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Mudanza en Planalto: cayó Dilma

La expresidenta, destituida ayer, dijo que se consumó un golpe de Estado parlamentario, mientras que su sustituto prometió una nueva era en Brasil
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01 de septiembre de 2016 a las 05:00
Michel Temer asumió la Presidencia de Brasil, en una ceremonia en el mismo Senado que ayer condenó a Dilma Rousseff y puso fin a los gobiernos de izquierda en el gigante sudamericano.

En un acto breve, Temer, de 75 años, exvicepresidente de Rousseff y ahora su enemigo declarado, juramentó el cargo y hasta 2018 será el inquilino en Planalto, sede del Ejecutivo, ante los mismos senadores que por 61 votos (de 81) condenaron y destituyeron a la exguerrillera.

"Hoy inauguramos una nueva era", dijo Temer, del PMDB (centroderecha), en la primera reunión con su gabinete ministerial, ya con el cargo de presidente.

"Quiero entregar a mi sucesor un país pacificado, reconciliado y en crecimiento económico", afirmó en un mensaje difundido más tarde en cadena nacional.

Rousseff, visiblemente afligida, no tardó en reaccionar tras conocer la decisión del Senado: "Condenaron a una inocente y consumaron un golpe de Estado parlamentario", dijo en un rueda de prensa.

El Senado rechazó, sin embargo, en una segunda votación la propuesta de que la exguerrillera, de 68 años, quedara inhabilitada para ejercer cargos públicos. El voto cierra una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en vías de su peor pérdida de riqueza en 80 años y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.

Y es un final trágico para la primera mujer que llegó a la Presidencia de Brasil, suspendida en mayo tras ser acusada de violar las normas fiscales del país. Los "61 senadores sustituyeron la voluntad expresa de 54,5 millones de votos. Es un fraude contra el que vamos a luchar en todas las instancias posibles", afirmó Rousseff.

Los retos de Temer

Temer juramentó horas antes de viajar a China para la cumbre del G20 de este fin de semana, en la que intentará "buscar recursos e inversores" para Brasil.

Sin embargo, le durarán poco las ganas de celebrar. Con el desempleo en niveles récord (más de 11 millones de personas), la inflación galopante y un gigantesco déficit fiscal, la economía brasileña se contraerá 3,16% este año, según la encuesta del Banco Central, que revisó al alza sus previsiones.

Desde que asumió la Presidencia de forma interina, Temer, un astuto negociador político en las sombras, armó un gobierno dando por sentado que Dilma sería destituida.

Su gabinete no tiene mujeres y está conformado por hombres blancos y conservadores. Pero tiene el aval de los mercados y, de momento, del Congreso, que ya aprobó la revisión de la meta de déficit fiscal –170.500 millones de reales (en torno a US$ 52.500 millones al cambio actual) en 2016–.

Ahora deberá usar sus argucias para hacer aprobar el ajuste fiscal que fue rechazado cuando Rousseff lo presentó.

El nombre de Temer tampoco escapó a las revelaciones en torno al megaescándalo de corrupción en Petrobras, en varias delaciones hechas por acusados que buscan reducir sus condenas.

El exvicepresidente de Rousseff niega cualquier vinculación con la trama y la Justicia nunca ha presentado cargos contra él.

Y también necesitará de gran habilidad para hacer alianzas en el fragmentado Parlamento, mientras carga con la sombra de usurpador.

"Uno va a un lugar y: 'golpista'. Hay que decirle 'golpista es usted, que está contra la Constitución'", lanzó Temer, visiblemente molesto, durante la reunión de gabinete.

¡Volveremos!

Lejos quedaron los días del milagro socioeconómico que inició el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, primer presidente de izquierda de Brasil y líder del Partido de los Trabajadores (PT), que sacó a 29 millones de personas de la pobreza y al país del mapa de hambre de la ONU.

La crisis económico-política se entrelazó con un escandaloso fraude que drenó más de US$ 2.000 millones de la estatal Petrobras.

Aunque salpica a todas las fuerzas políticas, el escándalo conocido como Lava Jato terminó por cercar al gobierno y acabó con 13 años del PT en el poder.

También empañó la imagen del político mejor valorado por los brasileños, Lula, en la mira por obstrucción de la Justicia y corrupción. Brasil aparece en el puesto 76 del Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional, sobre un total de 168 países. De hecho, más de la mitad de los 81 senadores que juzgaron a Rousseff están investigados o fueron acusados por causas de corrupción.

Temer quiere dar vuelta la página, pero será difícil en un país dividido y traumatizado por meses de revelaciones que salpican a toda la clase política.

Rousseff, esta guerrillera marxista en su juventud que sufrió torturas en la última dictadura (1964-1985), se mostró combativa hasta el final. Incluso cuando reaccionó a su condena.

"¡Volveremos!", afirmó en su despedida.

Mantiene sus derechos

La cámara alta optó por mantener los derechos de Dilma Rousseff para ocupar cargos públicos, en una decisión inesperada. Podrá ser candidata a cualquier puesto de elección popular salvo la Presidencia en 2018, porque ya tuvo dos mandatos seguidos.

Segunda tras Fernando Collor de Mello

De los cuatros presidentes elegidos por voto popular después de la dictadura militar, solo dos terminaron su mandato. La destitución de Dilma Rousseff se suma a la de Fernando Collor de Mello en 1992.

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