Linng Cardozo

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Los Artigas de Pilar González después de Celedonio Islas

A la artista plástica Pilar González le emociona Artigas. Hay alguna pista en su ADN. Aquí explica su recorrido afectivo para desembocar en sus Artigas recientes.
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27 de junio de 2017 a las 05:00

En conversación con LA VACA AZUL, Pilar habla de su enojo cuando se menciona con "ligereza" sobre Artigas o cuando se opta por calificar al líder oriental como "ladrón", "contrabandista" o "bandido". "Cuando veo eso termino llorando de bronca. Me enferma". Ahora bien, ¿esa sensibilidad de dónde viene? Pilar dice que ha leído y lee muchos libros sobre Artigas; le apasiona esa historia de un buen hombre que optó por los desarrapados y pobres de la Banda Oriental. Pero hay más: un antepasado suyo integró las huestes artiguistas, los "artigueños", que siguieron a Artigas en el Éxodo. Se trata de Celedonio Islas. Tras conocer esa versión por vía familiar rebuscó en los archivos artiguistas y encontró la lista de quienes integraron la larga marcha del pueblo oriental. Y allí estaba Celedonio.

"Hace tiempo que me seduce la figura de Artigas, su peripecia, su vida. No me siento atraída por la imagen de bronce", dice la artista Pilar González, acerca de sus dibujos sobre José Artigas. Pilar es artista plástica; ha sido ilustradora de diversas publicaciones y recientemente realizó una interesante exposición en el Cabildo de Montevideo.

Los Artigas de Pilar, entonces, tienen esa piel. Rescata la vida sobria y el compromiso con los gauchos e indios. Destaca que ha sido el único héroe de estas latitudes que nunca posó para un retrato. "No buscó su retrato. Fue su opción". Tal vez su única actitud para la posteridad fue haber posado para el médico francés Alfred Demersey cuando Artigas estaba en Paraguay en sus últimos días de vida.

Los dibujos de Pilar –lápiz, carbonilla y otras técnicas- rescatan los Artigas que surgen de sus propias entrañas. Hay un Artigas apuesto y otro Artigas ceñudo, más misterioso. El primer Artigas –de camisa desprendida, cuello musculoso, mirada firme, bello- parece obedecer a la estética de los dioses griegos. Pero hay otra cosa. "Seguramente si yo hubiera nacido en aquella época y lo hubiera conocido, me habría enamorado locamente de el", dice Pilar. Recuerda que hay testimonios acerca de su ascendencia sobre gauchos y en particular sobre las mujeres. "Era guapo. Sumado a sus opciones...me hubiera enamorado sin dudas". El otro Artigas –con sus ojos oscuros y el fondo oscuro- le otorgan misterio a la obra y el personaje.

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De aquí vengo, esto soy

Para esta serie de Artigas y gauchos estuviste releyendo textos sobre él. ¿Hubo un hallazgo que te haya sorprendido o removido?

Desde hace algunos años, me he interesado por Artigas y he estado buscando aquí y allá, en libros que me han recomendado, en programas de televisión, en algunas charlas o conferencias. Nunca me cautivó la historia pero la madurez y la búsqueda de raíces me acercaron a él. Al tiempo de haber comenzado esta investigación hecha sin disciplina alguna, sin método, una prima me comentó que un antepasado nuestro llamado Celedonio Islas integró el éxodo junto a su familia y esto aumentó aún más mi curiosidad.

Comencé a buscar con muchísima pasión y pude descubrir un perfil de Artigas tan intenso desde todo punto de vista que hizo que quien antes me fuera tan ajeno, se aproximara cálidamente.

Pude, por suerte, dejar de lado el héroe aprendido en la escuela, tan poco humano, tan de bronce y me encontré con ese hombre sencillo, valiente, seductor, que tocaba la guitarra, que tomaba ginebra, que era cabezadura, según dicen, que amó profundamente a su tierra y a los menos favorecidos, que fue apasionado con sus mujeres y cariñoso y protector con sus hijos.

Pero ese acercamiento emocionante y removedor fue a veces doloroso hasta las lágrimas.

Como les sucede a casi todos los justos, él mismo fue objeto de la injusticia y esto despierta indignación en mí; rabia y casi desesperación. Fue traicionado por sus aliados, lo trataron de forajido, de asesino y pusieron precio a su cabeza; fue víctima de la oligarquía porteña y montevideana, de la "gente bien" que construyó esa leyenda negra sobre él porque se sintió afectada en sus intereses.

Finalmente se exilió en Paraguay donde, sobre todo al principio, era casi un prisionero y allí permaneció viviendo muy pobremente durante treinta años hasta su muerte, mientras su Banda Oriental se desgajaba de las Provincias Unidas y se convertía en un país que no era el suyo, que nada tenía que ver con su proyecto. Fue enterrado como insolvente en Paraguay.

