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Moria Casán: con pecado concebida

Atrapada en una nueva polémica, Moria Casán nunca dejó de desnudar tanto cuerpo como mente
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17 de diciembre de 2015 a las 05:00
Se la ve con los largos y estilizados cabellos marrón oscuro, ocultando los ojos tras lentes espejados o con ornamentos. Sin lágrimas ni grandes y sugerentes sonrisas, el rostro de Moria Casán encuentra entre las multitudes de micrófonos y la soledad de la corte un punto intermedio: una leve sonrisa que no delata debilidades ni temor.

Sin embargo, otra fotografía llegó con rapidez para alimentar el frenesí del periodismo de farándula, el morbo de un público que quiere ver a sus grandes nombres caer. Casán, ahora con un pulcro pijama blanco, revisa su celular sobre una cama, con lentes para leer, el pelo despeinado y la cara lavada.

Entre ambas imágenes, lo que para su abogado Matías Morla era un "trámite menor" cambió de dimensiones. Con un avión privado y un apartamento alquilado especialmente para la ocasión, Casán había viajado a Asunción, Paraguay, para tramitar la finalización del pedido de captura internacional que recaía sobre ella por un robo de joyas en 2012.

Tras un control rutinario, 1,6 gramos de cocaína en su billetera la enclaustraron entre los muros de la cárcel Del Buen Pastor, de la capital paraguaya. Casán, tan honesta y verborrágica como siempre, hizo confesiones sin tapujos. Aquella droga, señaló, era para "consumo personal", y los títulos pronto cambiaron. El prontuario agregó "adicta". La templanza, empero, se repitió.

Detrás del mito


Cada vez que se define a sí misma, la honestidad se convierte en la cualidad reinante. "Soy un ser absolutamente genuino y transparente. Soy lo que se ve", dijo a la revista argentina Para ti, pero la declaración adoptó muchas formas anteriores y posteriores.

Esa misma convicción que se permea en palabras también se marca en acciones, incluso desde sus inicios. Hija de un suboficial del ejército y de una ama de casa, Casán, nacida Ana María Casanova, sabía que su camino no era casarse y tener hijos.

Estudiante de piano desde una temprana edad, Casán prefería otra disciplina artística, la danza, aunque no contaba con la bendición de su padre. "Me llevaban mi mamá y mi tía a escondidas al Club Unión Argentina de Ciudadela. El día que se definían los premios y yo saqué el segundo, fui con el premio de danza a casa. Papá me dijo que quería que yo estudiara. Ese fue mi primer decreto y lo logré", comentó en el programa Almorzando con Mirtha Legrand.

No obstante, a la hora de optar por una profesión, la abogacía fue la primera opción. "Tenía familiares abogados. Para mí era fácil seguir esa carrera, era buena estudiando de memoria", dijo a la revista Hola.
Pero justo cuando el Código Civil de Argentina, de 1869, le empezó a parecer anticuado incluso para memorizar, un primer acercamiento al teatro de revista cambió su trayectoria.

Solo tras un casting, Casán fue ubicada en el puesto de primera vedette en la revista Cuando la abuelita no era hippie, de 1970. "Creo que fui la única que enseguida se hizo famosa, fui la mediática de la época", agregó a Hola. De ese punto en adelante, Casán se convirtió en la favorita del formato argentino, asidua de los teatros de Corrientes, Mar del Plata y Villa Carlos Paz.

Alta y con un busto prominente, Casán pronto llevó su figura a la pantalla grande de la mano de los hermanos Hugo y Gerardo Sofovich, con Los caballeros de la cama redonda (1973). En una línea similar a la de las revistas, su participación junto a los comediantes argentinos Jorge Porcel y Alberto Olmedo fue la primera de más de una veintena de películas y varias series televisivas. Casán también trabajó junto a conocidos actores como Guillermo Francella, Jorge Martínez y Emilio Disi.

Una de las predilectas del humor para adultos de Argentina, donde escasea la vestimenta femenina y dominan los chistes de doble sentido sexual, Casán abrió un espacio propio a fuerza de mordacidad.
"En el teatro de revistas se cosificaba a la mujer, pero yo nunca permití que un cómico hiciera de mi cuerpo un remate ni que me agrediera", comentó a Hola, logrando pavimentar un camino que promoviera sus propios proyectos.

Desde el teatro al cine y la televisión, Casán alternó entre sketchs, entrevistas a políticos, telenovelas como Con pecado concebidas (1993) y películas dramáticas entre las que se destacó Funes, un gran amor (1993).

Entre esa variedad, los chistes filosos o la "lengua karateka", se convirtieron, junto a su silueta, en las claves. Fuera de los escenarios, su causticidad la enfrentó a colegas como Graciela Alfano, Carmen Barbieri, Susana Giménez, Mirtha Legrand y Nacha Guevara, e incluso a su propia hija, Sofía Gala, con quien tuvo múltiples enfrentamientos mediáticos.

En el ir y venir de insultos, comentarios irónicos y confesiones biográficas (MeMoria, 2012), Casán se mantiene firme. "Nada en mi vida con las personas es ficcionado". Solo a las tablas y a las pantallas con la ficción.

Grandes frases de Moria Casán


"Si querés llorar, llorá"

"¡Me hago una hamburguesa de tanta grasa que chorrean!"

"¿Qué se puede esperar de un burro más que una patada"

"Soy el vengador, soy el conde de Montecristo con tetas"

"¿Quiénes son? ¿Quiénes son? No hablen de mí"

"Me divierte hacer esgrima verbal"

"Comen mortadela y eructan caviar"

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