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Nada más hacia la derecha

La exaltación del nacionalismo en momentos en que la crisis migratoria es un desafío para Europa fortalece cada vez más a los partidos de extrema derecha
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12 de junio de 2016 a las 05:00
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Con rebosantes pintas de cerveza en sus manos y rodeados por picos nevados, los líderes de los partidos de extrema derecha de Alemania y Austria brindaron el pasado miércoles bajo un sol radiante en la localidad fronteriza de Garmisch-Partenkirchen, en Bavaria, y celebraron una hermandad cada vez más fuerte. Estas agrupaciones eligieron subir 2.962 metros hasta la montaña más alta de Alemania, el Zugspitze, para una reunión con alto impacto mediático bajo un eslogan claro: "Juntos hacia nuevas cumbres".

"Queremos avanzar juntos hacia nuevas cumbres políticas", dijo Frauke Petry, la líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, por su sigla en alemán). "Ahora queremos profundizar nuestro trabajo conjunto en grupos de trabajo", agregó Heinz-Christian Strache, su homólogo en el Partido Liberal de Austria (FPÖ). La idea de ambos es coordinar de mejor forma sus líneas de actuación, especialmente en los temas que los unen: frenar la ola de inmigrantes en medio de la actual crisis humanitaria, aborrecer el islamismo, defender las identidades nacionales y rechazar la integración en la Unión Europea.

El FPÖ de Austria está en su mejor momento. En las elecciones presidenciales llevadas a cabo el 22 de mayo su candidato, Norbert Hofer, obtuvo el 49,7% de los votos y por 30 mil no logró ocupar ese sillón. Hubiese sido el primer jefe de Estado de extrema derecha en el bloque europeo. La ajustada derrota provocó en algunos de sus seguidores virulentas reacciones, que reclamaban por una supuesta manipulación del escrutinio y pedían acciones violentas contra el candidato ganador, Alexander Van der Bellen, de quien publicaron la dirección de su casa en la página de Facebook del líder del FPÖ.

"Mi objetivo es claro: frenar la inmigración, tanto legal como ilegal", dijo Marine Le Pen Líder del frente nacional de francia, durante un discurso en agosto de 2015


Pero sus chances de llegar al poder no son lejanas, puesto que su creciente aprobación puede dar como resultado que obtengan la cancillería, centro ejecutivo del poder, en las próximas elecciones previstas para 2018. "Los esfuerzos desplegados en esta campaña no fueron en vano, sino que son una inversión para el futuro", escribió Hofer en las redes sociales. La crisis migratoria es su gran aliada: unas 90 mil personas pidieron asilo en Austria en 2015, lo que representa algo más del 1% de su población.

A pesar de que el FPÖ perdió en esta oportunidad, las luces amarillas se encendieron con más vigor que nunca en todo el viejo continente. Es que lo que ocurre en Viena no es un hecho aislado. El viento en popa que empuja a los partidos nacionalistas o de ultraderecha por estos días, que recogen el descontento de ciertos sectores de la población que ven como una amenaza a los inmigrantes y refugiados que llegan de a miles a sus países, se registra también en Alemania, Francia, Suiza, Países Bajos, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Hungría y hasta Grecia e Italia.

Varios dirigentes políticos europeos manifestaron su alivio tras la derrota de la extrema derecha en Austria. "Alivio al ver a los austríacos rechazar el populismo y el extremismo. Cada cual debe extraer las lecciones en Europa", dijo el primer ministro de Francia, Manuel Valls, en su cuenta de Twitter. "Un suspiro de alivio para Italia y la Unión Europea", dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Paolo Gentiloni, quien agregó que lo sucedido en el país vecino es "una lección para los partidos tradicionales que quizá, en este asunto, han seguido un poco demasiado la presión de utilizar la cuestión migratoria".

La ultraderecha también es llamada populismo de derecha en Europa. Y ese populismo está asociado a la demagogia. "Los demagogos no seducen al electorado con una evaluación racional del riesgo como intentan hacer los políticos clásicos. (...) Al contrario, se sirven de las amenazas existentes, adoptan un discurso de victimización y utilizan la desesperanza", escribió recientemente Richard Ashby Wilson, profesor de antropología y de derecho de la Universidad de Connecticut.

