Ser el mejor calificado en la región en clima para las inversiones y los negocios puede ayudar en algo a Uruguay, en momentos en que los capitales externos tienden a retraerse en los países emergentes. Nuestro país fue situado en la mitad de la tabla entre 95 naciones evaluadas en el Índice Global de Complejidad 2015, estudio que realiza anualmente TMF Group. Esta firma es referente mundial en el tema y sus conclusiones son tenidas en cuenta por inversores institucionales e individuales al momento de decidir donde radicar sus capitales. Ubicado el año pasado en el puesto 55, Uruguay mejoró casi al doble su posición de 2014, convirtiéndose en la nación de América del Sur más conveniente para hacer negocios, abrir empresas y operarlas.
Pero el avance alcanzado de un año a otro no disipa lo mucho que nos queda por hacer para acercarnos a Irlanda, el mejor evaluado, o a países con parecida estructura productiva y con los que hasta ahora competimos desventajosamente, como Nueva Zelanda o Australia. Esta desventaja persistirá mientras siga habiendo sectores políticos, especialmente en el Frente Amplio, renuentes a abrir la economía hacia el Pacífico y otras áreas mediante la incorporación a acuerdos de libre comercio. Al presentar el informe, el director regional de TMF, Roberto Scrimieri, destacó “la necesidad de reducir la burocracia para que el país sea más atractivo a la inversión extranjera”. Aunque algo se ha progresado en este campo, la ventanilla única reiteradamente anunciada por el gobierno sigue abierta solo a medias y sobreviven demoras y trámites muchas veces engorrosos que tienden a desalentar a inversores.
El estudio de TMF destaca el atractivo de regímenes como los de zonas francas y de la ley de inversiones, aunque soslaya los reclamos de algunos sectores frenteamplistas y sindicales de reducir las facilidades que ofrecen esos instrumentos, en vez del camino lógico de ampliarlas. Scrimieri señaló otros factores que han mejorado la posición relativa de Uruguay, además de su tradicional reputación por estabilidad política, manejo de la economía ante shocks externos y desaceleración del crecimiento y un clima social comparativamente menos turbulento y conflictivo que el que impera en otras partes del mundo. Destacó la ubicación geográfica del país, que lo sitúa favorablemente como puerto de entrada y salida del comercio regional, así como el desarrollo del comercio de servicios.
Uruguay no aparece como un lugar ideal sino apenas como el “menos complejo” o complicado en el ámbito sudamericano. La evaluación de nuestro país no es benevolente con las flaquezas que sigue mostrando en cuanto a la facilidad para radicar capitales y hacer negocios. Pero nos pone por delante de naciones de la región donde son mayores las dificultades que acumulan sus estructuras, como la Argentina del desaparecido kirchnerismo, México, Bolivia o el alicaído Brasil. El estudio de TMF no generará una automática irrupción cuantiosa de los capitales requeridos para impulsar obras públicas en asociación con el Estado o inversiones privadas propias que acrezcan la actividad y el empleo. Pero es una guía de eventual utilidad para señalarle a los inversores las ventajas que existen en el país y, de paso, para recordarle al gobierno los puntos en que es necesario perfeccionar trámites y procedimientos.
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