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Mesabrava, el sabor de la cocina rebelde

Un proyecto que se instala en lugares insólitos y saca a los chef y los comensales de su zona de confort
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01 de octubre de 2016 a las 05:00

Rebelde, joven, arriesgada. Mesabrava, las cenas a puertas cerradas que cada mes se montan en lugares insólitos con chefs invitados para decenas de personas, saca a los protagonistas de su zona de confort y busca provocar sensaciones más allá de los aromas y sabores de la comida. El sábado 24 se realizó la edición 17 de este proyecto que tiene al frente a cuatro jóvenes que no necesariamente tiene su origen en la gastronomía: Gustavo Zerbino, Catalina López, Sofía Hughes y Martina Capó.

Mesabrava es un restaurante sin local y sin chef residente. Es una muestra itinerante, un juego gastronómico, un montaje exótico y delicioso para quienes buscan nuevas sensaciones.

La escena que se plantea en estas cenas parece tener mucha influencia del estilo Francis Mallman, el afamado cocinero argentino que lleva su cocina y su mesa a lugares impensados, y que disfruta y hace disfrutar a sus comensales de entornos únicos, acompañado de platos simples y honestos.

"El proyecto tiene algo de rebelde y joven, y buscamos cocineros que vayan en esa línea. Estar en un Mesabrava implica tomar riesgos, animarse a cocinar en lugares que no son aptos para eso, salir de la zona de confort", relató Zerbino a El Observador.

Algunos de los chef invitados en las ediciones anteriores fueron: Lucía Soria, Martin Lavecchia, Aurelien Bondoux, Federico Desseno, Juan Pablo Clerici, Elsa Manelphe, Fons de Muynck y Gastón Yelicich.

Hasta ahora han llevado la cocina a lugares como una casa de remates, viñedos, estación de tren, museo y un vivero, por ejemplo. Los comensales no saben de la nueva edición hasta dos semanas antes, y se enteran de la nueva locación tres días previo al evento, lo que agrega también una pizca de intriga y sorpresa. "Montevideo y Uruguay tiene lugares increíbles y cocineros muy talentosos; nos gusta poder combinar esas dos cosas", agregó Zerbino.

El sábado 24 de setiembre Mesabrava se montó en un galpón gigante sobre la calle Eduardo Víctor Haedo, donde hace años funcionaba Vidrierías del Uruguay, y donde se instalará un nuevo espacio de Sinergia, el proyecto que agrupa locales y oficinas de emprendedores locales. Los cocineros de la noche fueron Florencia Curcio y Tato Bonilla. Entre montañas de arena, pedregullo y bolsas de portland, se instaló una larguísima mesa en forma de ele para los comensales. Al fondo, una parrilla sobre un medio tanque, cocinas y las mesas para emplatar de los chef.

La ambientación planteó un escenario a media luz, con música a medio volumen y puestos de bebidas en los alrededores, donde los asistentes podían servirse vino, cerveza, whiskis o tragos.

"Hacemos mucho hincapié en la calidad de nuestros eventos, por lo que intentamos tener productos de mucha calidad", comentó López a El Observador.

Los asistentes son en su mayoría nuevos clientes, aunque se ha formado un núcleo de personas fieles que asisten a todas, porque cada edición es única.

Para contactarse con Mesabrava o pedir información se puede enviar un mail a [email protected], o bien buscar su perfil en Facebook o Instagram.


Los vinos de la noche

Destacados. La cena del sábado 24 tuvo un acompañamiento con vinos de gran calidad. La línea Single Vineyard de Familia Deicas (Establecimiento Juanicó) es de alto nivel, pero las dos etiquetas elegidas para la ocasión son novedades del mercado.

En primer lugar estuvo el Sauvignon Blanc 2016, un vino rabiosamente mineral, con la frescura en nariz de aromas a hierbas y a cítricos. Esta gran cosecha en Uruguay, al igual que la 2015, permitió a los Deicas elaborar este varietal que es tendencia en el mercado local. Para mi gusto, se merece un lugar entre los mejores Sauvignon Blanc uruguayos de la nueva añada. Fue muy buen compañero de la focaccia del abre boca y el pulpo de la entrada.

Para los platos de fondo se sirvió un tinto muy especial, porque se trata de un vino argentino de familia uruguaya. Eso surge porque los Deicas intentan elegir los terroir más adecuados para cada variedad de uva, y como el Malbec encontró su lugar en Mendoza (Argentina), hasta allí fueron para obtener la uva y hacer el vino, pero con el saber hacer de la bodega en Uruguay. De la cosecha 2014, este Malbec que también es un reciente lanzamiento en el mercado local, presenta muy buena intensidad colorante y gustativa. Tiene como principal virtud ofrecer aromas típicos de la variedad, de frutos rojos maduros, violetas y vainilla, pero con una acidez presente que lo hace ideal para acompañar comidas. Acompañó de buena forma el tajine de cordero y mejor aún a los dátiles con queso.

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