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Mosqueta a cara descubierta

Hay 15 denunciapor mes por este juego que expone a la estafa o incluso a ser robados a quienes transitan 18 de Julio
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29 de enero de 2012 a las 23:24

Al caminar por 18 de Julio, entre Eduardo Acevedo y Tristán Narvaja, la actitud de un grupo de personas llama la atención. Los montevideanos que transitan a diario por esa zona de la avenida conocen de lo que se trata. El juego está instalado. La mosqueta (un juego de azar por plata) funciona como la excusa para que un grupo organizado se haga del dinero de los que, como curiosos o aficionados, se arriman al versátil puesto callejero.

La operación se pone en marcha todos los días desde las 10 de la mañana, relataron a El Observador comerciantes de la zona. Los movimientos de los integrantes de la banda son en cadena y pueden ser comparados con un puzzle. El juego es ilegal y por eso implica el montaje coordinado de sus actores. Participan por lo menos ocho personas, hombres y mujeres. Todos son fundamentales para llevar adelante su cometido, hacer perder dinero a las personas que se arriman a la zona.

Detrás de dos caballetes de madera está ubicado quien realiza el juego. La mosqueta consiste en esconder una pelota dentro de uno de los tres vasos, que son presentados al jugador arriba de un paño. Una persona mueve los recipientes. Al finalizar, el apostador debe decir dónde está el objeto. Al que acierta se le paga el doble de lo que jugó. Personas que frecuentan la zona dijeron que “nunca se gana” porque “está todo arreglado”.

Los operadores intentan pasar desapercibidos y no llamar la atención; aunque las discusiones, gritos y reclamos, son un escenario común en la zona de juego. Alrededor de la mesa siempre hay al menos cinco personas, que actúan en coordinación con quien mueve los vasos y buscan atraer transeúntes que estén dispuestos a poner dinero sobre la mesa, constató El Observador.

El puesto está a mitad de cuadra. Desde la calle no se ve a simple vista, ya que una cabina telefónica impide identificarlo. Sobre el cordón de la vereda un hombre mira con atención los movimientos de la ciudad. Del otro lado de 18 de Julio, otro integrante de la banda, sentado en la escalinata del edificio de la Universidad de la República, recibe el dinero que “hacen” sus compañeros en la otra vereda de la avenida.
El grupo cuenta con un “campanero” en cada esquina, que avisa si un patrullero va a pasar por el lugar. La persona levanta su mano y advierte que la Policía está cerca. Ese es el momento de desarmar el puesto y dispersarse; esperar unos minutos, y volver a la acción.

Ciudadanos y turistas, que desconocen “la mosqueta” y el accionar de sus organizadores, son inducidos a probar suerte y terminan perdiendo dinero o siendo robados. José Aneiros, un montevideano de 74 años, denunció en la Comisaria 5º que el lunes le robaron $ 8.000 del bolsillo de su pantalón, mientras caminaba por la zona de la avenida donde opera la banda de los mosqueteros.

Según dijo en la denuncia, a la que accedió El Observador, mientras caminaba por esa zona de la avenida “una señora gordita integrante de la banda” lo agarró de su brazo izquierdo y le dijo: “Vení, vení y jugá que ya ganamos. Lo único que tenes que poner son
$ 2.000 y te pagan $ 4.000”. Según relató el hombre, una persona le quitó dinero de su pantalón.

La modalidad en que opera el grupo para atraer a los transeúntes fue constatada por El Observador. En tanto, comerciantes y vecinos de la zona aseguraron que los robos son “frecuentes”.

Carlos, que vive en un edificio de esa cuadra, dijo que quienes organizan el juego “están todo el día engañando gente”. “Les piden que pongan plata y con el cuento del tío les sacan todo lo que pueden. Sino directamente los roban”, relató.

Además de tomar del brazo a quien pasa por el lugar, otra práctica común es pechar a los ciudadanos. Los cómplices, que rodean al hombre que mueve los vasos, interfieren el camino de un ciudadano y lo inducen a apostar bajo la promesa de que “gana seguro”.

Un turista perdió US$ 4.000 en el juego hace dos semanas, según dijo a El Observador un testigo. Los consultados prefirieron el anonimato. Los entrevistados dijeron que temen represalias si dan la cara y manifestaron que semana por medio hay entredichos entre integrantes de la banda y comerciantes de la zona.

