no se puede intentar confundir a la opinión pública haciendo creer que el presidente asistió a un acto partidario. No es verdad y debe ser desmentido”. Agregó que “el acto oficial tuvo alta participación de ministros y autoridades nacionales y regionales”, que Mujica fue invitado por el vicepresidente Nicolás Maduro y que el acto fue “organizado por el gobierno venezolano y no por un partido político”. Almagro leyó el fallo del tribunal de Justicia que avaló la continuidad del gobierno, a pesar de la ausencia de Chávez.

Conde indicó que en el acto “no hubo transmisión de mando pero sí inicio de un nuevo período constitucional de gobierno”, ya que Chávez estaba con licencia por enfermedad. Inmediatamente acusó a la oposición de hacer un “hostigamiento inútil e infundado” y de “conspirar contra los intereses nacionales”. El debate se extendió durante tres horas, pero nadie convenció a nadie. Abreu abogó porque la discusión “aunque sea sirva para hacer terapia de grupo” ya que su duda no sería despejada “por la tozudez con la que se manejan las cosas desde las alturas”.

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