Sebastián Auyanet

Sebastián Auyanet

Shuffle

Nacho Vegas y la responsabilidad del cantautor

Diseccionó las maravillas de la condición humana y pone voz a las miserias de la resituación española. El cantautor español más relevante del siglo XXI viene a Uruguay. Aquí, una charla con él.
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07 de agosto de 2015 a las 00:00

Es la primera vez que Nacho Vegas viene a Montevideo y es 2015. Y aunque incluso hoy es difícil pronosticar qué tanto público puede llevar en una ciudad que prefiere otro tipo de cantautores españoles más cercanos a otros registros y temas, lo cierto es que ojalá lo viniera haciendo desde 2005, cuando su trabajo Desaparezca aquí marcaba de algún modo el cierre y a su vez el punto más alto de un cuerpo de canciones basado en la catarsis personal con la muerte y las relaciones personales como motor. Es decir, una cruza ideal para que el existencialismo campee, cosa que Vegas domina desde entonces como pocos a través de sus personajes. En su momento, quizá por haber hecho la mejor lectura de sus muchas influencias anglosajonas (Leonard Cohen, Bill Callahan, Carson McCullers, Bret Easton Ellis), Vegas ofrecía una lírica con don de gentes y un rock desparejo y sucio que le daba aún más autenticidad a sus composiciones, estuvieran más cerca del country rock, de arrebatos más distorsionados o del acústico puro. Y Desaparezca aquí lo encontraba en plena forma, tras sus anteriores Actos inexplicables (2001) y Cajas de música difíciles de parar (2003), dos discos que, tras su paso por las expermentales bandas del indie español Eliminator Jr. y Manta Ray, le habían dado suficiente visibilidad en la escena alternativa.

Vegas profundizó en todas estas cosas en El manifiesto desastre (2008) pero ya se adivinaba una transición: antes, en 2006 y 2007, había grabado dos discos con firma compartida, el primero con Enrique Bunbury llamado El tiempo de las cerezas (la pauta de que cierta parte del gran público y las discográficas multinacionales se interesaban en él) y el segundo con Christina Rosenvinge, Verano fatal. La zona sucia (2011) termina por abrazar sonidos y climas menos pesados: ya no hay tanta distorsión y las canciones, junto con el íntimo registro de voz de Vegas, le abrieron la cancha a más público. Hoy ya podría decirse que es un clásico, a pesar de que muchos en su país todavía no lo conozcan y a otros todavía les rechine su perfil maldito de ex heroinómano (las estupideces del etiquetado también han llegado incluso a la ridiculez de señalarlo tras tocar en el BAFICI argentino como ícono de cierto consumo hipster cuando su público más bien proviene de otras edades, espíritus y signos y él, a su vez, pertenece a otras épocas).

Pero la historia es que Vegas llega a Montevideo para presentar Resituación, un disco del año pasado en el que también hay amores y sobrevuela la muerte, pero que está mucho menos enfocado en el adentro y más hacia lo político, toda vez que el propio Vegas comenzó a acercarse más hacia ese costado desde el single Cómo hacer crac, hoy fácilmente emparentable con los movimientos políticos y sociales que se están dando en su país. El show promete ser de lo mejor del año y varias ideas sobre lo que va a pasar allí se desprenden de esta conversación con el propio Vegas.

Desde los años de Manta Ray y los primeros discos, has sido emparentado con una forma de hacer música y de proceder enmarcable dentro de ese ya muy difuso paraguas que es “lo alternativo”. ¿Qué sería serlo hoy en día para usted?

Lo alternativo es una cosa que viene desde los años noventa, que es cuando yo estaba empezando y que arrancó con mucha ilusión aunque se fue apagando por los propios males de su tiempo: el individualismo, esas cosas. La política en ese entonces quizá no era un tema tan común. Pero ahora, en España, por la situación que estamos atravesando, la política está en los bares, en la calle. Y por supuesto, esto se refleja en la cultura, que también hace parte de esto. En la política está habiendo mucho cambio y entonces creo que tenía que escribir cosas que hablaran de la gente en otro plano. La música popular trabaja con los sentimientos que tenemos en común. A la larga, creo que lo alternativo puede tener que ver hoy con plantearse hacer eso.

Al pensar en un disco como Resituación es imposible no pensar en algunos álbums a los que se suele llamar "urgentes" que han hecho cantantes como Neil Young, discos incluso de estos últimos años como Fork in the Road, Living with war de 2006 o el más reciente, que está dedicado a denunciar a la semillera global Monsanto. ¿Se imagina generando discos de este tipo de ahora en más?

Pues no lo sé. Lo cierto es que nunca me planteo una vuelta conceptual en un disco. Todo empieza siempre como una especie de caos del cual voy sacando cosas en claro a medida que avanza el proceso. Lo que voy haciendo está desordenado, voy maquetando mis canciones de a poco y la armonía va llegando, voy sacando en claro qué canciones se relacionan con otras. Podría ser muy interesante hacerlo; me hace pensar en (el cantautor) Phil Ochs, de quien grabaremos un tema para un EP que saldrá pronto, y que hablaba de topical songs, de canciones dedicadas a temas de actualidad que salían en la prensa, y que estaban dirigidas a políticos de su época. Es algo que me ha interesado mucho.

