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Nilson no ganó

MasterChef por dentro: lo que pasó mientras el reality show más exitoso de la TV local estaba al aire
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26 de julio de 2017 a las 05:00
Minutos antes de ir en vivo, Laurent Lainé bromeaba en Snapchat con la humorista de redes sociales Leticia Píriz sobre alimentos que estaban "cgudos", y se sacaba fotos con fanáticos del programa. Un productor de MasterChef salió del estudio para avisarle que era el momento de dar el veredicto. El chef terminó primero de posar para las cámaras, le dio la última pitada a su cigarrillo y dijo "vamos".

Fuera del set de MasterChef había un ambiente especial en la noche del lunes, con productores de televisión que caminaban de un lado para otro, exconcursantes aislados junto con familiares de los finalistas y la sensación de que se vivía una noche diferente en la televisión local.

Apenas pasada la medianoche del martes, el jurado de MasterChef estaba a punto de anunciar en vivo el ganador del certamen. Del otro lado de la pared del estudio, un televisor de 40 pulgadas sintonizado en canal 10 tenía expectantes a Jeannie Fontaina, Mariano Mosca y Patricia Daujotas –algunas de las principales autoridades de la emisora–, quienes junto a la productora de televisión María Estela Moreno se habían parado a menos de un metro de la pantalla y esperaban, apretujados, el veredicto final.

Habían llegado poco antes de las nueve de la noche a Estudio 9, detrás de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, que fue utilizado por canal 10 desde el comienzo del reality show como set de grabaciones. Y era el lugar desde donde saldría en vivo el último bloque.

"Estamos volando", dijo Mosca después de mirar la pantalla del teléfono a poco de comenzado el programa. Estaba viendo el rating minuto a minuto y era superior al de cualquier episodio previo, que ya había sido toda una excepción en la televisión local.

Un piso más arriba, en una oficina alejada, estaban los cuatro participantes junto a algunos productores del ciclo mirando la secuencia grabada del episodio, que incluía las pruebas de la semifinal y la final.

Los 14 participantes que quedaron por el camino estaban en un salón enfrente al estudio, donde miraban el programa y aprovechaban los cortes para charlar, sacarse selfis y brindar. Cristina, una de las exconcursantes, había llevado un whisky etiqueta negra para festejar. Todos vestían igual que en la grabación, un detalle de continuidad clave para evitar que al televidente le chocara el cambio de ropa. Lo mismo sucedía con Diego González, conductor del ciclo, que cada tanto aparecía por el hall al lado del estudio y veía su propia imagen en el televisor. La excepción era el jurado, o al menos Lucía Soria y Laurent Lainé, los dos que se dejaron ver en la previa.

Faltando 15 minutos para que terminara el último bloque grabado, Diego González se sentó en un sillón de un cuerpo ubicado al costado del televisor del hall y comenzó a repasar el guion, con el programa de fondo. Miró su reloj, miró el celular y volvió a las hojas impresas. Los minutos pasaban y el momento de ir en vivo se acercaba. En la pantalla, el jurado probaba uno de los platos de Leticia, y él se puso a mirar el teléfono. Con sus dos pulgares a gran velocidad, recorrió su línea de tiempo en Twitter. Todos estaban hablando de lo mismo. Revisó las tendencias en esa red social y lo confirmó.

De repente llegó María Inés Obaldía, conductora de La mañana en casa y La tarde en casa en el mismo canal, y saludó a las autoridades. "Acabo de invitar al taximetrista a que se bajara conmigo. Se está sacando fotos con todo el mundo", les contó, mientras ellos miraban con algo de incredulidad en sus teléfonos cómo el hashtag #MasterChefUy se había convertido en tendencia en Twitter a nivel mundial.

Durante todo el programa, las autoridades del canal siguieron al detalle cómo les estaba yendo en audiencia, y siempre que miraban el número no variaba demasiado: unos 36 hogares de cada 100 en Montevideo tenían el control remoto anulado esas horas, y la pantalla clavada en el 10.

La escribana entró al estudio con el sobre que decía el ganador del certamen y poco después Sergio Puglia exclamó el nombre de Nilson, una decisión predecible porque a esa altura ya no importaba la cocina; la televisión es show y el show necesitaba un final con épica. Los méritos de Leticia como chef no fueron suficientes como para hacer estallar al país, y Nilson había conquistado el corazón del televidente medio con su humildad, su sencillez de pueblo del interior, su uruguayez al máximo.

Nilson Viazzo no ganó. O sí, porque se llevará el premio de $ 200 mil y los cursos de gastronomía, que tal vez le abran una oportunidad. Pero el verdadero ganador de la noche del lunes fue canal 10, y no solo en rating. Logró que se vuelva a hablar de un programa de televisión abierta en las calles, logró convertir el formato en un fenómeno popular, le dio al país un nuevo Uruguay Catalogne –aquel que paralizó a la población a comienzos de la década de 1990 como participante de Martini Pregunta– y le devolvió al negocio el brillo que alguna vez supo tener.

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