La vista ya había sido prometedora en la carretera, antes de llegar a Vitznau en Suiza. Sin embargo, lo mejor llegó al final, al abrir la ventana de la habitación del hotel. Los Alpes –esa cadena montañosa que tanto se ve en los envoltorios de chocolates– se lucían enfrente. Los picos tapados de nieve en plena primavera y la inmensidad de las montañas hacen que el turista fácilmente se sienta minúsculo, en un entorno ajeno al horizonte uruguayo.
La mejor época para visitar los Alpes es en verano, de junio a setiembre. El resto del año el clima es muy hostil y la mayoría de las atracciones no abren porque la nieve no permite el paso.
De todos modos, no se confíe en que hará calor si viaja en la temporada estival, ya que hay zonas de nieve perpetua y hace frío todo el año. No importa cuándo planee visitar la principal cordillera europea, siempre lleve una buena campera y botas abrigadas.
La mejor forma de recorrer los Alpes es en auto, ya que hay numerosos pueblitos ubicados uno al lado del otro. Vale la pena visitarlos, al menos al menos brevemente. Además, como en Europa no hay aduanas en las fronteras, no tendrá problemas para entrar a los distintos países por los que pasan las montañas.
Si piensa alquilar un auto no lo haga en Suiza, porque es el país más caro al que ingresará durante su estadía por la cordillera. De hecho, no se olvide de comprar francos suizos porque ese país, a diferencia de todos sus vecinos, no acepta euros como moneda corriente.
Un sí o sí de los Alpes es el Mont Blanc. Este es el pico más alto de toda la cadena (4.800 metros) y define el límite entre Francia e Italia. Por el medio de la montaña pasa un túnel de 11 kilómetros que conecta Turín (en Italia) con Chamonix, en Francia. Subir en funicular al mirador del Aiguille du Mid cuesta € 60 por persona, cuya vista es ideal para sacar fotos, y tiene una cafetería donde tomar un café caliente, porque ahí siempre hace mucho frío.
Recuerde que va a estar a 4.000 metros de altura, por lo que puede apunarse. Si le duele la cabeza y siente que le falta el aire no se preocupe, tome asiento y espere unos minutos. Pronto estará mejor.
Annecy es uno de los pueblos que debe visitar en los Alpes. Queda del lado francés y está lleno de canales, ya que se encuentra a las orillas del lago homónimo. En el centro –de piedras de adoquín y casas medievales– hay barcitos en donde puede sentarse a tomar y comer algo.
Tampoco deje de ir a Lucerna. Este es uno de los poblados más grandes de los Alpes, y se encuentra a 50 kilómetros de Zúrich, una de las ciudades más reconocidas de Suiza. Allí se puede visitar el puente de madera cubierto, que fue construido en 1333 y pasa sobre el río Reuss. Es frecuente ver turistas alimentando con pan a los cisnes de los canales.
La comida y la bebida lo acompañarán a lo largo del viaje, porque en esta región europea se pasa muy bien. Es imprescindible que vaya a una chocolatería y elija el sabor que más le guste; no podrá creer la cantidad de gustos distintos que ofrecen. Los 100 gramos de chocolate artesanal salen unos 8 francos suizos ($ 400), pero no hay discusión: hay que probarlos. También puede comprarse un reloj en una de las tantas relojerías que encontrará en el camino. En ese caso, la inversión será mayor. l
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