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Mosquito recargado: las enfermedades provocadas por el virus zika y la respuesta de Uruguay

Uruguay continúa siendo una excepción porque no se detectaron casos autóctonos ni importados de zika, cuyo vector es el Aedes Aegypti
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29 de enero de 2016 a las 05:00
El ministro de Salud Pública, Jorge Basso, aseguró ayer que la evidencia científica conecta cada vez más los casos de zika con microcefalias en niños, sobre todo por el fuerte incremento de situaciones en Brasil, donde las microcefalias en niños pasaron de 150 a 3.800 por año.

Las microcefalias implican una disminución del perímetro craneano, es decir que los bebés nacen con la "cabeza chica" –en comparación con el tamaño normal en esa etapa de la vida–, que puede deberse a la poca cantidad de neuronas y suele afectar al posterior desarrollo del recién nacido.

Según explicó la profesora adjunta de la Cátedra de Infectología de la UdelaR, Graciela Pérez Sartori en una entrevista en El Observador TV, se hicieron estudios a bebés con microcefalias que murieron luego de nacer, así como también a fetos luego de un aborto. En todos los casos se encontró el virus zika en los tejidos. Suele afectar sobre todo el primer trimestre del embarazo, cuando se están formando los órganos y es más susceptible a la aparición de malformaciones. Por esa razón, varios países –entre ellos Uruguay– recomiendan a las embarazadas que no viajen a las zonas donde está presente el virus.

Mientras tanto, el síndrome de Guillian-Barré, puede presentarse en personas de cualquier sexo, principalmente de entre 30 y 50 años y sus síntomas son debilidad muscular y parálisis, una enfermedad que hasta el momento no tiene cura. Su vinculación con el zika comenzó luego de que en la Polinesia francesa y El Salvador se registrara un aumento de casos y coincidiera con la expansión de la enfermedad.

El virus zika también podría estar provocando casos de meningitis, que puede causar importantes daños cerebrales y es mortal en 50% de los casos no tratados. Rigidez de nuca, fiebre elevada, confusión y vómitos pueden colaborar en la identificación de su presencia.

La meningoencefalitis es la inflamación de meninges y el encéfalo, que suele afectar a niños y ancianos, con predominio en los grupos de ingreso socioeconómico bajo.

Transmisores sin saberlo

De todas maneras, por experiencias internacionales en este sentido y al ser una enfermedad cuyo vector es casi imposible de controlar, por más que sean lo más estrictas posibles es "muy difícil" que las medidas sean cien por ciento efectivas. A ese riesgo se le suma que es una enfermedad que en cuatro de cada diez casos se presenta asintomática, por lo que las personas pueden padecerla y que no se les manifieste clínicamente. De esa manera, si un Aedes Aegypti los pica y luego pica a otra persona le transmite la enfermedad.

"No tenemos casos humanos, somos una excepción, pero parece imposible considerar que no podamos tener casos autóctonos con fronteras tan abiertas", manifestó el ministro.

Protocolos en acción

Para las autoridades sanitarias uruguayas, el país estaría preparado para recibir casos de la enfermedad, ya que el protocolo que se aplica en los casos sospechosos es igual al de dengue, una enfermedad ya conocida de la que se detectan decenas de casos positivos importados por año y que requiere un fuerte control. Inmediatamente luego de que una persona manifiesta los síntomas y que los especialistas lo califican como un caso sospechoso, se activa el protocolo y se procede a realizar un estudio de sangre cuyos resultados obligatoriamente se analizan en el MSP y es el único lugar habilitado que puede asegurar que un caso es positivo a la enfermedad.

Mientras tanto, la persona es totalmente aislada en una habitación con mosquiteros a la que solo pueden ingresar médicos, hasta que se confirme o descarte que sea portador de la enfermedad. "Se lo protege para que no pueda ser de ninguna manera abordado por un mosquito", explicó Basso. El mismo protocolo se aplica en todo el país y "ha demostrado ser efectivo", ya que Uruguay continúa siendo uno de los únicos países de la región que no registró casos autóctonos, y tampoco importados, según datos actualizados por la Organización Mundial de la Salud al 23 de enero. "El mosquito no va a desaparecer, no podemos eliminarlo, pero si se logra tener una cantidad no exagerada, los riesgos –de transmisión de enfermedades– bajan".

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