La lista presentada ante la Oficina de Patentes es interminable e incluye abrebotellas, corbatas, ropa interior, camisetas, confeti o tarjetas de crédito. Básicamente cualquier cosa que permita que el rostro de este ídolo de la pantalla o su nombre pueda ser grabado.
Realmente se trata de una ironía, ya que Brando fue uno de los intérpretes más alejado de la comercialización de Hollywood y pasó gran parte de su vida como un recluso, ya fuera en su paradisíaca isla de Tahití o en su mansión de Hollywood, con Jack Nicholson por vecino.
Años antes de su muerte, el intérprete de "La ley del silencio" dejó sentadas las bases de un fondo en el que indicaba cómo distribuir entre sus herederos los ingresos que se obtuvieran de su nombre e imagen después de la muerte.
Ellos han solicitado la patente y si la consiguen quedará también en sus manos la decisión de aprobar o denegar en cada caso la comercialización de la imagen de este legendario actor.
Según la revista "Forbes", muertos ilustres como Elvis Presley, Charles Schulz, J.R.R.Tolkien o John Lennon entre otros, reciben anualmente más de cinco millones de dólares para sus herederos en forma de derechos de autor.
El problema es que el actor tiene derecho sobre su imagen o su nombre pero en la mayor parte de los casos sus películas, y junto a ellas el personaje que crearon para el filme, es propiedad del estudio.
Más explotable parece la imagen de Brando en "The Wild One" ("¡Salvaje!"), donde la combinación de su talento con esa cazadora de cuero, la gorra y la motocicleta le convirtieron en el retrato de la rebeldía de muchas generaciones.
Si el fondo de herederos de Brando recibe la confirmación de la patente no le faltarán sugerencias para explotar la imagen del actor, incluida mantequilla en recuerdo de "El último tango" o loción para el cuero cabelludo en honor de "Apocalypse Now". Pero antes de poner en marcha este lucrativo negocio, sus herederos tendrán que refrescar la memoria a toda una nueva generación, la que más consume. Para ellos, el nombre de Brando es cosa de padres y más que rebeldía les evoca la imagen de un hombre con exceso de peso vestido en kimono.
(EFE)