La canciller alemana,
Angela Merkel, no podía haber imaginado un peor final de año que el que se avecina.
El atentado ocurrido el lunes 19 en un mercado de artículos navideños de
Berlín puso en entredicho su gestión, en particular por su controvertida política sobre los refugiados.
La veterana dirigente política, que accedió al poder en 2005, ha ido perdiendo pie en el apoyo popular, aunque pese a todos los pesares, parece encaminarse a una más que probable reelección en los comicios del próximo año.
Reelecta como jefe de su partido, el conservador Unión Cristiana Demócrata, la canciller de 62 años no parece tener rivales en la interna, aunque también le llueven críticas en su propio bando.
Sin embargo, los 12 muertos y el medio centenar de heridos en el mercado navideño, más las inconsistencias en la investigación policial, son una mochila demasiado pesada para Merkel.
Huelga decir que los principales representantes de la extrema derecha, no ya solo en su país, sino en otras naciones europeas, afilan sus garras para cobrarle a la canciller viejas deudas.
Mientras las quejas no cesan y la derecha populista sube en la consideración general, la canciller admitió que afrontará la campaña electoral más difícil.
Es que su "generosa" política de acogida de inmigrantes, resistida por una parte importante de la sociedad alemana, se transformó –quizás muy a su pesar– en un talón de aquiles de su gobierno. Y aunque comenzó a endurecer esa política por las presiones, eso no fue suficiente para acallar los reclamos.
En la oposición, siguen sin perdonarle que haya permitido el masivo ingreso de inmigrantes, sobre todo de origen musulmán, desde 2015 a la fecha.
Y menos aún luego de que las autoridades alemanas establecieran una conexión entre el atentado ocurrido esta semana y un ciudadano tunecino, considerado altamente peligroso y que estaba al borde de la deportación, debido a que existía la convicción de que estaba preparando un ataque.
Para colmo de males, el principal sospechoso había sido vigilado durante casi todo el año, pues existían indicios sobre su conexión con el
Estado Islámico, que el martes reivindicó el atentado.
Con varios frentes abiertos, Merkel no desespera y aguarda a dar un nuevo zarpazo electoral.