“El compromiso político tiene que ver más con cómo hagas las cosas que con tus canciones”. Esta es una frase suya, de hace algunos años. ¿Cómo lo ve en perspectiva?

Por ejemplo en el precio de las entradas. Conciertos por 60, 80 euros, o 120, no tienen sentido en la época en la que estamos en España. Al poner los precios así, estás haciendo una filtración socioeconómica de tu público. Y no puede ser. Luego hay otras cosas, nosotros hemos tocado en predios de fábricas ocupadas, yo he apoyado algunas plataformas políticas; trabajo pensando en que la transformación política es posible implicándome, o apoyando organizaciones sociales. Todos tenemos un montón de contradicciones en nuestras vidas, pero apostar por esto es lo que yo veo que queda.

Usted hablaba de la resignificación de algunas canciones. Un ejemplo claro es Nuevos planes, idénticas estrategias, una canción que en principio es muy personal dentro de un disco muy personal (Desaparezca aquí) pero que hoy perfectamente puede percibirse como política.

Esa es una de las canciones con la que solemos abrir nuestros conciertos en esta nueva gira. Creo que han cambiado las perspectivas sobre esta canción. Es una mirada que puede representar una sensibilidad que también tiene que ver con esta época. Creo que en vivo apronta un poco el clima antes de que lleguen los otros temas del concierto y pienso que muestra mucho cómo una canción siempre puede ser dos caras de una misma moneda. El desencanto en "Nuevos planes" ha existido desde antes, pero hoy sigue estando. Pienso que en este caso yo estoy escribiendo de cosas que pasan donde vivo, pero lo bueno de la música es que muchas de estas cosas nos han pasado a todos, en todas partes. Una prueba de esto es el videoclip de Ciudad vampira. Claro que yo la escribí pensando en Gijón, mi ciudad, pero encajaba con el concepto que mucha gente mandara imágenes desde las redes sociales de sus barrios en Uruguay o en Argentina y en otras ciudades de Latinoamérica, porque de ese tipo de ciudades y de situaciones hay por todos lados.

¿Ve a su carrera más completa con este nuevo desdoble?

Creo que las canciones y los discos te van llevando a medida que te las vas encontrando. Lo importante es que si logras tener un cuestionamiento de verdad sobre lo que te pasa, sobre la gente que te rodea, vas haciendo algo. No es tan complicado como armar una carrera pensándole desdobles. A mí ante todo me preocupa poder estar en contacto con eso, ese es el termómetro para marcar si lo haces bien.

¿Hay mucho posmodernismo en la música actual?

Teníamos una buena escena musical algunos años atrás, en la década pasada, pero yo pienso que se ha agotado un poco por eso y por la cultura hipster, lo que se ha convertido la cultura de los festivales… veo mucha homogeneidad en esa cultura y creo que eso es un rasgo posmoderno y peligroso.

Ha escrito canciones sobre gente que casi conoce a otra, sobre montañistas o sobre ciudades que se comen la energía de la gente. ¿Dónde encuentra las canciones hoy Nacho Vegas?

Mi forma de escribir tiene una cierta autodisciplina porque si no sería todo mucho más difícil. Cuando me refiero a observar lo que sucede me refiero a salir, a hablar, a plantearte cosas sobre lo que te dice la gente. Y ahí están los temas de los que hablar. Por eso yo hablo mucho del desorden pero también eso es tratar de estar un poco en todas partes, en estar mirando entre esas capas porque las canciones están por todos lados.

Alguna vez citó a Carson McCullers: “todo lo que he escrito me ha sucedido o me sucederá”. ¿Cómo puede leerse eso desde la perspectiva de Resituación?

Cuando estaba escribiendo las canciones de este disco no sabía exactamente qué tenía entre manos. Me fui dando cuenta de a poco, luego fui encontrándome cosas como redadas de la policía y detenciones en centros sociales. Pasó una vez frente a mí, ví cómo se llevaban detenidas a dos personas de de una organización social. De ahí la frase "nos quieren en soledad, nos tendrán en común".

Viene con un disco más político pero su carrera tiene muchas más cosas. ¿Es posible pensar que su repertorio en Montevideo será más un recorrido por su carrera?

Sí, estamos presentando Resituación pero lo que me gusta de las giras es poner el repertorio en común para de alguna manera contrastarlo y comprobar cómo te decía antes cómo algunas canciones se resignifican. Se habla de este disco como uno muy rupturista respecto a mis anteriores, pero las giras te permiten mostrar a quien te va a ver también que de algún modo todo forma parte de lo mismo.

Nacho Vegas en vivo en La Trastienda (Fernández Crespo 1761) a las 21. Entradas anticipadas a $700 y $ 800 el día del concierto en locales con Red UTS y Redpagos. Abre nada menos que Molina y los Cósmicos, banda rochense que hace poco grabó esta espectacular sesión en vivo en la radio KEXP estadounidense.

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