La agencia de prensa griega ANA anunció que 750 migrantes serían devueltos a Turquía entre hoy y el miércoles, a ritmo de unos 250 al día, mayoritariamente paquistaníes, esrilanqueses y africanos.
Varios manifestantes fueron a mostrar su apoyo a los expulsados y una banderola en la que ponía "Turkey is not safe" ("Turquía no es segura") fue desplegada en la terraza de un hotel frente al puerto.
Los migrantes, todos hombres, fueron llevados al puerto en autocares desde el campo de retención de Moria, a unos diez kilómetros, y subieron con tranquilidad a los barcos.
En tanto, un primer grupo de 16 sirios aterrizó hoy en Hanover, en el norte de Alemania y estaba previsto que un segundo grupo llegase a lo largo de la mañana. Una fuente gubernamental alemana indicó el domingo que varias decenas más de migrantes llegarían a Francia, Finlandia y Portugal.
Ante la amenaza de expulsión inminente, numerosos migrantes habrían solicitado en las últimas horas el asilo, ya que, en principio, el acuerdo concierne únicamente a los que no lo hayan solicitado.
Pese a ello, la operación suscita una gran preocupación entre los defensores de los derechos humanos, entre ellos la organización Amnistía Internacional, que acusa a Ankara de forzar a un centenar de sirios al día a regresar a Siria; Turquía desmiente este punto.
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