Alemania es de los países más abiertos a los refugiados, pero la realidad es más compleja que las promesas.

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Los refugiados tienen una lenta adaptación al mercado laboral

Se suman las dificultades para el millón y medio de aspirantes
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21 de enero de 2016 a las 05:00
Alemania ofrece por un lado centenas de miles de puestos de trabajo vacantes y por el otro acogió a 1,5 millones de refugiados en los últimos tres años. A mediano plazo, los refugiados ayudarán a resolver en gran parte los problemas creados por la escasez de mano de obra en Alemania. Pero aunque la ecuación parece casi perfecta, en la realidad las cosas son más difíciles de lo que aparentan.

Alemania es uno de los destinos favoritos de los que huyen de situaciones conflictivas en Medio Oriente o África. El país europeo ofrece más facilidades de adaptación, empleo y acompañamiento a los recién llegados. La canciller Angela Merkel indicó que su país estaba dispuesto a recibir a 800.000 personas en 2015, lo que significa un millón y medio de extranjeros en tres años.

Pero el principal escollo para la integración laboral de los recién llegados es la falta de adecuación entre su formación y aspiraciones, y los oficios que se ofrecen.

Eso puede enardecer aún más el debate sobre la integración de los refugiados, que sacude a la sociedad alemana tras las agresiones contra las mujeres del 31 de diciembre pasado, y llevar agua al molino de los que cuestionan la política de acogida de la canciller.

Por una parte, sucede que "en muchos casos" los recién llegados tienen "otras prioridades" -conseguir dinero rápidamente para enviar a sus familias o pagar las deudas "colosales" del viaje- y optan en lo inmediato por un trabajo no calificado que les garantiza una fuente inmediata de ingresos.

Hacen esto en vez de ingresar al mercado laboral por el sistema de aprendizaje en alternancia, un modelo que se aplica en Alemania que combina formación teórica con capacitación práctica y que es usado masivamente por los empleadores, desde los patrones de una panadería de barrio hasta los gerentes de grandes multinacionales.

Pero claro, puntualiza Jurgen Wurshorn, portavoz de la Agencia Federal del Empleo de Nurenberg: optar por este camino impone algunas obligaciones más severas y no garantiza una remuneración tan inmediata.

"Los que eligen la solución fácil se engañan", dice Conrad Skerutsch, director de FRAP, un organismo público de desarrollo del mercado de trabajo de Fráncfort.

"Sólo entre 5 y 10% de los solicitantes de asilo" tienen un nivel de formación suficiente para insertarse en el mercado de trabajo en un plazo de un año, insiste Skerutsch, que señala al mismo tiempo las dificultades del aprendizaje.

Pero el camino también está lleno de obstáculos para los jóvenes refugiados -a menudo "extremadamente motivados"- que aceptan el desafío del aprendizaje que alterna empresa y escuela.

"Alrededor del 50% de los refugiados en aprendizaje abandona la formación a medio camino", señala Rudolf Baier, portavoz de HWK, la cámara de artesanos de Múnich, que administra unos 23.000 aprendices en alternancia, entre los cuales hay unos 500 jóvenes solicitantes de asilo.

Es una tasa de abandono dos veces superior al promedio, pero en franca disminución desde que la HWK creó en setiembre pasado dos puestos de acompañamiento y cursos específicos para apoyar a los inmigrantes a lo largo de todo el aprendizaje.

Idioma y certificaciones

El idioma sigue siendo el principal obstáculo para los jóvenes refugiados, que fallan sobre todo en los exámenes escritos debido a carencias en alemán, sostiene Baier.

Sin embargo, a pesar de todo, la HWK registra actualmente 5.500 puestos de aprendiz vacantes "y los refugiados podrán cubrir el cupo", dice Baier con cierto optimismo.

La situación es más complicada para los refugiados de más edad. A pesar de su experiencia profesional anterior, muchos refugiados "carecen de calificaciones y de certificados", señala Achim Dercks, director adjunto de la Federación de Cámaras de Comercio e Industria (DIHK).

Corren el riesgo de quedarse desempleados, como sucede con el 20% de los alemanes activos sin ninguna calificación.

"Todo está a prueba", resume Dercks, al referirse a las diferentes medidas y soluciones que buscan las autoridades centrales y regionales.

"En el mejor de los casos serán necesarios al menos cinco años" de esfuerzos para que los refugiados logren su inserción profesional, dice, basándose en un estudio realizado en 2014 y publicado el lunes pasado.

Sobre 2.800 refugiados llegados a Alemania entre 2007 y 2012, 37% tenía un empleo y 23% cobraba un subsidio por desempleo en 2014.

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