Aplaudido por un público que incluía figuras del periodismo deportivo argentino y uruguayo e integrantes de todas las edades (probablemente no advertidos de las escenas gráficas que estarían a punto de escuchar), el boxeador Mike Tyson salió sonriente al despojado escenario de Enjoy Conrad con su nombre repitiéndose en la canción Niggas in Paris de los raperos Jay Z y Kanye West.
Tyson vino por primera vez a Uruguay para presentar su monólogo Undisputed Truth, que puso en escena en 2012 sobre Broadway y que cuenta con una película documental del director Spike Lee. Tras advertir que esta es la primera vez que realiza el show unipersonal con una traducción simultánea en subtítulos, el boxeador emprendió una presentación que recorrió su vida como joven vándalo en Brooklyn, su exitosa y polémica carrera como campeón de peso pesado y su nuevo relanzamiento como parte de la farándula estadounidense que hace apariciones hollywoodenses.
Sin embargo, el deporte que lo hizo célebre a nivel mundial fue uno de los temas que Tyson menos tocó en su unipersonal. En cambio, en los momentos más cautivantes de Undisputed Truth el boxeador se concentra en anécdotas personales que abarcan una infancia problemática cargada de delitos menores hasta un carrera adulta repleta de problemas financieros y abuso de drogas que lo llevaron a la bancarrota y a prisión. Su condena de tres años tras ser encontrado culpable de violación, apenas es mencionada.
Los festejos enfáticos de Tyson al recordar sus victorias más célebres en el ring y varias bromas de contenido sexual fueron los momentos más vitoreados por el público, quien en general no se mostró cómodo ante la barrera del idioma. Tyson, que habla rápido y mantiene su seseo ya característico, pareció notar cuando sus bromas no brindaban el efecto esperado y sobre la mitad del espectáculo en adelante empezó a brindar aclaraciones sobre varias figuras o momentos de su vida más reconocibles, probablemente en su país natal.
La traducción simultánea con subtítulos, por su parte fue una distracción tan necesaria como incomoda. Con un ritmo que no acompañaba siempre al tiempo de Tyson y que por momentos adelantó varias de sus bromas, las pantallas traductoras pusieron en duda la capacidad de exportación del espectáculo por fuera de Estados Unidos. Sobre el final del monólogo el deportista saltó rápidamente de sus momentos más bajos como boxeador a sus últimos grandes hitos en la industria de Hollywood. Quien haya visto el espectáculo sabrá que el campeón vino a Uruguay con una versión reducida de la obra que también se exhibe actualmente en Las Vegas.
De todas formas, si hay algo que hoy en día no le falta a Tyson en carisma. Sin miedo a bailar y cantar de forma ridícula y a bromear sobre sus acciones más reprochables ("Les prometo que hoy todos saldrán con sus dos orejas"), el boxeador demostró tener un talento innato para el entretenimiento que hoy lo tiene buscando y recibiendo aplausos con el escenario en el lugar del cuadrilátero.
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