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Muertes selectivas golpean a Al Qaeda pero cuestionan a Obama

Expertos critican el programa de EEUU para matar insurgentes en el extranjero
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01 de octubre de 2011 a las 22:55

La muerte de Anuar al Awlaki, un clérigo radical estadounidense y líder de Al Qaeda en la península arábiga, amplió la polémica que ya se había generado con el asesinato de Osama Bin Laden. Expertos legales critican el programa de gobierno de EEUU para matar a terroristas en el extranjero.

Un informe secreto del Departamento de Justicia respaldó la legalidad de la muerte de al Awlaki. El contenido exacto del memorando no ha sido hecho público, pero distintas fuentes oficiales han explicado que la legalidad de la operación, en la que también murió otro ciudadano estadounidense, Samir Khan, está sostenida en el principio de que se trató de una operación de guerra contra un combatiente que representaba un peligro inminente contra la seguridad de EEUU.

“De acuerdo a la autoridad dada por el Congreso para el uso de la fuerza militar en el conflicto armado contra Al Qaeda, así como por las leyes internacionales que reconocen el derecho a la autodefensa, es absolutamente legal que EEUU actúe contra líderes de alto nivel de fuerzas enemigas que están planeando matar estadounidenses, independientemente de su nacionalidad”, aseguró la Casa Blanca.

Hecho cuestionable

Organizaciones de defensa de los derechos ciudadanos consideran que la muerte de al Awlaki fue “una ejecución sumaria” de un ciudadano contra el que no se habían presentado cargos y quien no fue sometido a juicio alguno.

“El programa de asesinatos selectivos viola leyes estadounidenses e internacionales”, dijo el subdirector de la Unión Americana de Libertades Civiles, Jameel Jaffer. “Quedó claro que es un programa bajo el cual ciudadanos estadounidenses pueden ser ejecutados lejos del campo de batalla por su propio gobierno sin proceso judicial basándose en pruebas que se ocultan al público y, en especial, a la Justicia”, explicó.

Para Mary Ellen O’Connell, profesora de derecho internacional en la Universidad de Notre Dame, el hecho de que al Awlaki tuviera doble nacionalidad le otorgaba protecciones adicionales. La Quinta Enmienda de la Constitución de EEUU garantiza que nadie puede ser privado de su vida sin un legítimo proceso judicial. Esa garantía no rige en caso de guerra, o ante una amenaza inminente. En el caso de Osama Bin Laden, su peligrosidad era evidente, puesto que él mismo había reconocido actos contra EEUU y se probó que planificaba otros. En el caso de al Awlaki, la certeza e inminencia del peligro es más frágil. Se lo acusaba de haber influido sobre el militar que mató a 13 personas en una base de Texas, en 2009. No se conocen aún evidencias de vinculación directa con atentados.

El plan de Obama

El hecho de que un ciudadano estadounidense haya sido abatido bajo las leyes de la guerra es un paso que dio Obama más allá de la guerra de George W. Bush contra el terrorismo. Obama se negó a explicar la justificación legal para la operación. Para un presidente que prometió un cumplimiento más riguroso de la ley en su política de seguridad nacional, su silencio atrajo preocupación y acusaciones de hipocresía.

A pesar de que Obama fue percibido por muchos electores como el candidato anti-guerra, ha duplicado las tropas en Afganistán y autorizó una incursión de comandos en Pakistán que mató a Bin Laden.

De acuerdo con la Fundación Nueva América, el gobierno de Obama ha matado al menos a 1.100 combatientes, lo que es casi cinco veces más que el saldo registrado en los años de Bush.

Red en crisis

Al Awlaki murió tras ser atacado por un avión no tripulado mientras viajaba por el sur de Sana’a, capital de Yemen, país señalado como refugio de las células más peligrosas de al Qaeda. Es el cuarto de los jefes operativos de la red terrorista asesinados o capturados tras la muerte de Bin Laden, lo que parece ser una muestra fehaciente de la crisis por la que atraviesa la red.

El primero en ser puesto fuera de combate fue Atiyah Abd al-Rahman, de origen libio, ascendido a la posición número dos, por detrás de Ayman al-Zawahiri. Luego, se informó sobre la captura de Yunis al Mauritani, identificado como responsable de las operaciones internacionales de la red. El tercero fue Abu Hafs al Shahri, jefe de operaciones de al Qaeda dentro de Pakistán.

La muerte de al Awlaki envía una clara señal de que tras ser eliminado Bin Laden, al Qaeda enfrenta una ola de reveses demoledores. A los cabecillas de la red les resulta difícil saber quién será el próximo en caer abatido por un misil.

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