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Los motochorros pasan del robo a los disparos a quemarropa
Leticia Olivera estaba afuera de su casa en la tardecita del lunes en Peñarol tomando mate cuando vio que dos motos interceptaron a un almacenero del barrio que pedaleaba por Aparicio Saravia. El hombre de 43 años se resistió a que le quitaran un bolso y la respuesta fue brutal: tres tiros a quemarropa. Los robos de los delincuentes en moto no son una novedad para el barrio pero los disparos dejaron congelados a los vecinos y generan preocupación por su avance como modalidad delictiva.
Cinco minutos antes de dispararle al hombre, los delincuentes habían entrado a una casa del barrio en busca de dinero. "Dame la plata grande", amenazó un rapiñero al propietario de la vivienda con una pistola. Los niños habían salido con la madre. Solo quedaban dos hombres en la casa. Uno de ellos sacó $5.000 del bolsillo y se los dio. El otro le pidió la alianza matrimonial. Los nervios consumieron el tiempo y la víctima les dijo que se llevaran su moto, que la llave estaba arriba de la mesa. No se la llevaron y se fueron. Afuera los esperaba la otra pareja en moto. Al salir se cruzaron con el almacenero, que se resistió a la rapiña y recibió tres tiros.
Una semana antes, en esa misma esquina de Aparicio Saravia y Hamburgo, dos delincuentes en una moto le robaron la cartera a una mujer y siguieron su camino.
"Patrón criminal"
Otras rapiñas cometidas por motociclistas han derivado en homicidios. Christian Carranza, de 31 años, fue ejecutado en la rambla de Punta Carretas el domingo cuando dos delincuentes también en moto intentaron robarle su Kawasaki Ninja. Dos delincuentes en moto mataron en un intento de robo a la exesposa del fiscal de Corte, Jorge Díaz, el 15 de febrero. Un mes después, el fiscal de Corte planteó la preocupación que genera esta modalidad delictiva.
"En Montevideo nosotros estamos estudiando que la mayor parte de las rapiñas se cometen contra mujeres, transeúntes, en determinados horarios y en motos con dos ocupantes", dijo Díaz en el programa No Toquen Nada de Océano FM. Esto representa "un patrón criminal que hay que investigar y seguir". El Observador intentó consultar a Díaz sobre el tema pero desde su oficina se indicó que no haría más declaraciones que las que realizó en la entrevista radial.
El crimen de Carranza en Punta Carretas, el robo a una mujer en la esquina de Aparicio Saravia y Hamburgo, la amenaza a punta de pistola a dos hombres en su casa y los tres disparos a la vuelta de la esquina el lunes en Peñarol tienen este patrón en común: delincuentes motorizados.
El juez penal Ricardo Míguez coincidió con el diagnóstico de Díaz y dijo a El Observador que los casos de rapiñas o hurtos cometidos por "motochorros" se repiten con frecuencia durante los turnos. En parte, el magistrado atribuye el fenómeno al incremento en la cantidad de motos que circulan debido a que se hicieron más accesibles. "Hay motos que son propiedad de los delincuentes y otras directamente son robadas. Por ejemplo, es común que se trate de dos muchachos, amigos entre sí, que necesitan dinero y ahí deciden cometer un delito", dijo Míguez. Según el juez, quienes delinquen mediante esa modalidad habitualmente son hombres de entre 18 y 25 "con necesidades económicas" y muchas veces adictos a la pasta base.
Por su parte, el fiscal Gustavo Zubía dijo que los delitos en moto son un problema importante pero señaló, en base a su experiencia, que los "motochorros" cometen más hurtos que rapiñas. "Las motos son el vehículo ideal para los delincuentes porque permiten pasarle por al lado a la víctima, robarle la cartera, la mochila o el celular y seguir rápidamente como si nada", indicó. Para Zubía, la "sensación de impunidad" que genera el hecho de que sistema principalmente juzga los ilícitos flagrantes los alienta "a salir a hacer la suya".
