La negociación del tratado de libre
comercio transatlántico entre la Unión Europea y
Estados Unidos ha generado duras críticas en ambos lados del océano y muchos obstáculos se ciernen sobre el acuerdo, pese a la voluntad de avanzar expresada por el presidente
Barack Obama.
La Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP por sus siglas en inglés) es un extenso acuerdo comercial que está en negociaciones desde 2013 y que actualmente continúa debatiéndose. Tiene como objetivo eliminar las barreras comerciales entre la UE y Estados Unidos, y reducir los obstáculos en los intercambios de bienes y servicios entre ambos socios.
Según el Centro de Investigación Política y Económica (CEPR), el acuerdo permitiría ganancias de 120 mil millones para Europa y de 95 mil millones para Estados Unidos.
Para Obama el tiempo es cada vez más escaso, ya que debe sellar el pacto antes de finalizar su mandato en la Casa Blanca en enero de 2017, en un momento en que incluso los candidatos demócratas (partido de gobierno) han criticado el proyecto. Desde su llegada a Alemania, Obama ha insistido en llegar rápidamente a un acuerdo.
"Si no terminamos las negociaciones este año, con las transiciones políticas que se vienen en Estados Unidos y en Europa, esto podría significar que el acuerdo no sea concluido en un buen momento", alertó el mandatario tras reunirse con Angela Merkel., canciller de Alemania. Sin embargo, en Europa la población se ha movilizado desde hace meses contra el TTIP, denunciando la opacidad de las negociaciones y sus posibles consecuencias para el sector agrícola y el medioambiente.
El pasado sábado, por ejemplo, miles de personas se manifestaron en Hannover. Alemania. Los principales temores apuntan al sector de los servicios, la regulación financiera y la denominación de origen.
En Estados Unidos el proyecto ha sido duramente criticado durante la campaña presidencial en la que en general los acuerdos comerciales han sido señalados como responsables de la desindustrialización del país.
Donald Trump, que lidera las primarias republicanas, lo ha convertido en uno de sus caballos de batalla, mientras que en el campo demócrata Hillary Clinton también se ha expresado contraria, bajo presión de su oponente Bernie Sanders, con un discurso más cercano a la izquierda.