¿Cómo no voy a emocionarme, a sentirme afectada y a cuestionar la condición humana?

En la selección de tus textos, pareces inclinarte por aquellos que muestran un Artigas austero, rodeado de gauchos pobres. ¿Por qué esa opción?

Porque si bien Artigas creció alternando la ciudad con el medio campesino, muy joven aún se integró a la vida rural e ingresó a un mundo de indios, negros liberados, matreros, gauchos que rápidamente lo aceptaron y convirtieron en su caudillo.

Conocía profundamente la manera de ser del gaucho y él lo era también: montaba como buen jinete, manejaba con destreza el lazo y las boleadoras, faenaba, negociaba cueros y ganado y fue así que conoció todos los rincones de la Banda Oriental. Además no hay que olvidar quienes fueron algunas de sus mujeres: una charrúa, una mestiza chaná y tres guaraníes. Y como dice Nelson Caula: "...su abuela paterna doña Ignacia Javiera de Carrasco depositaria de la memoria y la sangre de la otra: Beatriz Tupac Yupanki. Esta auténtica ñusta de los incas, casada en el siglo dieciséis con Perálvarez Olguín integra el árbol genealógico previo, en unas cinco generaciones, de don José Gervasio Artigas...". De manera que en él había también sangre de los pueblos originarios de América.

En cuanto a su austeridad, hay testimonios que lo muestran no sólo austero sino pobre, tanto que en 1815 los integrantes del Cabildo de Montevideo, enterados de su estrechez, le envían ropa nueva. O sea que no es que me incline, no es mi opción, fue la suya: eligió no ser el señorito de ciudad que podía haber sido porque persiguió sus convicciones, ideales y principios.

La imagen de Artigas tiene el signo del cuadro de Blanes, hecho muchos años después de la muerte del Jefe de los Orientales. En los últimos años se ha reconstruido su rostro incluso con técnicas forenses. ¿En dónde te afirmaste para tus dibujos?

Para hacer esos dos dibujos sobre Artigas, todos las referencias que aluden a su verdadero rostro según la reconstrucción que se ha hecho recientemente, las dejé de lado.

Son dos dibujos muy simples, pequeños, uno de tinta, lápiz y carbonilla y el otro solamente hecho a lápiz, que aparece como un boceto un poco más elaborado.

Permití que las imágenes de ese hombre que mueve tanto mis emociones salieran de forma espontánea y muy rápida; ni siquiera sabía muy bien hacia dónde iba con las líneas. En cada trazo están presentes los ecos que fueron quedando en mi interior luego de haberme aproximado a su vida y a su pensamiento.

Desde luego también juega su papel la imaginación que me hace visualizarlo de determinada manera, un poco borrosamente. No puedo obviar ciertos datos que desde niños nos han transmitido sobre su apariencia física, su color de piel, su pelo, su nariz, sus ojos, su estatura. Pero sin duda alguna en esos dibujos predomina la emoción. Representan a "mi Artigas", aquel que no responde a una rigurosa descripción sino el que se hace corpóreo producto de mi apasionamiento.

¿Qué opinas de ese cuadro de Blanes, del Artigas frente a la puerta de la Ciudadela?

Blanes creó imágenes de la historia de Uruguay, del Río de la Plata y hasta de Chile. Pintó varias obras del proceso de independencia pero omitió la revolución artiguista, no incluyó imágenes de indígenas ni de negros ni de gauchos desarrapados.

Supongo que en ese entonces, la búsqueda de identidad de la nación que se estaba consolidando y en parte se plasmaba en esa serie de pinturas, no los incluía.

Cuando Blanes realizó sus primeras obras de pintura histórica, pesaba aún sobre José Artigas el cuestionamiento derivado de la leyenda negra que sobre él existía. Fue a partir de 1880 que se comenzó a revisar y se revalorizó su figura. En 1884 Blanes pintó al General Artigas en la Ciudadela, obra que quedó sin terminar. Desde luego esto no fue un retrato de Artigas sino una aproximación que hizo Blanes a partir de datos que reunió sobre sus características físicas intentando así poner un rostro al héroe del Uruguay. Previo a esta pintura al óleo realizó dos carbonillas basadas en el retrato que realizara Demersay de Artigas en Paraguay, ya muy viejito. Este fue el único retrato del natural que se hiciera de Artigas. Sin hablar de lo estrictamente pictórico y ni siquiera del hecho de si es parecido físicamente o no sino desde un sentido puramente emocional, en esa figura posando, con vestimenta impecable, mirando al infinito, distante, no reconozco a "mi Artigas".

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