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Mi mundial le aporta fútbol y drama familiar a las vacaciones

La película domina el balance entre el entretenimiento y el relato personal
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26 de junio de 2017 a las 05:00
Qué se necesita para derrotar a un villano con esbirros amarillos, un hombre con poderes arácnidos y un auto con ojos y boca querido por millones de niños?

Mi mundial
, que se establecerá como el único estreno uruguayo durante las vacaciones de julio, demuestra que unos goles no son suficientes, sino que además necesitan un extra que la película logra darle.

La ópera prima del director Carlos Morelli –que adapta la novela homónima del escritor Daniel Baldi– también agrega en su relato del ascenso y caída de una estrella de fútbol infantil un conflicto familiar de tonos dramáticos que convierte al filme en más que un entretenimiento pasajero.

Mi mundial
es protagonizada por el joven actor Facundo Campelo como Tito, un niño de 13 años con gran talento futbolístico cuyas proezas lo llevan a embarcarse en el periplo dentro del ámbito futbolístico profesional.

Su carrera deportiva representará un reto en varios aspectos de su vida: el familiar, académico y hasta el amoroso.

Procedente una familia trabajadora de clase media-baja liderada por un matrimonio interpretado por Néstor Guzzini y Verónica Perrota, el mal rendimiento en la escuela de Tito le representará un problema a medida que la dedicación a la pelota le exige gran parte de su tiempo.


Bajo el tutelaje de un codicioso representante (Roney Villela), Tito y su familia se trasladarán de su pueblo a la ciudad mientras intenta lidiar con la presión del desafío y la exposición a la que se expone una vez que su capacidad en la cancha es demostrada.

Pese a que la película está cargada de expresiones y actitudes uruguayas, el filme se ambiente en un país casi ficticio, con nombres de pueblos y cuadros inexistentes que le aportan una mayor universalidad al relato.

Aunque la promoción de Mi mundial se ha apoyado fuerte en el espíritú deportivo del filme –incluso al punto de agregarle la expresión “El camino es la recompensa” como subtítulo- la película de Morelli sorprende por su intercambio entre la acción deportiva y momentos de mayor dramatismo.

Como preadolescente, Campelo interpreta con soltura e ingeniudad a Tito, un joven con toques entrañables de arrogancia pero que también sufre a la hora de tener una interacción social cuando se habla de algo que no sea fútbol.

Campelo, quien brilla en las escenas de fútbol, también se detaca cuando su personaje asciende a un cuadro repleto de jóvenes más altos y esbeltos que él, lo que hace que su cara redonda y con cachetes rosados lo deje como una liebre corriendo entre panteras.

Por su parte, Guzzini, quien interpreta al padre del protagonista, protagoniza un gran número de escenas que lo ven luchando con los entretelones del lado menos luminoso del deporte que lo hacen entrar en conflicto constantemente con su hijo y esposa. Perrota, quien siempre es bienvenida en la gran pantalla nacional, podría haber contado con un mayor número de escenas para desarrollar su personaje, aunque su contención como madre es utilizada de manera correcta para no embutir la historia.

El despliegue técnico del filme se manifiesta en los partidos, filmados con una coherencia técnica destacable. Pero la cámara de Morelli y su director de fotógrafo Sebastián Gallo no se queda quieta una vez fue de la cancha , sino que también se aprovecha en los planos secuencia que siguen a los personajes en sus momentos más cotidianos. También sobresale la captura del Montevideo agreste, sobre todo cuando Jorge Bolani hace una aparición.

La propuesta de Mi mundial será ideal para compartir entre padres e hijos, aunque los últimos pueden correr peligro de sentirse menos entretenidos por las escenas de menor adrenalina que dejan entrever un segundo acto un poco menos pulido.

De todas formas, la película aporta un nuevo capítulo a la filmografía uruguaya con una combinación nada sencilla: un guión contundente, un elenco de actores con papeles creíbles y la oportunidad de gritar varios goles en el contexto de una sala de cine.

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