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Leonardo Pereyra

Leonardo Pereyra

Historias mínimas

Martha Rivera Garrido, de profesión poeta

Una joya encontrada en la red, un canto a la mujer ideal que no puede dejar de leer
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01 de abril de 2014 a las 00:00

Cada tanto, las redes sociales nos deparan hallazgos inesperados, palabras e imágenes que, de otra manera, hubieran quedado perdidas en una biblioteca o en algún lugar peor.

La maravilla que por estas horas alguien ha exhumado en el Facebook corresponde a una señora llamada Martha Rivera Garrido que se define como poeta y que es dominicana.

La poesía de Rivera Garrido que los cibernautas han elegido para agradarnos, pretende despertar la adhesión de las almas, por decirlo de alguna forma, sensibles y resalta las virtudes de una mujer que, dice, si la encontramos, nos dejará un recuerdo indeleble. Como se verá, en la descripción de esa mujer, que de tan fascinante se vuelve imposible, Martha nos presenta imágenes pletóricas de metáforas que no podemos evitar desentrañar.

“No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma”, dice Rivera Garrido y nos plantea la duda acerca de las características de una mujer “maga” –probablemente aluda al personaje de la sobrevalorada Rayuela- y nos trata de convencer de que el delirio y la locura son signos positivos. Además, nos sugiere que la mujer sabe volar lo que nos empuja, para escaparle al lugar común y berreta, a pensar en Superchica o en el malogrado avión de Malasia.

Ese inexplicable “que sabe lo que sabe” nos predispone a pensar que uno de los “sabe” de doña Martha es utilizado como sustantivo y no como verbo. Lo que la poeta quiere decir en realidad, y que para nosotros permanece oculto por lo arriesgado del verso, es que esa mujer maravillosa “saborea lo que sabe”. Es decir que conoce lo que come. Si no es así, las disculpas del caso.

Luego continúa Rivera Garrido: “No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas)”. Allí la poeta nos comienza a sugerir que nos escapemos a un lugar en donde no nos alcance la histeria de una mujer que, además, amenaza con desvanecerse al menor contacto.

“No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo”, agrega Rivera Garrido solo para confirmarnos que si en la vuelta hay alguna poeta, no es ella.

“No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, jamás se regresa...", termina la señora dominicana sin reparar en que nosotros ya nos fuimos de su poema con la firme decisión de no regresar nunca jamás.

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