Linng Cardozo

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Muestra en el Blanes: una bella contradicción entre el pretexto y el texto

Los "invitados" que aceptaron estar y participar son una muestra inequívoca del arte uruguayo de estos tiempos
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10 de agosto de 2016 a las 05:00

Una hoz sobre una bandera uruguaya, junto a unos cascotes, en una caja de vidrio, ¿es una señal de un tiempo plástico e histórico en el Uruguay? Difícil saberlo. El museo Blanes fue "ocupado" –como los curadores así lo definieron- por un conjunto de artistas uruguayos que nacieron entre 1955 y 1965 y que se desarrollaron plásticamente dentro del período dictatorial o luego. "No es un revival ni una retrospectiva", se argumenta desde una nota curaturial difundida por el museo.

El contexto

La exposición -que estará en el Blanes hasta el 3 de octubre- muestra la obra diversa, hurgadora de diversos caminos, amplia desde la propia convocatoria. "Los artistas no fueron seleccionados", sino "invitados", dijo a LA VACA AZUL la directora del museo, la vigorosa promotora de ideas y despliegues, la arquitecta Cristina Bausero. Más allá de la sutil diferencia entre "seleccionados" e "invitados", el pretexto –formados en dictadura o surgidos luego de ella pero con trayectoria vital en los años oscuros- parece desmoronarse apenas uno observa las obras. ¿Son hijas esas obras del período oscuro que contriñó, hizo sufrir o sacudió las tripas de los artistas? La respuesta no es fácil. Quizás una respuesta –naturalmente ambigua y acertada- está en la frase que parece presidir esta muestra diseñada por la propia Bausero y el crítico y productor Carlos Muñoz: "Nosotros fuimos tan felices. Nosotros no fuimos tan felices". Esa definición/indefinición es apropiada porque no se descubre explícitamente en la muestra –más allá de la hoz y los cascotes que pueden traer a la memoria de algunos las corridas por 18 de Julio perseguidos por la policía- un tono que permitiera insinuar siquiera que ese hombre o mujer –artista- tuvo su peripecia joven y vital en la dictadura. Se acerca mucho más a la muestra una frase de la artista Analía Sandleris –que expone allí-: "Me importa el hecho plástico, me importa lo estético, me importa el proceso, me importa el resultado y me importa que me guste".

Entonces nuevamente el pretexto –formados luego del 73- se va al diablo. Lo que importa, en definitiva, es si las obras expuestas conmueven, seducen o gustan. (Ejercicio: si esta muestra –sin pretexto- se expusiera en una galería de Beijing, los espectadores valorarían el hecho plástico sin saber que los artistas se formaron en determinado tiempo y lugar). Para complicarla más, cabe agregar que en los días previos del Golpe del Estado la empresa Gallup había difundido una encuesta que la mayoría de los uruguayos querían tranquilidad. Ya sé: una empresa de EEUU. Pero "el pueblo" acampó a la espera de que pasara el temporal y grupos políticos de izquierda –sacrificados hasta la sangre- continuaron su lucha clandestina. Mientras tanto, la gente mayoritariamente había acampado. Eso también fue contexto.


La selección

Los "invitados" que aceptaron estar y participar son una muestra inequívoca del arte uruguayo de estos tiempos; por calidad y diversidad. Además de la ya citada Sandleris, aparecen Marco Maggi, Carlos Seveso, Álvaro Amengual y otros. Es interesante observar que estos artistas –pertenecientes a una determinada generación- plantean propuestas plásticas diversas que enriquecen la muestra. A ellos luego se sumaron otros, que por omisión no habían sido invitados, como Emilio Bolinches y de la primera suma de 73 artistas se llegó a la expresiva cifra de 79 artistas. Hace bien poco Oscar Larroca –que no está en la muestra pues nació luego de 1955- dijo que en Uruguay en cada esquina hay un artista plástico. Puede ser cierto, pero estos 79 son una muestra interesante y expresiva de los múltiples caminos –no únicos- que se transitan en el Uruguay.


La ausente

Es la hermana pobre del arte. Se trata de la cerámica. Si uno sigue la línea del pretexto –nacidos en el 55 y desarrollados en dictadura- parece un error no haber invitado a la gente de Cerámica del Carrito, más allá que la arquitecta Bausero, cuando se le consultó sobre esta ausencia, dijo que la presencia de la cerámica está presente en una obra de Seveso. Cerámica del Carrito nace en 1972. Bajo el nombre de "Escuela de Artes y Oficios de la Cerámica y Afines" un grupo de profesores de la Escuela Nacional de Bellas Artes de la Universidad de la República funda un taller de cerámica, investigación y enseñanza artística en el ámbito privado. Habían sido perseguidos antes y después de la dictadura. La Escuela Nacional de Bellas Artes fue clausurada por los militares hasta 1985. De primera, como respuesta estética y ética, se aspiró a continuar la relación libre y comprometida del arte con la sociedad en forma directa. "El compromiso creativo con el diseño de objetos utilitarios y decorativos apuntó hacia la originalidad y el compromiso ético", dice un apunte sobre aquella empresa. La presencia de un carro en la vía pública, mostrando la producción, le dio nombre a la protesta y a la resistencia: "Cerámica del Carrito". No están, por omisión de quien hizo las invitaciones.

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