El alerta permanente se transforma en nerviosismo cuando el “campanero” avisa de la llegada de la Policía. El puesto es desarmado en cuestión de segundos. Sobre la vereda quedan tirados los cajones de verduras que sostienen el “tablero”. A veces, ni eso. Al pasar el patrullero por la zona, las personas que estaban en el lugar, aparentemente, desaparecieron.

UN DELITO

La Policía recibe en promedio 15 denuncias de robo al mes por las situaciones generadas en el entorno del juego de la mosqueta, informaron a El Observador fuentes policiales. La práctica ilegal es realizada sobre la avenida 18 de Julio, entre Fernández Crespo y Tristán Narvaja. Las comisarías que tienen jurisdicción en esa zona del Centro son las seccionales 4ª y 5ª.

El juego clandestino está penado como un delito por la ley. Sin embargo, cuando la Policía arrestó a sospechosos, los indagados quedaron en libertad ya que la Justicia no logra comprobar la participación de las personas en los hechos, dijo a El Observador el jefe de Relaciones Públicas de la Jefatura de Policía de Montevideo, José Luis Rondán. “Cuando los agarrás, los tipos no tienen plata encima. Entonces no hay pruebas y se complica para procesarlos”, explicó el jerarca.

La Jefatura de Policía de Montevideo ordenó en octubre del año pasado “combatir” la realización de juegos clandestinos sobre 18 de Julio, informó Rondán. Según dijo, los operativos utilizan patrullas especiales de motocicletas y policías vestidos de civil. “Es un tema de nunca acabar, porque se avisan entre ellos y cuando va la Policía se fugan del lugar”, sostuvo el jefe de Relaciones Públicas de la Jefatura de Policía de Montevideo.


La IMM inició a fines de 2011 una campaña de fiscalización acerca de los puestos ambulantes ubicados sobre 18 de Julio. En el marco de la acción, la administración decomisa los lentes y CD truchos que son comercializados en la vía pública, informó la jefa comunal. Así como cuando concurre la Policía, los vendedores ilegales abandonan la avenida cuando los inspectores municipales recorren la zona.
En medio de las anunciadas acciones del Ministerio del Interior y del gobierno departamental, los puestos de venta de artículos truchos y las bandas de juego clandestino continúan operando en 18 de Julio

Un móvil de la Comisaría 5º recorre ese tramo de 18 de Julio cada una hora. Una camioneta de la Guardia Republicana también patrulla la zona. Los policías no tienen éxito en encontrar la operación en funcionamiento (ver página 7).
Vecinos y comerciantes piensan que hay un arreglo entre los policías de la comisaría y la banda. Lo dijeron cuatro de ellos. Sin embargo, los consultados afirmaron que la Guardia Republicana es “más dura”.

El jefe de Relaciones Públicas de la Jefatura de Policía de Montevideo, José Luis Rondán dijo a El Observador que “si los comerciantes entienden que hay una cosa que está arreglada la tienen que denunciar”. “Allí tomaremos las medidas correspondientes”, agregó.

El Observador constató uno de los momentos en que las personas desarmaron su puesto. Cuando el semáforo habilitó el ingreso de vehículos a 18 de Julio desde Eduardo Acevedo, un patrullero de la Comisaría 5º abordó la avenida y pasó despacio por el área. Las personas ya no estaban.

Algunos miembros del grupo se dispersaron por calles laterales, mientras simulaban repartir folletos o vender boletos de lotería. Otros cruzaron de vereda para refugiarse en el callejón ubicado entre el edificio de la Universidad de la República y la Bilioteca Nacional.

Los mosqueteros esperan el momento para rearmar el juego desde distintas posiciones. Si la presencia policial persiste durante minutos, la banda se reúne en la ex terminal ubicada sobre la calle Arenal Grande, entre Mercedes y Uruguay.

Si bien la semana pasada el lugar para instalar el juego fue entre Eduardo Acevedo y Tristán Narvaja, la banda también utiliza otros sitios para operar; aunque siempre en ese entorno.
Los otros dos puntos son la puerta del Instituto Nacional de la Juventud (INJU) y la sede del Ministerio de Salud Pública (MSP). Ambos quedan sobre 18 de Julio entre Fernández Crespo y Eduardo Acevedo, pero en veredas opuestas.

Entre reclamos de vecinos y comerciantes, y a la sombra de la Policía, la banda continúa con el dominio de esa zona céntrica. Mientras las personas pierden dinero, la ilegalidad es la que gana en el juego de lo mosqueta.

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