En Alemania, la AfD pasó del 3% de intención de voto a entre un 12% y un 15% en los últimos meses, y se posicionó como tercera fuerza política en ese país. Ahora tiene su mira puesta en las elecciones legislativas de 2017, luego de haber logrado entrar en la mitad de los parlamentos regionales y de obtener dos eurodiputados. Y si no pudo tener representación en el Bundestag (cámara baja) hasta el momento es porque precisaba como mínimo el 5% de los votos para acceder a una banca.

En expansión


Cual virus en pleno auge, el extremismo de derecha se ha contagiado en toda Europa.
En Francia, Marine Le Pen –hija del histórico dirigente Jean-Marie Le Pen– preside el Frente Nacional con cada vez mayor apoyo popular. En las últimas elecciones legislativas de ese país, que tuvieron lugar en 2012, su partido había obtenido el 14% de los votos, y para las elecciones del Parlamento europeo celebradas el año pasado trepó a casi 25%, lo que lo colocó como el grupo político más votado.

En Italia, la semana pasada se celebraron elecciones municipales y en Roma la xenófoba Liga Norte obtuvo el 20,7% del electorado. Si bien no le alcanzó para meterse en la segunda vuelta, superó al candidato del exprimer ministro Silvio Berlusconi, se ubicó tercera en las preferencias y estuvo a apenas 4 puntos del segundo más votado.

En los países nórdicos también se ha visto un avance de estos partidos, y eso ha tenido consecuencias para los refugiados sirios. En Noruega, el gobierno los ha expulsado a Rusia, mientras que en Dinamarca el Parlamento aprobó la confiscación de bienes de refugiados por encima de las 10.000 coronas danesas (unos 47.000 pesos uruguayos).

Y en el camino por llegar a la Europa Occidental, los inmigrantes se han topado con un muro en un vecino austríaco. El Movimiento por una Hungría Mejor es la segunda fuerza política de ese país y el nacionalismo va ganando terreno en Budapest. Los refugiados de Medio Oriente que llegan a la frontera entre Serbia y Hungría pasan allí días o semanas enteras sin tener siquiera la asistencia más básica, tras la decisión adoptada en julio del año pasado de construir una valla alambrada a lo largo de los 175 kilómetros compartidos entre ambos países. Actualmente hay cientos de refugiados cerca de las dos zonas de tránsito en la frontera, de acuerdo a Acnur, la agencia de la ONU para refugiados.

Aquellos que logran pasar tampoco la tienen fácil porque las autoridades húngaras siguen rechazando los pedidos de asilo; en los primeros cuatro meses de este año otorgaron algún tipo de protección a 200 personas de las 13 mil solicitudes recibidas. Todo indica, además, que esta política restrictiva no mejorará, dado que en el próximo otoño boreal tendrá lugar un referéndum en ese país sobre el sistema europeo de reubicación de refugiados. En esta iniciativa, convocada por el propio gobierno, se vislumbra que la gran mayoría de los húngaros votará contra la recepción de inmigrantes.

Apoyados en el descontento, los nacionalismos se exaltaron. Tanto que se puede escuchar por estos días expresiones racistas y xenofóbicas, como las recientes de Alexander Gauland, cofundador de Alternativa para Alemania, quien en declaraciones a un diario de su país se refirió al futbolista de origen ghanés Jérôme Boateng con las siguientes palabras: "La gente lo ve bien como jugador de fútbol. Pero nadie quiere un Boateng como vecino".

Más seguro para los judíos


Si bien no necesariamente se sienten más tranquilos, los ataques antisemitas en Europa han disminuido recientemente debido a un corrimiento de las manifestaciones de odio hacia inmigrantes musulmanes. "La atención se ha desviado desde las comunidades judías hacia las relaciones musulmano-cristianas. En un número creciente de casos, cristianos han atacado a individuos musulmanes, han prendido fuego a centros de inmigrantes o han violado cementerios e incluso mezquitas", afirmó el Centro Kantor para el Estudio de los Judíos Europeos Contemporáneos de la Universidad de Tel Aviv, en un reporte publicado en mayo. En Francia, el número de ataques violentos a judíos bajó de 164 en 2014 a 72 en 2015. En el Reino Unido disminuyó de 141 a 62, y en Alemania pasó de 76 a 37.

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