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Madrid siempre está de moda

A casi una década de la crisis, la capital española encuentra en la diversidad de sus barrios y su perenne movida nocturna la forma de seguir siendo irresistible
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01 de octubre de 2016 a las 05:00
Dicen que crisis es oportunidad. Pese a los duros momentos y a casi una década de problemas económicos, Madrid supo mantener su sitio de gran capital del mundo. Creativa, dinámica y única, esta ciudad se mantuvo en movimiento para buscar nuevos polos de atracción para propios y ajenos. Hay barrios y puntos de la capital española que siguen a la espera de ser descubiertos o redescubiertos, y han pasado de paradas exóticas a inevitables.

Lavapiés

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Uno de los corrimientos que hubo fue hacia un barrio que otrora albergaba a inmigrantes y comerciantes. Poca cosa ofrecía Lavapiés al turista que buscaba ir de tapas y apreciar los grandes hitos madrileños. Pero Lavapiés supo resignificarse y se convirtió en el reducto 'cool' post crisis. Las oportunidades que ofrecían los costos de viviendas y locales comerciales –además de la multiculturalidad que posee, que siempre ayuda para poner de moda un barrio–, el viento comenzó a virar hacia allí, "al otro lado de la Gran Vía". El área de influencia de Lavapiés se considera entre el mercado de El Rastro, la plaza Tirso de Molina y el Museo Reina Sofía.

Exótico

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Los jóvenes son los que muchas veces se encargan de poner en onda un lugar. Así fue el caso de Lavapiés, un lugar al que su condición de barrio de inmigrantes le jugó en contra anteriormente. Pero hoy la tendencia es buscar la multiculturalidad, lo diferente y lo exótico. Ese fue uno de los grandes señuelos de Lavapiés, que se convirtió en un barrio que entre restoranes y tiendas de comida "transporta" a sus visitantes a otras tierras y culturas. Los teatros y librerías también llegaron a la zona y los proyectos sociales la reafirmaron. Y así, los "pisos" venidos a menos en la fachada pero restaurados de la manera más 'cool' por dentro comenzaron a ser moneda corriente. La zona Sur de Madrid despertó gracias a este barrio, es cierto, pero incluso en este momento los costos se mantienen moderados.

El Rastro, un clásico

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Los domingos hay que prestar atención cuando se está de viaje, porque los mejores mercados y ferias de pulgas siempre son durante esos días. En el caso de Madrid, el enorme Rastro, también en la zona de Lavapiés, es fundamental. Es un mercado gigante y con todo para ver. Después de una buena caminata además abre el apetito, con lo cual lo mejor es buscar un sitio donde sentarse a comer y tomar.

Una recomendación es el Museo de la Radio, un bar cuyas paredes están llenas de antiguas radios donde 'ir de tapas' o también 'de cañas'. Para quienes quieran degustar una de las delicias españolas más conocidas, las sardinas asadas esperan en el bar Santurce.

Malasaña

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De moda ya hace unos años, y tal vez preferida por quienes quieren vivir el Madrid nocturno, Malasaña es el barrio contiguo a Chueca (ya famoso y de tendencia desde entrado el siglo XXI). Cruzando la calle Fuencarral, Chueca se convierte en Malasaña y su epicentro está en la Plaza Dos de Mayo.
El nombre del barrio y el de la plaza principal están directamente ligados a la historia: Manuela Malasaña fue una heroína madrileña que en los levantamientos del 2 de mayo de 1808 luchó contra las tropas francesas.

Malasaña está muy ligado a también a la "Movida", la revolución cultural y social que surgió en Madrid durante la década del 80, en la que este barrio se fue convirtiendo en la zona del rock y el punk post régimen franquista.

Pepi, Luci, Bom...

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Pedro Almodóvar es un ícono de la Movida. Transgresor y kitsch, con su emblemática Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón se consagró como un claro exponente de la revolución cultural de esos días. La Movida acuñó frases como: "Madrid me Mata" o "De Madrid al Cielo".

Hoy, por moda y por nostalgia, Malasaña mantiene su estética ochentosa en discotecas, pubs y bares. Reductos como El TupperWare, el Penta, La Vía Láctea y el museo-bar (en honor a la frase) Madrid Me Mata, reciben cada noche a curiosos y habitués. Lo mejor es que uno puede aún encontrarse por allí a artistas de la época, como Alaska, lo que significa un enorme plus para nostálgicos ochenteros.

Las terrazas de las cafeterías ubicadas en la Plaza del Dos de Mayo acostumbran a estar también muy solicitadas. Completa el panorama la zona de triBall, también conocida también como el Soho madrileño, de emergente desarrollo y con tiendas que se caracterizan por impulsar el comercio sostenible, la cultura y la moda.
Malasaña se instaló definitivamente como barrio 'trendy'. Quienes tienen a su cargo gestionarlo se tomaron en serio el mantener la etiqueta también a nivel de movilidad urbana: se convirtieron calles en peatonales y se optimizaron las fachadas y zonas comunes.

La zona también posee una buena oferta económica de alojamiento en hostales, pensiones y apartamentos. Las coctelerías son una opción más tranquila; en los alrededores de la Calle Luna ya se impuso la moda neoyorquina de los 'rooftopbars', bares en las terrazas o techos de los hoteles y edificios.

madrid gran via
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El lounge resort GyMage es una de las opciones, con excelentes vistas de la ciudad. La Calle del Pez es otra zona importante y que hay que recorrer llena de bares, restaurantes, cafés, tiendas y el teatro Alfil. Aquí, las opciones para comer, tomar, merendar o hacer lo que sea son cada vez más en esta zona de moda: MyVeg para los 'veggies' presenta un menú sano a buen precio. Se puede obtener por entre € 15 y € 25 comida hecha con productos de la huerta y está abierto desde el desayuno en adelante. Naif Madrid es "el" lugar donde comer los mejores sándwiches de Malasaña, con reminiscencias estéticas neoyorquinas que se hacen evidentes una vez que se ingresa al lugar.
Si está en la zona y lo suyo son los tragos, los mejores cócteles los están sirviendo en el 1862 Dry Bar, un sitio donde el estilo de las antiguas coctelerías y la clásica manera de "mezclar" bebidas llega al máximo nivel. Si la opción es la cerveza, Fábrica Maravillas es una microcervecería al mejor estilo hípster de Brooklyn donde se sirve lo que se produce allí.

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