Su nombre era sinónimo de moda, vanguardia, estilo. Sin embargo, él -ascético- recurría siempre a la misma chaqueta azul y los mismos pantalones caqui, con una Nikon colgando indefectiblemente de su cuello.
Imágenes de ese atuendo se repitieron ayer en incontables webs, blogs e instagrams, en los que referentes de la moda internacional lamentaron la muerte del fotógrafo estadounidense Bill Cunningham, considerado inventor de la fotografía de moda callejera, o street style.
A sus 87 años, Cunningham había trabajado por más de cuatro décadas en The New York Times, convirtiéndose en lo que muchos consideran un verdadero antropólogo del vestir, capturando no sólo el estilo de los más ricos en eventos de gala sino el de cualquier persona anónima que se destacara en la multitud de las calles neoyorkinas. "Todos nos vestimos para Bill", admitía sin hesitar la editora de Vogue, Anna Wintour, quien, junto a figuras excéntricas como Iris Apfel y Anna Piagi, había sido retratada por el lente de Cunningham.
Luego de recibir la Legión de honor del gobierno francés y de ser declarado hito viviente de Nueva York por la institución New York Landmarks Conservacy, en 2010 Cunningham adquirió el mayor grado de exposición posible a través de Bill Cunningham New York, un documental enfocado en él que recibió reseñas positivas de la crítica. No obstante, su objetivo expreso siempre había sido mantenerse tras la cámara, razón por la cual rehuyó de las entrevistas e incluso se negó a ver el filme.
Nacido en Boston en 1929, en el seno de una familia irlandesa católica, Cunningham manifestó un interés temprano hacia la moda, aunque comenzó inclinándose a la confección para descubrir luego la fotografía. Tras abandonar una beca en Harvard a solo dos meses, Cunningham se mudó a Nueva York donde fue acogido por su tío, Tom Harrington.
No obstante, su afición por la moda generó rispideces con su familia y Cunningham prefirió mudarse a un apartamento en la calle 52 para hacer sus sombreros de fieltro y sus gorros. Las columnas sobre moda siguieron y en 1967 compró su primera cámara, que lo llevó a descubrir que la verdadera moda se encontraba en la calle.
Comenzó con encargos de The Daily News y The Chicago Tribune, y a fines de la década de 1970 inició su colaboración en The New York Times. "El mejor desfile de moda es la calle. La calle me habla. Yo no decido nada y para que eso pase tienes que estar ahí. A mí no me dicen que se van a llevar las faldas por la rodilla. Lo veo. Aquí no hay atajos. Tienes que quedarte en la calle y que la calle misma te lo diga", agregaba, al tiempo que admitía que no le interesaban "las famosas con sus vestidos regalados por las marcas".
Según Wintour, "si Bill fotografía una tendencia, sabes que en seis meses estará de moda en todo el mundo (...). Él ve cosas de las que ni yo ni mi equipo de Vogue nos damos cuenta", agregó. "Cuando estoy tomando fotografías busco el estilo personal con el que se usa una prenda... a veces, incluso cómo se usa una sombrilla o cómo se sostiene un abrigo", definía Cunningham, capturando, en sus palabras, la esencia de la fotografía de street style.
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